LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES II

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¿Quienes eran aquellas personas? ¿Serían las chicas desaparecidas? ¿Qué estaban comiendo? ¿...Y, a aqué horas? El capellán, ¿dónde estaría?. ...Eran algunas de las preguntas que venían a mi mente, alarmándome y provocándome, si cabe, una mayor inquietud, una mayor intranquilidad.

De pronto, apareció. Allí estaba. Sin lugar a dudas, era él, el misterioso cura, el capellán de aquel santo lugar, el mismo, cubierto por una gran túnica negra. Parecía más alto y erguido de lo que yo podía recordar. ¡Impresionante!. Se fue caminando despacio, muy despacio, hacía aquellas personas que, por otra parte, continuaban "con lo suyo", ajenas a todo; se comportaban como si no se percatasen de su presencia. Mi cuerpo, por otra parte, ...todo mi cuerpo, te lo puedo asegurar, temblaba. Estaba tiritando. No sólo por el frío y la temperatura ambiente que a esas horas de la madrugada había, sino también por los nervios y la tensión a la cual estaba siendo sometido. En ese momento, noté que sudaba de manera abundante. Era un sudor frio, muy frio. Prácticamente helado.

Casi de repente, aquel misterioso capellán, se detuvo. Giró la cabeza sobre su cuello, y miró hacía mi posición, hacía donde yo estaba. Entonces, ...justo entoncés, sí, lo pude ver con gran claridad, cara a cara,

- ¡...Dios mío!, - exclamé -

Me asusté. Su maligna y penetrante mirada, parecía clavarse sobre mi rostro. Me observó fijamente durante breves segundos, esbozando a continuación una ligera sonrisa. Ahora sí, ...ahora pude fijarme claramente y por primera vez en sus ojos, sus horribles ojos. Eran aterradores. Desde luego, parecían de un ser malévolo, no humanos; más bien, de alguien pernicioso y perverso, no perteneciente a este mundo. Estaban iluminados, muy brillantes y de color rojizo; pude verlos muy claramente. ...Como dos pequeñas linternas. Así mismo, me dio la impresión de que, para él, no había sido ninguna sorpresa verme; es más, creo que todo lo contrario, ...ya conocía desde un principio que yo me encontraba allí, en el cementerio.

Cada vez más asustado, era ahora cuando debía tomar una determinación y de manera muy rápida. Estaba claro que las pruebas que yo andaba buscando, ya las tenía. Había encontrado, por fín, con toda seguridad, el origen de todos los males y desgracias que acompañaban al pueblo desde hacía años. Aquel cura extraño y misterioso, era el responsable de todo ello. ...Y él tenía el poder; no se podía luchar con "aquello". Por lo tanto, la acción más inteligente por mi parte, debía ser la de salir corriendo de allí y alejarme lo más posible del lugar.

Luego, ...me armé de valor y, con una gran rapidez, emprendí la huída hacía la puerta pero, tras un tropiezo, me caí al suelo, encima de unos arbustos. Quise levantarme aunque, en principio, me fue imposible. Algo o alguien me lo impedía, me parecía que me sujetaba por una pierna. Tras un fuerte forcejeo, por fin, logré zafarme y ponerme en pie, iniciando velozmente la "gran escapada" hacía el pueblo.

Llegué corriendo a nuestra casa, sin detenerme un segundo, sin mirar atrás, decidido a marcharme de allí, abandonar aquel lugar, aquel pueblo maldito y dispuesto a no regresar a él jamás. Apresuradamente, os desperté a ti y a tu madre y, con solo lo puesto, sin pararnos a preparar nada, nos metimos los tres en aquel viejo y destartalado Seat 850. ...¿Te acuerdas de él?. Fue el que nos sacó de allí, de aquel sitio. Aceleré cuanto pude y salimos de Valdredores sin rumbo, sin ningún destino concreto.

Yo solo pensaba que debíamos irnos a otro lugar, habitado por personas, seres humanos como nosotros. Durante toda la noche y parte del día siguiente estuvimos viajando. Apenas hablamos por el camino. Dos únicas paradas para comer algo. Tu madre confiaba en mí. Sabía que si yo había tomado aquella determinación y actuaba de aquel modo, era porque algo grave había visto u oído. La mujer, que en paz descanse, ni siquiera me hizo preguntas. Nunca, durante el resto de su vida, me sacó el tema ni me interrogó en ese sentido. Comprendía que no deseaba hablar de ello. Que prefería tener enterrados para siempre aquellos desagradables acontecimientos.

Nos instalamos en esta gran ciudad, a casi mil kmts. de distancia del maldito Valdredores y jamás hemos vuelto por allí ni tenido el más mínimo contacto con los que habían sido nuestros vecinos.

Aquí hemos empezado de nuevo hijo; ha sido nuestro renacer, lejos de todo aquello tan misterioso, siniestro y fúnebre. No desees volver. No intentes irte a vivir allí, por favor. Hazle caso a este viejo que ha visto demasiado. Aquellos sucesos fueron reales, no un espejismo.

Aquí has crecido, te has desarrollado. Te formaste como persona y gran profesional en tu campo, la medicina. Has conocido a Clara, os habéis enamorado y ambos decidisteis crear una familia y casaros. Puede que dentro de poco me deis algún nieto. Estoy orgulloso de ti y de lo que has logrado. ...Por supuesto, con grandes esfuerzos y sacrificios. Tu madre, desde allá arriba, estoy completamente seguro, sin ninguna género de dudas, de que también lo está. ...Pero, por favor, olvídate de ese lugar malvado y endemoniado. No vuelvas a él y cómprate esa casita que tanto deseas en cualquier parte pero cuanto más lejos de Valdredores, mucho mejor.

Siempre pensé que dejaría este mundo sin hablar de esto con nadie, hijo mío ...Si lo hice contigo, es porque no quiero que cometas un terrible error, poniendo tu vida y la de tu esposa en peligro.


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