Los sobrevivientes

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LOS SOBREVIVIENTES

 

En algún lugar del planeta Marte se localiza la estación científica de investigación planetaria, llamada por sus ocupantes "Nueva Tierra". El proyecto obedece a un convenio internacional cuyo objetivo es el desarrollo de un programa de colonización en el sistema planetario solar.

Dicho complejo se diseñó con la más avanzada tecnología de punta en materia espacial y opera bajo la dirección de un grupo de científicos especialistas en: robótica, informática, genética, biotecnología, física, nanotecnología, química, medicina, biología y ciencias sociales; que, junto con un grupo de ciudadanos voluntarios originarios de las diversas regiones geográficas de la Tierra, integran el programa de la primera colonia terrícola en Marte.

El proyecto fue concebido como una alternativa futurista ante la amenaza latente del deterioro ambiental y el inevitable agotamiento de los recursos naturales de la Tierra; resultado del acelerado desarrollo tecnológico e industrial, los altos índices de crecimiento de la población mundial, la enorme demanda de alimentos y servicios básicos, y los volúmenes de basura y desechos de las grandes urbes.

Esta amenaza mundial, a la par de los conflictos políticos entre las potencias agrupadas en los tres bloques de poder regional: La Unión Europea, la Cuenca del Pacífico y los Estados Unidos, en su disputa por el control de la producción y el mercado de las materias primas. Precipitaba aún más, la inminente catástrofe del globo terráqueo que, en cualquier momento podría desencadenar en un conflicto bélico nuclear.

Así, meses después a pesar de las negociaciones diplomáticas del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Se desencadena la primera guerra mundial del siglo XXI.

Durante los primeros sucesos bélicos, el Centro Internacional del Espacio (CIE) en la Tierra, estuvo transmitiendo vía satélite a su estación en Marte, la información sobre la conflagración nuclear. Pero, al poco tiempo, se pierde todo contacto con la Tierra. 

Un día después, ante la incertidumbre y la falta de comunicación, el mando en la estación marciana decide enviar a la Tierra una nave tripulada con cinco científicos. 

Sin tardanza se inicia el viaje a través del espacio interplanetario, trayecto que se realiza en un lapso de diez días. Las instrucciones que lleva la tripulación una vez que penetren la atmósfera de la Tierra, son: “tratar de hacer contacto con alguna base del CIE en cualquier país”. Con la recomendación de: “no descender hasta que tengan respuesta alguna”.

Así, al llegar a cielo terrícola, los intentos por comunicarse son inútiles, no logran contacto ni reciben respuesta a su comunicación. El radar de la nave no registra signos de vida en la superficie; las imágenes que transmite sólo muestran ruinas y un paisaje gris y oscuro a causa de la devastación atómica.

Ante tales circunstancias, la tripulación decide descender –a pesar de las indicaciones contrarias al respecto-, con la esperanza de localizar algún refugio con sobrevivientes.

El lugar elegido es el norte de África en pleno desierto donde se ubican las principales instalaciones del CIE.

Conforme se aproximan a la superficie, comprueban poco a poco las señales que les envió su radar. Todo es ruinas en el horizonte, sólo se aprecia una densa neblina gris. 

Una vez que la nave toca tierra, los instrumentos de medición reportan altos índices de radiación en el ambiente.

A pesar de ello, la tripulación decide llevar a cabo en el terreno una búsqueda de sobrevivientes. Cuatro de ellos irían y uno se quedaría para estar en contacto con el grupo.

Se dividen en parejas para iniciar la inspección. En su recorrido lo primero que identifican son las ruinas del edificio principal del CIE.

El panorama es desolador, el ambiente es sofocante, la superficie se encuentra cubierta de arena y cenizas, no hay rastros de vida.

Las dos parejas que se encaminan por rumbos distintos -no sin antes checar sus radios de comunicación-, se van reportando “sin novedad” con la nave.

Minutos después uno de los científicos informa. -Mi compañero se siente mal, posiblemente a causa del agotamiento, nos detendremos un rato a descansar. 

Más tarde, la otra pareja comenta por radio -hace demasiado calor, estamos sofocados y con síntomas de ardor en el cuerpo -y agrega-, negativo sobre rastros de vida.

Al poco tiempo, el tripulante de la nave les recuerda -hay que regresar. Uno de los científicos le contesta -nos encontramos demasiado fatigados, vamos camino a la nave.

De nueva cuenta les solicita su ubicación. Pero esta vez no recibe respuesta inmediata.

Insiste y oye débilmente la voz de uno de sus compañeros -estamos totalmente agotados sin fuerzas para caminar… es la radiación…

Alarmado, les pide su autorización para acudir a auxiliarlos. De repente por el radio le vuelven a decir -no salgas, estamos afectados por la radiación nuclear... regresa de inmediato a Marte.

Les solicita su ubicación para ir en su auxilio. Uno de ellos con muchos esfuerzos le responde –elévate, vete, no hay salvación, estamos a punto de fallecer...

Pierde el contacto. Les grita, les suplica que respondan. Sin identificar la voz, vuelve a escuchar –regresa... regresa...  

Sin saber qué hacer, mira a través de la escotilla tratando de localizar a sus compañeros. La respuesta es el silencio total, la destrucción y la desolación.

Pretende ordenar sus ideas. Con la vista perdida en el horizonte repite mentalmente la última palabra de su compañero “regresa... regresa...”              

Revisa los instrumentos de la nave y acciona los cohetes de propulsión para iniciar el despegue. Al irse elevando, se pregunta -¿cómo fue posible que el ser humano, su sociedad y su desarrollo, no hayan logrado la armonía con la naturaleza? Hemos aniquilado el lugar más maravilloso, mágico y bello del sistema solar.

Una vez en el espacio sideral se comunica a la estación en Marte. La primera información que emite es -no hay más vida en la Tierra, somos los únicos sobrevivientes... 


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