La roca de sacrificios

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Todo era raro... Hacía mucho que no venía de visita a la ciudad de México, vagar por los museos coloniales ya de noche era muy diferente a hacerlo de día... Esa magia antigua se sentía flotar en el aire...
No sé si mi mente estaba ofuscada con tantas historias porque de repente vi pasar algunas sombras hacia el patio central del museo, era un pequeño grupo encapuchado alumbrándose con antorchas, o al menos eso reflejaban las sombras...
Fue tal mi curiosidad que me separé del guía por un instante y regresé sobre mis pasos a donde las sombras habían desaparecido.
Nada había ahí, ni sombras ni gente, nada. Mi mente seguramente trastornada por las historias de terror jugaba una broma conmigo... Al dar la vuelta para regresar con el grupo siento que algo roza mis piernas y lógica solo acierta a decir que un gato debe rondar el lugar y aunque de reojo lo busco sigo sin poder ver nada en el sitio. 

Algo, no sé qué, me agarra del brazo, el miedo me invade, intento safarme pero en vez de lograrlo me toma más fuerte... 
Automáticamente abro mi boca dispuesta a gritar pero ningún sonido emite mi garganta, la desesperación comienza a apoderarse de mí y al querer correr algo golpea mi cabeza, cubren mi nariz con una tela bañada en un líquido fuerte y voy perdiendo poco a poco la conciencia mientras las sombras encapuchadas van apareciendo una a una a mi alrededor.
No sé qué pasa, estoy acostada sobre algo muy duro, una roca quizá, trato de moverme pero mi cuerpo no responde, cada uno de mis músculos se sienten pesados y mi mente está aletargada, no puedo abrir los ojos...

Un grupo de gente se acerca, comienzan a escucharse cánticos lúgubres en un idioma antiguo que no alcanzo a reconocer, no sé qué dicen, algo ata de repente mis muñecas, mis tobillos, me tienden sobre la roca de sacrificios, uno de los miembros encapuchados se acerca y arranca mis ropas, con una daga traza una fina línea que va de mi cuello al corazón, comienzo a sangrar un poco, trato de escapar pero estoy atada fuertemente, ya nada me salva de la muerte.
Pasa por mi mente todo lo vivido, se acerca a mí quien parece ser el líder y me observa, me reflejo en sus ojos negros y me entierra la daga en el corazón.

 

Malu Ramírez


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