El amigo de mi padre.

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
76753 visitas

Marcar como relato favorito

Era mi hora libre del trabajo y decidí subir a las oficinas principales a buscar a mi padre para ver si le apetecía acompañarme a almorzar.

Entré como una bala en el despacho, aún siendo la hija del jefe me gustaba cumplir con mis horarios y solo disponía de una hora. Llamé a la puerta y rápidamente entré sin esperar respuesta alguna. Mi padre no estaba, en su lugar estaba su mano derecha laboral y gran amigo Iván, mi mayor fantasía sexual desde que tenía unos 16 años. Estaba apoyado en la mesa del despacho con los codos hincados, con una mano sujetaba el teléfono móvil por el que hablaba con alguien y con la otra tomaba apuntes en un pequeño papel.  Iván tiene 33 años, 12 años mayor que yo.

 Soltero, pero con muchas mujeres a su alrededor para divertirse, y alguna de la que en ocasión escasa se había enamorado.

Moreno, con unos ojos azules que se impregnan en tus pupilas y te hacen perder el sentido hasta que él decide no hacerte babear más y quita la mirada, unos labios gruesos con perfecta forma, sonrisa sensual  ; cuerpo musculoso con unos abdominales notables  en sus impolutas camisas siempre limpias y perfectamente planchadas.

Normalmente no me hacía ni pizca de caso, supongo que simplemente siempre he sido la hija pequeña de su socio y amigo  a la que ha conocía prácticamente  desde que llevaba un traje blanco de comunión y jugaba con muñecas.

Ahora ya no era así, ahora quería que él me mirara con otros ojos. Podría haberlo intentado alguna vez, pero jamás me insinuaba a un hombre. Mi atractivo natural me permitía tener a mi merced a cualquier hombre, pero Iván ni si quiera me miraba con otra intención que no fuera cariño o simpatía.

Levantó la mirada y al verme sonrió, le devolví la sonrisa y muy bajito para no interrumpir su conversación le dije que me marchaba, él me hizo un gesto señalando la silla para que me sentara a esperarlo.

-¿Qué te pasa, preciosa? (Solía llamarme así siempre)

- He venido a buscar a mi padre para almorzar ¿sabes dónde está?

- Ha tenido que asistir a una comida para negociar con los alemanes, pero espérame un minuto que me ponga la chaqueta que te invito.

Sonreí, lo esperé y rápidamente salimos de las oficinas mientras nos decidíamos por comer en un restaurante Italiano que estaba cerca del trabajo.

Comíamos unos deliciosos canelones de carne y pasta a la carbonara.  Charlábamos de todo un poco, sobretodo del trabajo, cuando, entretenida enrollado mis espaguetis lo pillé mirándome el escote descaradamente. Me gustó ver que por fin llamaba su atención como mujer. Levanté la cara y le sonreí. Creí que apartaría la cara o que se avergonzaría de la pillada, pero no. Siguió mirándome los pechos y seguidamente los ojos. No sé en qué pensaría, pero si normalmente sus ojos ya me volvían loca, ese día casi me corro encima en medio de aquel restaurante. Su mirada por primera vez era diferente, tenía el entrecejo un poco fruncido y sus pupilas estaban dilatadas.

 

No sé cuánto tiempo estuvo allí parado, mirándome mientras comíamos, me puso tan nerviosa que decidí dar el almuerzo por terminado y marcharnos a trabajar.

El recuerdo de lo ocurrido ese día me acompañaba diariamente en mis horas de trabajo, en la ducha, y en mi cama mientras me masturbaba fantaseando con él.

No me volvió a ocurrir nada más, no hubo más encuentros, ni almuerzos, no hubo más miradas... hasta que aquel jueves sonó mi recibidor de llamadas de las oficinas y escuché:

"Preciosa, sube cuando tengas un ratito. Tengo ganas de verte o almorzar contigo de nuevo"

Era Iván.

 

 

Continuará...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed