Aullidos en la oscuridad

El cielo se tornaba oscuro, solo alterado por la luz de los relámpagos. El cazador buscaba refugio mientras era observado por una manada de lobos cuyas leguas se relamían ante una fácil presa. El corazón del cazador palpitaba cada vez, con mayor fuerza. El crujir de las ramas al ser pisadas por sus botas le sobresaltaba. Perdido y sin refugio solo anhelaba la llegada de los primeros rayos del sol. El lobo más anciano de la manada miraba con sus cansados ojos a aquel torpe humano que se movía solitario entre una selva de árboles, sin imaginar que era acechado. La lluvia espesa impedía al cazador ver por donde caminaba, el frio se estaba apoderando de sus huesos. Un aullido le despertó de sus pensamientos. Nuevos aullidos le hicieron estremecer de terror, su paso se aligero e intento ver más allá de lo que la lluvia le permitía pero era infructuoso saber que había a su alrededor. Un aullido estremecedor paralizo al cazador y un ruido veloz e invisible le llevo a coger la pequeña cruz del colgante que pendía de su cuello. En ese momento su cuerpo se desplomó ante un golpe. De pronto el cazador grito al sentir como su cuerpo era devorado por varios lobos pero fue el lobo anciano quién al morder con furia el cuello del cazador borró todo rastro de vida.