La mayor prueba de amor (1/2)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
8736 visitas

Marcar como relato favorito

Creo que el amor es hacer por la otra persona hasta las cosas inimaginables solo por complacerla. Antepones su placer antes que tus celos o más bien no sientes celos porque el saber que disfruta sentirse complacida te hace sentir bien también.

Llevo tan solo cinco años de casado y en estos cinco años solo han sido unos cuantos pares de días en los que no nos hemos entregado son locura a la pasión. Diario y algunas veces más de una vez al día, siempre nos volvemos locos de placer. Sin embargo, aunque yo trate de cumplir todas mis fantasías antes de conocer a mi esposa. Mi esposa no ha vivido a pesar de sus 4 años de mas solo vivió una sexualidad convencional.

Una noche, después de que ella y yo terminamos de hacer el amor como dos verdaderos animales, me pregunto cuantas veces yo había estado con dos chicas o más. 3 veces le respondí. Una vez en la preparatoria y otro par de veces en la universidad. Me pregunto de las sensaciones que uno experimenta y del placer que uno siente al hacerlo. Y aunque le respondí sin morbo, me preocupaba lo que pudiera pedirme.

Si yo quisiera invitar a una chica a compartir nuestra cama tu harías lo mismo con un chico? La verdad es que su pregunta me dio un profundo escalofrío, pero sin embargo de manera sobria pude contestarle que sí. Pues yo te amo, y no me gustaría compartirte con nadie pero si es algo que tu quieres hacer por supuesto que te complacería aunque mis celos me lo impidieran. Le conteste lo más sincero que pude ser porque tampoco es como la pregunta más normal y menos cuando se vislumbra que dicho cuestionamiento no es broma. Ella me abrazo fuerte y no me quedo más que preguntarle lo que era evidente… ¿quieres que te coja junto con alguien más? Mi pecho se alarmaba cuando termine de preguntarle, pues claro que me da curiosidad pero no se qué opines tu.

Por supuesto que te complacería y aunque las veces que junto a un amigo me ha tocado complacer a una dama en varias ocasiones, no es lo mismo con la mujer que de verdad amo. Y la verdad no quiero que aunque sea mi mejor amigo después ande contando que se cogió a mi esposa. Entonces que propones? Me pregunto un poco sorprendida, por supuesto que lo vamos a hacer pero con alguien que no sea ni amigo tuyo ni mío. El tipo que tu escojas, el que más te guste al azar pero que tenga la certeza de jamás volverlo a ver. Bueno eso me agrada mas y como lo convenceremos? Ay mi amor… yo estoy seguro que después de verte será muy tonto si se niega.

Al fin de semana siguiente, que ambos no íbamos a trabajar salimos muy arreglados, y en el centro de la cuidad de México, fuimos a escoger a nuestro candidato. Mi esposa vio pasar a toda una gama de hombres, los cuales, iban desde diferentes tamaños y colores. El me dijo, pero… ¿cómo se lo decimos?  Déjame hablar con él. Me pare, hable con el pero al parecer pensó que era una broma. Siguieron pasando candidatos hasta que un joven de unos 26 o 28 años (casi de mi edad), iba caminando con su novia, mi esposa me dijo que fuera y tratara de hablar solo con él. Así lo hice, me acerque y le toque su hombro.

Disculpa, no quiero interrumpirte, solo quiero hacerte un par de preguntas en privado, prometo no quitarte más de cinco minutos, por favor. Está bien, me contesto un poco desconcertado, lo lleve en un punto medio entre su novia y mi esposa.

Lo que te voy a decir te va sonar muy pero muy extraño y quiero antes que me contestes me prometas mucha discreción. Está bien me contesto pero, dime que es… ves a esa mujer de vestido negro de allá? Si me respondió. Muy guapa ¿cierto? Si. Y tiene u cuerpo muy rico ¿a poco no? Sí, pero eso que tiene que ver conmigo. Bueno, que dirías si te dijera que ella quiere coger contigo? ¿en serio? Me contesto. Sí, pero lo que ella quiere ciertamente es que la cojamos tú y yo juntos. Pues te diría que por supuesto que sí pero… que hay con mi novia? Porque ella no va a querer. Nos interesas tú, tu novia preferiría que ni se lo mencionaras. Así que… ¿Qué dices? Claro pero… no hay pedo contigo o con ella? Por eso buscamos a un desconocido para precisamente no tener problemas. Ni ella ni yo estamos contagiados de nada y esperamos que tu tampoco. No claro que no me dijo. Está bien déjame tu numero y no hagas planes para dentro de una semana.

Me contacte con la persona, y convenimos en estar puntuales al medio día en un hotel. El llego bastante a tiempo. Muy bien arreglado y nosotros nos engalanamos con nuestros mejores vestidos, nuestros mejores perfumes y ahí estábamos los tres en esa habitación de hotel. Serví tres copas de champagne, brindamos por el evento y con los nervios un poco erizados, nos empezamos a acercar a los costados de mi esposa y acariciar los hombros de mi esposa.

Comenzamos a besarla y a acariciarle cada quien dé a un seno. El bajo el cierre del vestido y yo se lo comencé a quitárselo. Como no tenía sostén, solo quedaba bajarle las bragas para dejar ver ese trasero de buen tamaño y curvas hermosas. Le succionamos los pechos y acariciamos las nalgas mientras nuestras erecciones se notaban por debajo de nuestros pantalones. Ella se inclino y masajeo ambas vergas con esas manos amaestradas mientras cada uno se desabotonaba la camisa. Mi esposa comenzó a besar mi estomago mientras seguía acariciando el miembro de nuestro acompañante que se desabotonaba los puños de la camisa, en un segundo ella beso su pecho y le deslizo la camisa, hizo exactamente lo mismo conmigo mientras yo me terminaba mi copa, desabrocho mi cinturón y el de él y con sincronía perfecta nos desnudo a ambos por igual.

CONTINÚA EN LA SEGUNDA PARTE 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed