Amor Torturado  

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  La estrategia que había planeado Roberto, de comprar boletos para el concierto de música electrónica en el área vip, con el fin de conocer a alguien de buena clase, le funciono a la perfección, conoció a la mujer ideal:  muy alegre, desde el mismo momento de su encuentro, se le hizo perfecta físicamente, y otra cualidad que valoró mucho, es que le gusta el mismo tipo de música que a él. Ese día, el concierto fue muy divertido como ningún otro al que hubieran asistido, se la pasaron brincando, gritando y alzando los brazos. Fue una conexión inmediata  entre ambos. Al finalizar se quedaron platicando en la banqueta del estacionamiento del estadio hasta las 3 de la mañana, Zaira pensaba que se vería mal que en la primera cita invitara a Roberto a su departamento, pero fue tal la euforia que sentía ese día, que no lo pensó más. Le propuso a Roberto que la acompañara a su depa, al llegar a la puerta, cuando ya se estaban despidiendo, Roberto la abrazo y la beso en la mejilla, se quedaron abrazados y con los rostros muy cerca, se besaron en la boca y eso detonó la chispa que desencadeno una noche de pasión, se hicieron nudo sus cuerpos lo que quedaba todavía de la noche.

En la mañana se despertaron y volvieron a hacer el amor, fue algo espontaneo. Al terminar, ella se fue a la cocina solo vestida con la camiseta de él, sacó un jugo de naranja del refrigerador y sirvió dos vasos hasta arriba. Los llevó a la cama y platicaron viendo la televisión, hacia algo de frio, así que se taparon y sus piernas se entrelazaron. No tenían nada de prisa porque era Domingo, sus celulares se hallaban al igual que ellos descargados de energía.

En la tarde Roberto se despidió de Zaira, con un abrazo muy largo, como cuando no te quieres ir. Quedaron de mensajearse y llamarse durante la semana, para ponerse de acuerdo para volver a verse.

Roberto llegó a su departamento, está ansioso por platicarle a un amigo lo que le había sucedido, ella por su parte también quería contarle a su mejor amiga lo bien que la había pasado en el concierto y en la noche, además de la persona que había conocido, y lo que se había atrevido a hacer, de invitarlo a pasar a su departamento en la primera cita.

Roberto anduvo todos los días siguientes muy contento y pensativo, como enamorado, con la mirada perdida, no podía creer que hubiera conocido a la mujer más bonita y perfecta, así como para divertirse y hacer el amor, creía que era un sueño. Entre la semana se mensajearon, ella le comentó en forma titubeante, que ojalá siguiera la misma intensidad de su amistad, que cuando conociera a su familia no fuera a cambiar la opinión que tenía de ella. Él, en son de no importa, le contestaba, ella le decía conste, te lo advertí.

Todo iba viento en popa, hasta que dos semanas después, cuando Zaira lo invitó a ir a cenar a la casa sus papás. La casa estaba en la misma ciudad, solo que en lado opuesto de donde vivía ella. Zaira pasó por él en su carro y en el trayecto platicaron cosas sin importancia, pero Roberto podía notar que ella estaba algo nerviosa.

Cuando llegaron a la casa a los papás de Zaira, entraron con la llave de ella, no tuvieron necesidad de tocar, al entrar se oyó una voz muy gruesa pero de mujer que le pedía un momento para bajar, que se sentaran en el comedor. Había un olor de algo muy fuerte, pero Roberto no sabía exactamente a qué. Unos minutos después, bajo la mamá de Zaira era una señora normal de unos cincuenta y tantos, que al mismo instante que vio a Roberto lo escaneó de pies a cabeza, eso no se le hizo raro a Roberto, pero después cuando empezó a platicar con ella y escuchar su gruesa voz afónica, empezó a sentir como una tortura la visita, por más que Zaira le pedía a su mamá que ya lo dejara en paz, era imposible, Zaira no se le despegaba a Roberto como forma de apoyo, sabía que su mamá lo iba a interrogar como un inspector de policía. Después de cientos de preguntas si un rumbo fijo, Roberto se levantó de la silla para pedir el baño, se fue allá para descansar un poco del interrogatorio, se vio al espejo diciendo ¿en qué problema me metí?, esto es una tortura.

Al volver a la mesa, ya estaban el papá y el hermano sentados con una cara de pocos amigos, solo lo saludaron con la cabeza. Roberto se presentó con ellos y se sentó. En eso llego la comida que iban a cenar, destaparon una olla con un olor muy fuerte a ajo, sin preguntarle si le gustaba, le sirvieron un plato hondo rebosante de caldo de ajo, fue una tortura comerlo, por mas limón que le puso y luego le sirvieron hígado encebollado, a Roberto no le gustaba la consistencia del hígado pero se lo comió con mucho sacrificio y mucho limón. Al final le dieron de galletas de menta con chispas de chocolate, estaban durísimas. Zaira no le preguntaba si quería solo le servía los alimentos, sabía que si se los rechazaba a su madre sería una escandalo el momento, Roberto estaba queriendo arrepentirse de hacer ido y de conocer a la mujer perfecta con la peor familia del mundo. Pensaba Roberto si esta va hacer la familia de mi futura esposa voy a tener que convivir con ellos siempre, va ser un tormento mi vida.

Inmediatamente que terminaron de cenar , Roberto se levantó, evitando que empezara la señora con otro interrogatorio, se despidió y Zaira le decía ¿pero en que te vas a ir?, venimos en mi carro, la señora como burlándose le dijo entonces ni carro tiene, Zaira le dijo tenemos que recoger los platos y lavarlos para podernos ir, Roberto se le acercó a Zaira y en secreto le dijo no me molesta recoger y lavar los platos, pero me cayó mal la comida y me siento indispuesto, no hay problema pido un taxi, Roberto sentía que tenía un aliento de dragón indigesto, por el caldo de ajo.

Salió de la casa y caminando de prisa tomó un taxi, en el trayecto no quería ni respirar no fuera que el chofer del taxi lo fuera a bajar por el mal aliento. Estaba pensativo se le había caído del pedestal la hermosa Zaira, no quería volver a padecer una tortura psicológica por otro interrogatorio con voz insoportable y tortura física con los alimentos intolerables que le dieron de cenar. Después de esa trágica noche no volvió a buscar a la perfecta Zaira, peso por eso, ajo por ajo, no vale la pena.


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