El templo bajo la montaña (Parte 1)

Por
Enviado el , clasificado en Intriga / suspense
1600 visitas

Marcar como relato favorito

Llega un momento en la vida, en el que símplemente te cansas de todo, de pensar que toda tu vida está planificada desde que naces. Piensas que a medida que has ido creciendo, se te ha ido amaestrando para seguir las normas establecidas. En un principio crees que tienes tú la elección, pero no es así. Has estado un tercio de tu vida estudiando, lo cual agradeces poque gracias a eso, has conseguido un trabajo que te va a permitir vivir, pero vivir, ¿de qué modo? Si tienes suerte acabas trabajando de algo que te gusta, y así te puedes permitir el lujo de despertarte con una sonrisa en lugar de querer que el despertador símplemente no suene cada mañana, o que no suene nunca, no despertar jamás.

Has conseguido un trabajo, tienes nuevos compañeros, muchos de ellos son muy agradables y acabas saliendo con ellos, encuentras una pareja, pasan los meses y vivís juntos, todo va bien. Un día te deja tu pareja, las cosas van mal en el trabajo y se ven obligados a despedirte, ¿cáes en la depresión? Bastante, pero te da igual porque no es la primera vez que te pasa, y sabes que por desgracia no será la última. Como has sido previsor, has ahorrado lo suficiente como para mantenerte hasta que encuentras otro trabajo, tienes nuevos compañeros, muchos de ellos son muy agradables y acabas saliendo con ellos. Encontrarás una nueva pareja, porque sabes que has sido adiestrado para repetir el ciclo de la humanidad, y eso te deprime, has estado un tercio de tu vida estudiando, te vas a pasar la mitad trabajando para poder casarte, tener tu casa, y que tu prole pueda repetir el mismo ciclo: naces, creces, estudias, trabajas, te casas, tienes descendencia, y que pase lo que tenga que pasar hasta el día en que te mueras.

No puedo evitar pensar en aquellos felices años sin preocupaciones, en los que soñaba con ser atronauta, aventurero, pirata... Nada de eso incluía aquello por lo que estoy pasando ahora, atrapado en una rutina que amenaza con destruirme y convertirme en una masa cárnica con la mentalidad de una ameba, no sé si eso tiene mucho sentido, me refiero a tirar para alante porque sabes que no queda otra, acabas actuando por instinto.

Un día símplemente no pude más, y decidí desaparecer, me dió mucha pena porque estaba dejando todo atrás, toda mi vida, aunque lo piensas fríamente y tampoco es para tanto, una vez que hayas vuelto, la mitad de la gente no querrá saber nada de ti por haberles ``abandonado´´, pero crees en la posibilidad de que en caso de haber un regreso, puede quedar alguien, y si no, solo tienes que retomar el ciclo. Deprimente.

Y aquí me hayo, bien puede ser Irlanda, Escocia, Suiza, lo mismo da. Estoy en ese lugar en el que siempre quise estar, una montaña en mitad de la nada, una montaña cubierta en su totalidad de una mullida capa de hierba húmeda, no se oye el más mínimo ruido, no hay un alma en kilómetros a la redonda, y una espesa capa de niebla me impide ver más allá de unos veinte metros aproximadamente.

Hace ya tres días que camino por aquí, por fin he conseguido desconectar, todo lo que tengo es lo único que necesito, mi mochila, mi cantimplora de agua, y una especie de raciones de supervivencia que se usan en el ejército, de vez en cuando te llevas alguna sorpresa.

Es una sensación extraña, nunca me había sentido tan relajado, no existe la más mínima amenaza posible, no hay nada que esté obligado a hacer pero... suspiro. Suspiro de nuevo y no puedo evitar sonreir, ésto es lo que siempre había soñado, y de repente alguien canta.

Oigo un cántico procedente de un banco de niebla espesa, si desciendo algunos minutos, podré llegar sin problemas. A medida que me voy acercando, me voy sorprendiendo más, es una voz preciosa, nunca he sabido mucho de música, por lo que no sé muy bien cómo describirlo, parece que son varias voces de mujer cantando al unísono, me recuerda a la civilización azteca por algún motivo, muy de vez en cuando se oye... creo que se llaman flautas de pan, no estoy seguro, el caso es que la música me ha embriagado, y me dirijo para allá, quiero ver qué es.

Una vez dentro de la parte de la niebla más espesa dejo de ver absolutamente nada, me cuesta ver mis manos, de hecho no puedo verme las rodillas. Sigo avanzando con mucho cuidado, solo me faltaba torcerme un tobillo.

Después de estar caminando aproximadamente un cuarto de hora, la niebla parece empezar a despejarse, y puedo comenzar a ver algo. Una ladera de la montaña parece tener... ¿cómo decirlo? creo que alguien ha tallado algo, aún no lo veo muy bien, voy a seguir avanzando. Lo verdaderamente curioso es que a pesar de haber estado andando tanto tiempo, el tono de las voces se mantiene... ¿cómo ha podido llegar a tan lejos antes?

Ahora que ya apenas hay niebla, puedo verlo claramente, si es que no estoy soñando, vamos. Hay una especie de entrada de templo tallado en la roca viva, es parecido a lo que se supone que hacen los enanos en las novelas de fantasía y en los videojuegos, solo que éste parece estar descuidado, los escalones y las columnas están cubiertos de vegetación, y hay un gran hueco de entrada de... me atrevería a decir que veinte metros de alto y seis de ancho, toda la estructura frontal parece medir más o menos treinta de alto y... doce de ancho, no estoy muy seguro, lo importante es que sigo escuchado los cánticos, me transmite mucha serenidad, no puedo evitar interpretarlo como una invitación a la entrada. Una vez llego a la entrada, me pongo alerta, no había caído en la cuenta hasta llegar aquí que estoy en mitad de la nada, no sé qué puede haber dentro, no sé hasta qué punto son ciertas las historias de las tribus caníbales, pero entraré con cuidado.

Al atravesar la entrada, se me abre un pasillo con dos filas de columnas, paralelas a los extremos de la entrada, que acompañan a lo que parece ser la siguiente sala. Juraría que los cánticos proceden de ahí.

Y llego a un pequeño acceso que, efectivamente, da a una sala gigantesca. Ante mí se abre un gran patio cuadrado rodeado de columnas, y alrededor de éstas, un gran pasillo algo más elevado que la sala central, en dicha sala podrían entrar fácilmente seiscientas personas y... puedo ver...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed