UNA OSADA BODA

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La boda se celebró en un despoblado, de paisaje

árido y polvoriento apenas ni un árbol, que diera sombra.

Rodeado de cascotes de algunas obras abandonados y

desperdiciados por el suelo lleno de guijarros.

Enmarañado de matas de mala hierba que se enraizaban en aquel suelo

inhóspito, solitario y alejado de la gran urbe, cuyo vestigio de que cerca

de allí había vida humana era el ruido de la carretera.

El silbido del aire se oía entrecortando la velocidad de los autos, que circulaban

a gran velocidad.



El novio vestía traje de Chaqué, algo arrugado y descuidado.

Mientras esperaba a la novia se colocaba delante de los invitados

 utilizando su antemano, como improvisada mesa donde esparcía.

El polvo blanco de la cocaína y la esnifaba, sin ningún recato.

Alguien por allí decía....¡¡Està dopado!!.


 Aquel osado novio llevaba escrito en el bolsillo de su chaqué, una oda

para recitarla, no sabia si antes de casarse ò después.

Pero a modo de ensayo y mientras esperaba a la novia empezó a recitar

en voz alta, y mientras la recitaba, algo en él cambio, fue como una transformación.


La oda no era suya sino de Esponcedra, y su poesía "la canción del pirata".


Cuando aquel dopado novio empezó a recitar aquella poesía, se quedó

atascado en el estribillo....


Que es mi barco mi tesoro,

que es es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.


Y diciendo esto agarró la moto donde había venido, y salio corriendo.

Dando gritos, y repitiendo como papagayo, el estribillo que era lo

único que podía repetir sin confundirse y trabarse la lengua.

Se fue en dirección a la carretera y nunca más se le volvió a ver.

Más tarde llegó la novia embarazada, que del disgusto dio la luz

allí mismo entre los invitados a la boda.

Después de este incidente aquel despoblado se llenó de ambulancias.

Y fue noticia curiosa por algunos días, pasado algún tiempo aquel

despoblado sigue siendo un paraje solitario, donde el ruido de la carretera.

 silva el aire entrecortado de los autos que van a gran velocidad.

Que  irrumpen en el silencio de aquel lugar solitario convirtiéndolo

en un pulmón que respira dióxido de carbono, y aire contaminado.

Que deja en el aire envenenado vestigios del progreso, soledad y desolación.

De una ciudad, sin alma en los extrarradios de urbes superpobladas y olvidadas

de la mano de dios.

FIN


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