La profesora de inglés

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Daisy, profesora de inglés, se puso las bragas y el sujetador mientras Juan, acostado de lado en la cama la observaba. 

- Eres preciosa. - dijo Juan.

Ella se giró y sonrió. 

- Pervertido. - contestó con acento británico.

************

Daisy era una mujer madura, senos pequeños y trasero voluminoso. Pelirroja, media melena, rostro pálido, pecoso y risueño sobre el que caía un mechón de cabello rebelde. Juan, su alumno, tenía casi ocho años menos. Cuerpo fibroso más bien delgado, culito firme, pelo liso color carbón y rostro risueño en el que destacaban unos ojos verdes.

Eran vecinos y las clases en la lengua de Shakespeare, impartidas en casa del alumno, habían empezado dos meses atrás. El pupilo, todo hay que decirlo, no era muy hábil con los idiomas y se distraía con facilidad. Por su parte, la maestra, combinaba paciencia y mal genio a partes iguales. Juan opinaba que su acento era muy difícil de entender y que sus vestidos no pegaban ni con cola.

- No has estudiado nada. - dijo Daisy con exasperación.

- Tienes razón y para el próximo día prometo prepararme mejor.

La profesora suspiró mientras negaba con la cabeza.

- No es la primera vez que prometes y no cumples. Sabes, a mí me gusta hacer bien mi trabajo y ver que sirve para algo. - comentó.

- Ya lo sé.

- Eso espero, porque si no, en serio, mejor lo dejamos y ya está.

- No, eso no... necesito aprender esto, me lo exigen en el trabajo.

********

Durante dos sesiones consecutivas la cosa mejoro e incluso la tutora llegó a albergar esperanzas. Pero el tercer día Juan volvió a las andadas y Daisy explotó. Más que sus palabras, lo que alertó al alumno fue el tono comedido que ponía de manifiesto la cercana rendición.

- Perdona. Tienes razón, la próxima...

- Mira Juan, hemos terminado... estoy cansada y sinceramente no me quedan más ideas.

- Por favor, haré cualquier cosa, lo que sea. - dijo el hombre.

- No seas mentiroso... tú necesitas orden y disciplina.

- Exacto, disciplina, vale, lo que consideres.

Daisy meditó un momento lo que acababa de hablarse. Le gustaba Juan, era un "chico" que le caía bien y quería ayudarle y le gustaba... no sabía muy bien como la idea llegó a su cabeza, era atrevida, quizás demasiado, pero podría ser efectiva. Un cosquilleo recorrió sus partes íntimas poco antes de hablar.

- "Spanking" - dijo.

- ¿Espankin? - pronunció el alumno.

- Sí. Me has dicho que la disciplina es una opción y el "spanking"... azotaina creo que se dice en español me parece la opción más adecuada... Sí, no pongas esa cara, unos azotes en el culo podrían hacer que te centrases. Ven aquí.

- Pero... ahora. - dijo Juan.

- Sí, ahora. ¡Bájate los pantalones! "Bare bottom", culo al aire.

El estudiante obedeció. La profesora observó las nalgas y la rajita de la que salían algunos pelos.

- Sobre mis rodillas joven. 

Juan noto como su miembro, oculto bajo los calzoncillos, crecía al notar el contacto con los muslos de la mujer. La posición era humillante y el primer azote le pilló por sorpresa.

- Cuenta... en inglés Juan, en inglés.

Tras una docena de azotes pudo reincorporarse y cubrir su trasero. 

************

En la siguiente clase, el alumno mostró mucha más atención. De alguna manera los azotes habían dado resultado. No se trataba tanto del castigo en sí o de la humillación, si no de no defraudar a aquella mujer por la que secretamente empezaba a sentir algo. 

Daisy también disfrutaba con la situación y se mostraba orgullosa de su pupilo. 

- Hoy he traído un cepillo. - anunció la profesora al terminar la lección.

- La verdad es que estás mucho más atento, pero todavía hay errores y un refuerzo del mensaje puede ayudar.

Juan se bajó los pantalones, descubrió su trasero y se tumbó sobre los muslos para recibir la zurra. El cepillo era efectivo y al final del correctivo sus nalgas presentaban un color rojo bastante vivo.

************

Para la siguiente sesión la tutora trajo una vara. 

- Este instrumento es más contundente. Hoy no has cometido apenas errores, pero es más importante que nunca reforzar el mensaje. - dijo al final de la sesión.

- ¡Quítate la ropa!... toda la ropa please.

Juan se desnudó por completo tapándose con las manos el pene. 

- No seas tímido, las manos a los lados, mantente firme. - ordenó la mujer disfrutando del espectáculo.

- Inclínate. Eso es, no te muevas.

La vara golpeó de lleno las nalgas de Juan. Su culo escocía.

****************

De esta guisa pasaron algunas sesiones más, algunas sin castigos, otras con nuestro protagonista a merced de la vara que se había convertido en el instrumento fetiche. 

************

- La semana que viene tienes la entrevista. - dijo Daisy.

- Así es. - respondió Juan.

- Practiquemos pues.

Aquella tarde la profesora estaba particularmente atractiva con un vestido azul que la favorecía. El simulacro de entrevista fue bastante bien en general aunque la perfección como se suele decir no existe.

- Me desnudo para la sesión.

- Ven aquí. - dijo Daisy levantándose de la silla.

Juan se acercó pensando que a lo mejor ella deseaba quitarle la ropa o tenía algo reservado.

- Acércate más y dame un abrazo.

El alumno abrazó a la profesora notando el aroma de su piel y el suave tacto de sus senos. Lejos de rehuir el contacto la mujer se apretó más contra él y con una de sus manos le manoseó las nalgas. Se separaron y miraron a los ojos, sus rostros a escasos centímetros.

- Puedo... - susurró Juan 

Fue ella la que tomó la iniciativa y le besó en los labios.

- Abre la boca. - le dijo en inglés.

El obedeció y ambos amantes se fundieron en un beso con lengua delicioso. Las manos de Juan en esta ocasión manosearon el culo de su tutora.

- Suerte en la entrevista.

****************

Epílogo

****************

Finalmente, Juan se levantó de la cama y acercándose a Daisy por detrás la besó en el cuello y comenzó a tocarle las tetas. 

- Quítate el sujetador. - susurro en su oído haciéndola cosquillas.

- Me lo acabo de poner. - ronroneo ella tratando de vencer su propio deseo.

- Tengo clase en media hora con una alumna. - añadió.

- ¿Le das azotes?

- ¿Que dices? no se puede ir dando azotes en el culo a la gente.

- Gracias. Sin ti no hubiese pasado la entrevista.

Ella se volvió con una sonrisa. Se sentía satisfecha. Su alumno había aprobado, sus clases habían dado fruto y además había encontrado el amor.

Juan empezó a tirar de las bragas de su tutora.

- ¿Qué haces? Tengo que irme...

- Enséñame el culo... por fi... 

La profesora, excitada, accedió a sus deseos.


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