SUEÑOS DE UN ADOLESCENTE

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                                     SUEÑOS DE UN ADOLESCENTE

 

Era el deseo de un chico de pequeñas edad, que era yo, el pertenecer a alguno de los equipos de fútbol del Langreo, bien fuera a las plantillas inferiores del Alcázar o dela UniónPopularde Langreo. En aquellos tiempos con más prestigio por esta zona, al igual que ahora. Y aún más, recientemente, con la proeza realizada por el Alcázar, al situarse enla Divisiónde Honor.

Sueños por cierto bastante extendidos entre los niños que éramos. Jugábamos en la calle dela Llera, a emular a nuestros ídolos del momento; Maradona, Arconada, Santillana, Hugo Sánchez y un largo etc. Recuerdos que trae a uno la memoria de calles de Langreo con sus habituales partidos, ahora más bien, calles desoladas, deshabitadas y tristes.

Probó uno suerte a acceder a algún equipo comola UniónPopularde Langreo, por mediación de personas ciertamente cualificadas para este deporte como Iván Menéndez Calvo (“el Bicho”) o Carlitos Rodríguez Secades, pero no habría cabida para uno en esta práctica, ya que uno no debía de estar destinado para ello.

A pesar de todo uno no dejaba de pretender formar parte de aquellos equipos entre los que destacaban, en aquel momento, Orlando (máximo goleador del Alcázar hasta el momento); Israel (me refiero al de la sidrería “Carbayu”), y su capacidad para imponer sobre el campo; “Terro”, quien recaló enla Escuelade Mareo (donde se forman los jugadores del Sporting de Gijón); Iván Vaquero, con su característica “samba brasileña”; “el Bicho” de quien la última noticia que uno tiene es que ascendió conla Torrede los Reyes a la nacional A (con espectaculares números de goles suyos y victorias); Luis Ángel Sancio Palacios, rápido para decidir y regatear hábilmente al adversario; o Carlitos, con su gran zurda, entre algunos otros. Que ya imaginaba uno que llegarían a ser grandes figuras de aquellos equipos anhelados por todos como el Real Madrid o el Barcelona.

Tendría más suerte que uno en el fútbol, mi hermano Gabriel que comenzaría jugando como portero del Alcázar para acabar siendo entrenador de los equipos inferiores del Oviedo y Alcázar y conseguir algún que otro éxito.

Pues quedando truncado tempranamente los sueños de uno, no me quedó otro remedio que disfrutar del juego capaz de brindar, por los llamados a ser futbolistas. Y convertirme en un espectador más, que contemplaba los progresos de quienes podían lucirse sobre un terreno de juego, destinado para la práctica del balompié.

 


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