EL DÍA EN QUE ME LIÉ CON "NICOLE KIDMAN" 2

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Estuvimos saliendo una temporada, y como ella hacía poco tiempo que residía en la Ciudad

Condal, puesto que venía de un rincón de Castilla la Nueva, y si yo la había conocido en aquel

sofisticado Club había sido porque una íntima amiga suya la había llevado allí para conocer

de cerca a Pedro Almodovar, yo me ofrecí en hacerle de cicerón para que conociese los sitios

más emblemáticos de mi lugar de origen.

En el entretanto como nos atraímos enormemente, íbamos a un PUB en el que apenas había

gente, y nos besábamos en la boca con una pasión desmedida, a la vez que nos acariciábamos

con frenesí nuestros respectivos genitales. Y observándola con más detenimiento me fijé en

que Rosa no era exactamente igual que Nicole Kidman, puesto que la actriz tiene unos ojos

azules y la mujer que tenía al lado los tenía marrones; pero no importaba porque ella me

subyugaba en grado sumo.

Al fin, como aquellos encuentros nos subía sin cesar la temperatura sensual, yo la llevé a mi

casa de veraneo que está cerca del mar, y le ponía discos de música romántica de Julio

Iglesias.

Seguidamente Rosa que llevaba un vestido rojo se lo quitaba de una forma provocativa

dejando al descubierto su ropa interior de color negro en un mórbido y bien formado cuerpo

con lo que a mí se me acentuaba mi instinto fetichista, y una vez que nos tumbábamos en el

sofá de la sala de estar fornicábamos alegremente.

Así pues que yo por aquel entonces vivía como envuelto en una nube, y cualquier incidente

que se producía a mi alrededor se me antojaba carente de interés. A decir verdad yo no

estaba seguro de si la amaba incondicionalmente, o simplemente la deseaba; o ambas cosas a

la vez. Lo que sí tenía claro era que el amor, el sexo se nutren de la imaginación, y de la

cultura en la que uno se desenvuelve, cuyo fundamento sin ninguna duda tiene que ver con el

lengüaje. Y en mi caso dicha cultura tenía sus raíces en la magia del cine.

Sin embargo, por otra parte Rosa, aquella doble de Nicole Kidman, me aburría soberanamente

porque apenas hablaba; no sabía o no quería opinar sobre ningún tema, y daba la impresión

de que ella se escondía una carta bajo la manga.

Y así era.

Un buen día sentados junto a una mesita de aquel PUB Rosa dejó caer que en su casa familiar

vivía en un infierno. Resultaba que su hermano que trabajaba en un Banco, había sufrido una

angina de pecho, y tiranizaba a toda la familia con su enfermedad con un infundando

sentimiento de culpa. Si la parentela en cuestión no se avenía a sus requerimientos, a él

le vendría un infarto al corazón; podría morir y ella viviría para siempre con un insalvable

remordimiento.

Por tanto Rosa se quería casar con quien fuese sin tener en cuenta la personalidad de su

posible pareja, para que la sacase de aquel ruín ambiente, ya que ella no tenía ni recursos

económicos, ni iniciativa para cambiar de vida.

Y como a mí no me gustó aquel planteamiento tan interesado; aquel ir en busca

indiscrinadamente de un hombre que le solucionase el problema, la relación no llegó a más.

Y es que hay una diferencia abismal de los sueños que nos vende el cine, y lo que es la

realidad de la calle.

 


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