AQUELLA NOCHE

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Enviado el , clasificado en Drama
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-¿Te dejo las hojas aquí?

-Vale

Salí de la oficina cansado, pensando en qué voy a hacer al día siguiente. Era un caluroso viernes de agosto en el que solo un baño de hielo me salvaría. Me dirigía a casa con el aire puesto al máximo de mi nuevo Mercedez Benz que había comprado hace tan solo una semana. Aquel aire parecía inútil ya que seguía derramando el sudor por mi cuerpo, mojando la camisa celeste que llevaba aquel día. Finalmente llegué a casa, metí el Mercedez en el garaje y fui a ver a mi esposa que estaba esperándome. Al verme en ese estado, sin preguntarme, me preparó un refresco muy frío con tres hielos y una corteja de limón para darle más sabor. 

- ¿Cómo te ha ido el día? - Me preguntó, mientras saboreaba aquel refresco de piña y naranja que me acababa de preparar.

- Bien. Me han prometido un ascenso, si consigo convencer a un hombre importante de negocios, para que trabaje con nuestra empresa.

Me felicitó y seguidamente, fui a tomarme un baño del que antes hablé. Faltaba el hielo en el agua, pero no era un problema porque me sentía muy bien. Al salir, recibí una llamada de Jorge, un amigo de la infancia al que hacia tiempo que no veía por culpa del trabajo. Me propuso ir a cenar al día siguiente. Era una propuesta que no podía rechazar ya que sabía que a Helena, mi mujer, le gustaría mucho volver a ver a nuestros amigos, tanto como a mí. Ya tenía plan para ese día por el cual estaba pensando al salir del trabajo.

Al día siguiente, nos arreglamos y salimos de casa. Aquel día no hacía tanta calor, sino todo lo contrario. Era un día nublado de los que tanto apetecen después de un día tan caluroso. Cogimos el coche y nos dirigimos al centro de la ciudad, donde habíamos quedado las dos parejas.

- Jorge, amigo ¿cómo estas? - Nos saludamos con un fuerte abrazo y caminamos por el paseo. Teníamos muchas cosas de las que hablar. Mientras tanto, encontramos un buen restaurante. En aquella mesa de cuatro personas, comenzamos a abrir el baúl de los recuerdos. Compartimos nuestras fotos de pequeños, que teníamos guardado en nuestras carteras. Nos hicimos nuevas fotos para el recuerdo y reímos por las tonterías que estábamos haciendo impropias de personas de nuestra edad. Bebimos unas cuantas copas junto con la comida, pasamos hasta el final del día juntos y al llegar las dos de la madrugada, decidimos irnos a casa. Jorge insistió junto con su pareja en quedarnos un rato más, pero ya no podíamos. Estábamos muy cansados y necesitábamos descansar. Mientras dormíamos, comenzó a sonar el teléfono. Creyendo que era la alarma, colgué varias veces hasta que volví en sí y me dí cuenta que me estaban llamando. No me lo podía creer. Me comunicaron que Jorge y su esposa habían tenido un accidente de coche con un camión y habían fallecido ambos.


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