La ideal

Ella es un ser extraordinario, bonita y menuda, procede de la humildad domestica, es hacendosa y modesta, consiente y comprensiva, alegre y jovial, dispuesta y paciente…etc., un cumulo de virtudes que a su juicio solo para mí son destinadas, pues soy para ella lo primero, lo que sigue y lo último, ocupo por completo su mente y en su pensamiento solo existo.

Amanece y no la encuentro en mi lecho, es tempranera, escucho su deambular, me prepara, me avisa que todo está listo, me acompaña al desayuno, platicamos, programamos, sonreímos, nos miramos, nos robamos algunos besos, nuestras manos se atan y bridamos por que el día nos suceda felizmente.

Durante el día se ocupa de la organización y administración de nuestro hogar, haciéndolo con gusto y efectividad, a sabiendas que al volver le festejare, le agradeceré y le hare sentir mujer en todas sus formas.

El resto del día le es suficiente para alagarme, para colmarme de atenciones, para bridarme ratos muy alegres, su plática es encantadora y divertida, compartiendo el platillo nocturno en completa armonía.

En las penúltimas horas me confecciona un escenario romántico, estamos solos en nuestro universo hogareño, ella es iniciativa, me abraza y siento su dulce ternura,  su plática cerca de mi oído es suave y sensual, cubre mis labios con los suyos no me da opción de respuesta, sus caricias sin ton ni son, aspiro su perfume exquisito e incitador, nuestras humanidades se enlazan, se funden en un solo ser, hay silencio, inspiración absoluta, fantasías hechas realidad, viajamos en segundos hacia lo más alto e indescriptiblemente hermoso.

Nuestros cuerpos se han paralizado, han iniciado el descenso lentamente, su mirada frente a la mía evoca una satisfacción plena y me indica…es hora de dormir.