El Paraíso del Clan Foreman.(III) Final. f

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Tristeza y Remordimientos.


El que parecía capataz fue donde el Jefe.
–Patrón, creo que tendremos más agua del nuevo pozo para mañana.
Sin esperar la aprobación del impasible Foreman dio media vuelta y se juntó con el resto debajo de un gran techo que cubría varios mesones. Eran más de cien hombres y mujeres que esperaban les sirvieran su comida.
–Elvira, no se olvide de los guardias, pronto hay cambio de turno.
El cielo se nubló con la gran nube parda y el sol se volvió rojo. Inquietos todos miraron hacia el astro rey y en silencio comenzaron a comer; la cabecera de uno de los mesones estaba ocupada por el matrimonio dueño de la isla, comían sin formulismos. Era la democracia perfecta.
Un grito de advertencia se oyó a lo lejos y todos abandonaron los mesones; corrieron a sus casas y regresaron armados con metralletas, bazucas y entre dos traían una enorme ametralladora. Detrás corrían los muchachos portando la pesada munición.
Bajaron hasta la playa, pues vieron una nave pesquera que se aproximaba. Los tripulantes traían banderas blancas que agitaban y ya se veían sus barbudos rostros que miraban expectantes. Foreman tomó una metralleta y disparó una ráfaga que salpicó un reguero sobre la superficie del agua a pocos metros de la frágil barca.
–¡Váyanse, no hay cabida para ustedes!
Los de la embarcación alzaron un gran lienzo blanco con algo escrito.
Levantaron los puños amenazantes y gritaban, pero no se entendía qué decían. A la orden de su capitán elevaron más el lienzo y comenzaron a entonar una melodía triste, fúnebre.
Olga leyó el letrero y con espanto sus manos taparon su boca. Ella, una princesa árabe, otrora llena de lujos ahora era insultada por esas palabras:
“PETROLEROS ASESINOS DE LA TIERRA, MUERAN JUNTO CON NOSOTROS Y CON EL RESTO DEL MUNDO”.
La pequeña embarcación se alejó; sus tripulantes en silencio prefirieron ir a morir bajo la lluvia ácida y el sol implacable, seguramente de sed y hambre. Charles Foreman sintió una punzada de pena, pero comprendía que la isla no tendría capacidad para más habitantes; el barco se perdió entre la neblina venenosa y ellos volvieron adentrarse en la Isla Paraíso.
El clan tal vez viviría algunos años más en la Tierra moribunda y que sólo en el sur de un país que se llamó Chile logró encontrar vida vegetal en esa gran isla; allí con sus fieles amigos creó su propio mundo. Sí, volvieron al Edén, pues ahora la historia era inversa, el mundo los arrojó por no escuchar las voces suplicantes que les advertían estaban destruyendo al planeta. La princesa Olga y sus hijos se abrazaban, habían vivido en aquel mundillo que su padre y otros arrogantes potentados del petróleo hicieron ostentación del poder de los malditos petrodólares; murieron asfixiados por los gases tóxicos que ellos mismos produjeron o simplemente fueron ejecutados por las víctimas del gran desastre.

La Esperanza Nunca Muere.
Los habitantes de la isla no perdían la esperanza de sobrevivir en aquella tierra que Dios dispuso en el fin del mundo, en el nuevo Edén. Volvieron a la naturaleza, a la vida sencilla; araron, sembraron y cosecharon con el sudor de sus frentes.
Un día el Jefe encontró a Elvira arrodillada musitando una oración; en silencio respetó su credo. Cuando terminó su adoración decidió hablarle.
–¿Por qué y a quién oras?
–Patrón, adoro al Creador y ruego aparte su ira por nuestro orgullo.
Desde entonces Charles y Olga despertaban por las mañanas con la esperanza que Dios los escuchara. Pasaron veranos e inviernos y todas las madrugadas les agradaba escuchar el trinar de los pájaros de la isla, hasta que un día notaron que la mortal neblina se estaba disipando.
Otra amanecer de primavera de cielo azul y sol radiante, sus cuerpos endurecidos y sanos por el natural ejercicio de campesinos, descansaban del riguroso trabajo; Olga lo sacudió y él despertó.
–¡Escucha …presta atención!
Charles aguzó su oído.
–¡Eh, es un nuevo trino!
Pasando su mano por sus cabellos que empezaban a platearse, acudieron a la ventana. Tres pajarillos de una variedad que nunca habían visto, jugueteaban en las ramas de un olivo.
Pensó si las avecillas sobrevivieron en algún lugar, entonces …
Los bellos pájaros se asustaron ante la alegría de los pobladores, … pero ya volverían.
La esperanza que estaba en el corazón de Elvira renacía en el resto de los habitantes de Isla Paraíso… Sin embargo, ¿Habrían aprendido la lección después del terrible holocausto?



                                                     ???????????


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