Embotamiento amoroso

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Este hombre jamás se había enamorado, sentía que su corazón no había sufrido ni había hecho sufrir, de manera amorosa, a nadie, pero ya llegaría su turno. Un día Angel salió de su edificio a la misma hora de siempre, que eran las siete de la mañana, y se dirigió a su trabajo como todos los días de la semana. Compró un café en la panadería que había a una esquina de su casa, y se sorprendió al ver una hermosa chica de cara angelical, unas hermosas curvas y un cabello que le llegaba hasta más allá de la mitad de la espalda. Miguel quedó embobado con aquella chica, y cuán grande fue su sorpresa cuando observó que la chica se le acercó y le dijo-¡Buenos días! ¿Puedes prestarme tu chaqueta? Es que ha empezado a llover, y no mer quiero mojar el vestuido, que luego agarro un resfriado-Angel se quedó un momento con la boca abierta, pero regresó de su mundo embobado y le dijo-claro, me encantaría acompañarte- -jajaja, pareces que hubieras visto un angel, si no soy tan linda- dijo Helena. Luego de que A. terminara de comprar se dirigió a la salida acompañado por la hermosa chica, él no podía sacar de su mente cada una de sus facciones, y mucho menos la dejaba de mirar, parecía que su cara fuera un iman de atracción de sus ojos para él. En eso iban caminando y de repente pasa un carro y le parte del vestido a H. esta se molesta y lanza improperios contra el inconsciente conductor. Parte de su blanco vestido y del escote de este quedó cubierto de agua sucia. A. no podía hacer más nada y le ofreció la oportunidad de cambiarse en su apartamento. Ella contestó afirmaticamente a esta proposición, pero antes le dijo-jo der, apenas me conoces y ya me invitas a tu apto., deberías desconfiar más de las personas, podría ser una asesina-. No lo iba a matar ella personalmente, pero si lo dejaría enterrado en un cementerio de desilusión. LLegan al apto. y él le indica donde está su habitación, ella asustada mira a su alrededor antes de cambiarse, no vaya a ser que ese hombre tuviera malas intenciones para con su persona, pero él no resiste esperar en el sofá y se acerca lentamente de puntillas hacia su cuarto. LLega y por raro que parezca H. no había cerrado la puerta, no se sabía si por miedo a que A. la encerrara en la recamara o por provocar a este. Pero en eso él pudo observar su maravillosa espalda, detallo cada centímetro de su losana piel y no se cansaba de mirar, y hasta pudo ver parte de los senos, ya que estaba quitándose en ese instante el sostén. Por fortuna se escondió antes de que ella volteara a tomar las prendas que, al parecer por cautela, cargaba de repuesto en su cartera de gran tamaño. él sentía la necesidad de decirle aquello que lo había invadido apenas lo miró, pero no lo hizo por considerarlo extremadamente atemporal. Ya vestida salieron del apto. de A. y este la acompañó hasta la salida del edif., pero por mlaa fortuna para él, esta vez, hobía escampado. -Gracias, fue lindo conocerte, y fue un detalle de tu parte permitirme cambiar en tu casa-dijo H.-No hay de qué, fue un placer conocerla- -pero antes de que te vayas, no puedes aunque sea darme tu número, podríamos salir un día- dijo A. -Mmmm pudiera ser, pero esta semana estoy muy ocupada, tendrá que ser la próxima semana, toma mi número: 0414-2456358- dijo H.-Yo también tengo esa operadora, creo que así me saldrá más barato contactarte- dijo A.-Ay sí, como si no existieran otros medios-dijo ella-Chao, espero volverte a ver- dijo él-Adiós-dijo ella.

Después de este encuentro accidental, A. no pudo sacar de su mente el gestalt de Helena, era como si se transportara a cada rato a su recamara gracias a la ayuda de su imaginación, y allí suspirara por ella. Agarró una hoja y empezó a escribir poemas de amor por la magia que había producido en él esta fémina, estaba absorto en su sentimiento, sin una pizca de capacidad racional. Pasaron las semanas, y A. recodaba a H. todas los días y las noches, en todos los lugares. Había intentado llamarla, pero al parecer era una chica muy ocupada, su trabajo la abstraía mucho de su mundo social, lo cual era un alivio para él, porque pensó que no tendría un novio, y él estaba muy enamorado de esta chica. 

No se sabe si fue el sentimiento el que lo inspiró a sentirse también, pero ahora le veía un sentido a la vida, ahora cantaba en la ducha, ahora se perfumaba a diario, ahora esperaba con ansias un día especial para él. H. al fin le había respondido al poco atendido A. y le había dicho que aceptada su cita, y que lo vería un domingo en la tarde en un famoso parque de la ciudad. 

Llegó el tan esperado día, él desayuno alegre, se duchó, cepilló, y en general se aseo bien para estar presentable ante esa hermosa diosa de H. que él consideraba la única mujer en el mundo en aquellos momentos. Se desplazó en su Mazda hasta el lugar donde se habían citado. Allí ya había resevado para comer en un restaurante dentro del parque, quería dar la impresión de un tipo que no le gusta andarse con chiquitas en las citas. 

Helena llegó, y cada vez que se acercaba su piel destellaba con el brillo del Sol, el astro la hacía ver más hermosa, y su vestido azul celste combinaba con aquel día. Se saludaron en un prolongado abrazo, pero al parecer no les incomodo, sino lo contrario. A. la invitó a pasar al restaurante y ella se alegró al darse cuenta de que había reservado un lugar para comer, después de todo estaba hambrienta, ese día había ido a un curso de idiomas en la mañana y no le había dado chance de comer. 

Comieron, hablaron y al parecer congeniaron sobre sus ideas para el futuro. Se sentía entre ellos un ambiente de confianza, y hasta romántico, a pesar de que nada había pasado entre ellos. Luego tomaron una copa de vino cada uno, al parecer a ambos les gustaba aquella bebida, y no dudaron en aprovechar el ofrecimiento del mesonero.

Él la hacía reír a cada momento -que gracioso eres- le decía. A. empezó a tornarse seductor y tomó sus manos para besarlas dulcemente, en eso ella le dice-no debes, tengo novio-. En eso entra un tipo en el establecimiento y desenfunda un arma, apunta hacia A. y le dice-ella es mi novia- -no te pongas así- dice ella. -Por qué, acasó no me quieres- -pues no, eres infiel, lo sé, y ya no eres el mismo, haz cambiado- En eso llega la policía y se lleva al tipo, por fortuna para ambos. 

-Ese exnovio tuyo es un loco-dice A-Lo sé, pero ahora sé que existen mejores hombres, hombres como tú- dice ella -y yo sé que existen mujeres bellas, inteligentes y sinceras, como tú- Ambos se besan apasionadamente y caricias quedan para contar. 


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