El Infierno Oculto (I)

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Dicen que existe una linea muy fina que separa lo que está mal y lo que es correcto; quizás, solo quizás, debio esperar algo más de tiempo. Aunque el tiempo no sea más que una quimera abstracta que nos engaña, haciéndonos pensar que con su paso los problemas quedarán olvidados, algo así como una señal de tráfico al pasar a su lado en coche. Por desgracia, aquel malnacido no era ninguna señal y Santi no tenía la más mínima intención de esperar que todo se desvaneciera, como si los tres años anteriores no hubieran existido.

Todavía con el cuchillo clavado en el cuello de aquel hijo de puta, Santi supo que había hecho lo correcto, la última puñalada no fue muy diferente a la primera, ni siquiera se percató de la sangre que le brotaba por su pómulo derecho, aquel sin vergüenza se habia defendido bien,seguro que le habia golpeado tan fuerte como a... y en ese instante se sintió reconfortado, sería necio e hipocrita decir que estaba contento, pero si reconfortado.

Santi no era un asesino, nunca lo fue, tampoco despues de atravesar el cuerpo de Bruno con quince cuchilladas se sintió un asesino. Volvería a hacerlo una y mil veces. Volvería a cruzar la línea entre lo que está mal y lo correcto tantas veces como fuera necesario.

Estaba a punto de extraer el cuchillo del cuello de Bruno cuando, al mirar hacia su derecha, vio la foto. Un fondo verde de montañas, con el sol ocultándose tras una de ellas, mientras que la pareja sonrie a la cámara, él con el brazo sobre el hombro de ella, ella rodeando su cintura con los brazos y en los ojos de ambos una sinceridad que Santi no entiende, no comprende como pudo romperse en tan poco tiempo. Se queda absorto mirando aquella imagen, ha pasado los últimos minutos así y al volver a mirar a la chica de la foto, sonrie, piensa en ella, piensa como supo que era lo más importante que había en su vida, desde el primer momento que la vio,recordó sus primeros abrazos, su primera sonrisa, sus primeras palabras y la primera vez que le dijo "papa". Y a la vez que, ahora si, sacaba el cuchillo del cuello de Bruno, recordó la mirada de Sara cuando mentia sobre ese extraño moratón en el brazo o el motivo por el cual hacia más de un mes que no iba a casa de sus padres. Recordó el silencio de su amiga Rocio, aquella tarde de marzo, cuando sin palabras, pero con una mirada que significaba un mundo, él le preguntó porque Sara no estaba en aquella cafeteria, con el resto de amigas de la infancia.

Al sentarse en el sofá, volvio a sentir la sangre, ahora bajando por su mano, luego llegando a su muñeca, recorriendo todo el brazo y goteando suavemente desde su codo hasta tocar el suelo.

De las reacciones que alguien puede tener, despues de matar a otro ser humano,empezar a reir no era una de las que Santi esperaba; pero al recordar a Jaime no pudo evitarlo. El bueno de Jaime, siempre tan serio, pulcro y arrogante ; él, que siempre tenia la palabra exacta para describir cualquier situación, a ver como describia aquello. Jaime era su abogado y no tenia la más mínima intención de mentirle, iba a apoyar la mano en su hombro, mirarle a los ojos y con la templanza y aplomo que caracterizaban a Santi, a sus cincuenta y dos años, y saber que había hecho lo correcto, decirle: - Tuve que hacerlo, la vida de mi hija vale tantos años como el juez quiera imponerme -

Así estuvo largo rato, sentado en aquel sofá color verde; sonriendo a ratos, pensativo en otros, es posible que estuviera en ese estado de abstración más de una hora cuando decidio que debia irse, llegar a casa un jueves a las nueve de la noche no era algo habitual, su esposa Marta no soportaba que le hicieran esperar para cenar, además era jueves, segun la costumbre ese dia tocaba cena italiana, volvio a sonreir, hasta que se dio cuenta que, posiblemente, esa seria la última cena de jueves en mucho tiempo junto a Marta.

Se levanto, sin perder tiempo en volver a mirar el cuerpo inerte que yacia a sus pies. Posó sobre el sofa el cuchillo ensangrentado y camino hacia la cocina para lavarse las manos. En ese momento se escuchó el sonido de unas llaves al introducirse en la cerradura, Santi se giro hacia la puerta de la entrada, no tenia miedo,pero si una gran curiosidad; entonces la puerta que daba al exterior se abrió... 


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