Ponerse al sol a secar

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Subía las curvas del pueblo más alejado de mi empresa, teniamos varios provedores que nos daban su liquido blanco. El pueblo estaba como olvidado a la mano de Dios, cada casa aislada de la siguiente. Todo prados y montaña, como si el tiempo se hubiera parado aquí. Él último en recoger era Estanislao, la ultima vez que lo visite se despió muy efusivo. Subiendo la cuesta veía su casa, me fijé en el balcon, de él caía algo. -¡ Dios!, era Estanilao sin vida, sostenido por una cuerda.


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