Epílogo Reencuentro Sorpresa

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Katia se bajó del autobús y caminó como si nada hasta su portal. Una vez dentro, se giró y Germán estaba justo detrás de ella.

-          No deberías estar aquí.- susurra temerosa-

Está temblando y sus ojos están vidriosos.

-          No debo, pero puedo. Y si puedo es por tu culpa. Eres tú quien se ha dejado de tomar esa absurda medicación que no hacía nada. Y lo sabes. Por eso has dejado de tomarla. Porque sabes que pese a tomarla, sigues pensando en mí. No te puedes engañar. Y mucho menos, engañarme a mí. TÚ me has creado. Y lo más triste, es que te has enamorado de mí. Y nunca me vas a poder tener de esa manera porque NO EXISTO. Tu vida es triste hasta para eso. Tu madre se muere y tú me creas pensando que así alguien te podrá amar y consolar. Si yo fuese tú, ahora que has dejado de tomar las pastillas y estás lúcida, me suicidaría. Porque, ¿para qué vivir así?

O te tomas las pastillas y vives creyendo lo que ellas te quieren hacer creer o sacas valor en este momento y te das una muerte digna. Lo mismo las locas también van al cielo. Quizás, hasta con suerte veas a tu madre.

 

Tras esas duras palabras, Germán la mira inexpresivo y con un deje de desafío.

Ella le mira boquiabierta. No cree que haya podido escuchar esas palabras. Sus lágrimas recorren su rostro sin cesar.

Si él lo dice, es porque ella lo ha pensado y puede que lleve razón. Esa idea de le había pasado ya antes por la cabeza. Tal vez, aquello fuese una señal para llevarlo a cabo.

Dejó ahí plantado a Germán y subió a su casa.

Su padre no llegaba hasta la noche así que tenía tiempo para hacer las cosas de la mejor manera posible.

Se dio una ducha y se puso ropa bonita.

A continuación, escribió una carta de despedida a su padre. Le explicaba todos los motivos por lo que lo hacía y también le daba las gracias por su paciencia y su ayuda.

 Finalmente, como buena cinéfila y dramática, cogió una botella de vino y se fue tomando pastilla por pastilla de cada caja de medicamentos que encontraba. Hubo momentos de mareo, náuseas y gran dolor. Y después, nada.

 

-          ¿Ha muerto?- Preguntó una voz femenina.

-          Por supuesto. Ahora mismo estoy viendo cómo sacan su cuerpo en una bolsa.- Respondió Germán satisfecho.

-          Perfecto. El plan ha llevado su tiempo, pero ha merecido la pena.

-          No podría estar más de acuerdo. Pobre chica ingenua. Al final, la volvimos loca de verdad. Hay que ver cómo de manipulable es la mente humana.

NO os Olvideis de leer las partes I y II de REENCUENTRO SOPRESA  GRACIAS :)


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