Centro comercial 4

Por
Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
2659 visitas

Marcar como relato favorito

Paralizada. En shock. Sin saber que hacer ni que decir.

Eran las diez de la noche y a mí lo único que se me ocurrió hacer cuando tuve un pequeño acto de lucidez fue ponerme las mallas, un polar, las zapatillas y salir a correr. Hacía unos meses que no salía a correr y puesto que me apetecía huir un poco, no se me ocurrió nada mejor.

Al salir del dormitorio, me encontré con mis padres. Me preguntaron cómo es que iba a salir a correr a esas horas y yo les respondí justo lo contrario de lo que quería hacer. Les dije que necesitaba pensar. Vi en mi madre una mirada de entendimiento y asintió con la cabeza.

Nada más entrar en el ascensor me puse los auriculares a todo volumen, estiré un poco en el portal y salí trotando al frío de la noche. Se había levantado un poco de aire y eso sólo provocaba que la sensación térmica fuese más baja. Pero en cuanto mi cuerpo se calentase, eso ya no sería problema.

Notaba como en cada paso que daba, mi cuerpo se iba relajando. Ya no pensaba en correr, simplemente lo hacía. Es una sensación tan gratificante...

Pese a tener la música alta, mi mente no paraba de crear y mostrar imágenes de Pablo y Rubén. 

Esa última mirada de Pablo me comía por dentro. Era triste, suplicante y joder, sexy. Pero también me había hecho daño. Me había engañado con otra. Aunque él juraba y perjuraba que no habían hecho nada. Y sé que es cierto. Que es posible que sólo hubiera habido un beso. Pero si sólo llegó a un beso es porque le pillé.

Recuerdo que le dije que esa noche no iba a salir porque tenía que estudiar y así era pero sobre las dos de la mañana me entraron ganas de él. Quería abrazarlo, besarlo, sentirlo y respirar su olor. Así que me lavé la cara para despejarme, me puse un poco de rimel y colorete y cogí el coche hasta la discoteca donde me dijo que iba a estar. Pero no estaba. Justo estaba sacando el móvil del bolso para llamarle cuando me encontré con un amigo suyo y me dijo que se habían ido a otra disco y que él iba para allá. Así que, de nuevo en el coche me dirigí a la discoteca. Estaba abarrotada y di un par de vueltas por las barras y la pista de baile, pero no le encontré. Le llamé varias veces, pero no me lo cogía. ¿Se habría marchado? Quizás. Al día siguiente tenía partido de fútbol así que no sé. Decidí marcharme. Pero antes quise hacer una parada en baño porque no me aguantaba. Y ahí fue donde lo encontré. En una esquina al lado de la puerta del baño.

Me quedé clavada en el suelo. Dejé de escuchar la música y sólo oía a mi corazón latir desprisa y furioso al ver como tenía a una preciosa rubia cogida por la cintura y diciendo vete tú a saber que cosas en el oído. Vi como mordisqueó su oreja, como sonrió. Eso era algo que me hacía a mí. Que sabía que me encantaba y se lo estaba haciendo a otra. Y de repente, nuestras miradas se encontraron. Él se apartó de la chica y se empezó a diriguir hacia mí. Yo me di la vuelta y salí disparada hacia la salida de la discoteca. Casi corría. Quería correr pero no quería parecer una loca. Escuché que gritaba mi nombre destrás de mí pero yo seguía llendo firme hacia la puerta. Justo cuando estaba llegando me cogió del hombro y me giró hacia él.

Nos quedamos mirando un segundo. Mi mirada era de total desprecio. Sin querer mis lágrimas se agolparon en mis ojos y se deslizaron por mi rostro. 

- Ali. Lo siento.

Estaba borracho. Eso estaba más que claro. Pero eso no le serviría de excusa. 

- Eres un maldito cabrón.

- Ali. Deja que te lo explique. 

- ¿Explicarme qué? ¿Qué mientras yo estaba estudiando y pensando en tí, tú estabas con esa rubia de bote? ¡Vete a la mierda!

Me di la vuelta para marcharme. Necesitaba salir de ahí. Pero Pablo me cogió de la mano. Esta vez me giré yo solita y mientras pronunciaba las palabras te quiero, con mi otra mano le solté un bofetón con todas mi fuerzas.

- Ni se te ocurra decir eso mentiroso de mierda.

Después de eso, salí corriendo hacia el coche. Y una vez dentro, estallé en lágrimas, sollozos, gritos de dolor y descargué bastante rabia contra el salpicadero dándole patadas y un sinfín de puñetazos al volante.

Cuando conseguí calmarme un poco y me vi en condiciones de conducir, me fui a casa. Pero me quedé en el coche un par de horas porque no era capaz de frenar mis sollozos.

Mi móvil no había parado de sonar en todo ese tiempo y aunque lo apagué sabía que Pablo seguiría llamando.

No pude hablar con él para devolvernos las cosas hasta dos semanas más tarde. Durante ese tiempo, él me había escrito todos los días disculpándose y pidiendo quedar y hablar. Pero mi corazón estaba roto. Y todo dolía demasiado. Apenas conseguía parecer una persona. Apenas comía y hablaba. Hacía las cosas de forma automática e intentaba concentrarme al máximo en las clases y estudiar. No quería pensar. Y la verdad que de día casi lo conseguía. Entre las clases y mis amigas todo parecía más sencillo pero al llegar la noche todo era un infierno.

Estaba claro, que yo era rematadamente idiota. ¿Por qué tenía que escribirle?¿Por qué no podía simplemente dejarlo pasar y seguir feliz con Rubén? Quizás porque no le había dejado de querer. Quizás no era tan feliz con Rubén como yo quería creer. Los remordimientos me estaban matando. Nunca he sido buena disimulando y yo no quería mentir a Rubén. Así que, sin querer queriendo mis pasos se encaminaron hasta casa de Rubén. Debía hablar con él y decirle la verdad. Decirle que había visto hoy a Pablo y que no sabía como me sentía al respecto. Pero yo sé que quiero a Rubén. Me encanta estar con él. Nos divertimos, nos entendemos, tenemos más o menos los mismos planes de futuro,...

Y ahí estaba yo, frente a su puerta. Sin pensarlo llamé al timbre y al poco rato apareció Rubén en la puerta.

Nada más verle no pude evitar mis ojos se enrojecieran y en mi garganta se hiciera un nudo.

Rubén me metió en su casa y me abrazó. Yo le abracé también y me empapé de él porque en cuanto le hablara de Pablo, lo que menos habría serían abrazos.

Cuando creí que mi voz no se iba a quebrar, miré a Rubén y dije la temible frase:

- Tenemos que hablar.

* Muchas gracias por leer mis relatos y dejarme comentarios. Es un detallazo porque eso no hace sino, animarme más. Espero que os esté gustando. :)


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed