3ª Parte - La esperanza duerme en brazos de su madre.

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                                                       3ª Parte -

                       La esperanza duerme en brazos de su madre.

...

–¿Puede un pedazo de arcilla seca tener la culpa de todo esto? ¿Qué fuerza puede tener unos dioses, que no existen, en la guerra?

–No es un trozo de barro quien les manda a la guerra. Son los recuerdos y las leyendas sobre el pasado, las que les darán la victoria. Los cantos, que una generación ha trasmitido a la otra, afianzando la convicción. No les temen a la muerte. Sus dioses, cuando esta suceda, les premiarán. Tú, como jefe puedes unir hombres con palabras. Sus dioses forman clanes con sueños, y eso, les diferencia de nosotros.

–Nuestra tribu ha vivido aquí desde el origen de los tiempos, y aquí seguirá viviendo cuando nosotros hayamos muerto. Viviremos más primaveras.

–¡No habrá más primaveras! Ellos perduraran en el tiempo y en el espacio, nosotros nos extinguiremos.

–Después del invierno, siempre hay primavera.

–No para nosotros... No para nosotros.

–¡Que nos queda entonces!

–Dejarlos pasar. Que tomen y agoten nuestros terrenos de caza y sequen nuestros ríos de pesca. Que preñen a nuestras mujeres, y que nuestra sangre mute a través de las suyas. Que el polvo de nuestros cuerpos, al fallecer, ensanche la tierra. Algún día, puede, que se perpetúe nuestra raza, y algunos crean en sus dioses. Pintaran sus cuerpos en su honor. Esculpirán estatuas suyas, grandes y pequeñas. Oraran y la adoraran. Porque un sueño sin cultos, la vida corre peligro de extinguirse. 

Más me dormí. Y sus números dioses pasaron. La creencia se multiplico. Nacieron deformes hijos de las mezclas de las sangres y de las razas, que fueron estériles. Y en sueño, soñé, que algunos, muy pocos, evolucionaron.

–No os han derrotado ellos. Han sido sus dioses y sus ideas. –oí al viento decir.

–¡Sí! –Afirme– Un pedazo de barro. Colores que cubren la piel. Leyendas sobre el pasado. Cantos que se llaman oraciones. Sueños de un futuro.

La luz da paso a la oscuridad. Un astro domina el día, el otro la noche. ¡Ahí no hay dioses! Al despertar de nuevo, en mis manos tenía el sol y la luna. Y el tiempo estaba detenido. Me rodeaban las estrechas. Mis pies se asentaban en la nada.

–¿Y el espacio? –Me pregunte.

El viento me respondió:

–Silencio, sigue durmiendo y sueña. Aun no es el momento.

En el principio fue un sueño. El tiempo hizo brotar de la nada un punto. El tiempo se hizo constante, se inicio la cuenta. Se movió el punto, trazo una línea. El movimiento de la línea desarrollo el plano, el espacio. El tiempo acelero el espacio. De los planos surgieron los cuerpos. Se rozaron los cuerpos, chisporroteo la luz. Al calor, en el espacio con el tiempo, los cuerpos se dotaron de la vida.

–Más… –me pregunte– ¿Quién doto mi conciencia de vida?

–¿De verdad crees que vives? O tan solo sueñas vivir. –Me devolvió el silencio.

Soñé, que soñando soñaba soñar, ser sueño, en una mente dormida. Y despertó el soñador. Fui bruma, humo que se desvanece como un sueño. Polvo que se esparce sobre la tierra. Nada.

Abrió los ojos y se desperezo mi Soñador. Mecido en los brazos de una bella mujer, que delicadamente, con manos suaves, le acariciaba su rostro, y en voz muy baja le susurraba:

–¡Tranquilo hijo! Ya paso todo. Tan solo ha sido una mala noche.

–He soñado con un mundo hermoso. Abundante en toda clase de seres vivos. Unos, llamados hombres, soñaban. Vivian en unas tierras llenas de bosques y verdes valles, con innumerables manantiales que surtían de aguas a sus ríos. Un sol le calentaba por el día y una luna velaba sus sueños, las estrellas les guiaba. Sabes, algunos, en sus sueños, decían oírnos y hablar con nosotros.

–Que tu sueño no oprima tu pecho. Aun es pronto y acabas de nacer.

–¡Es que fue tan real Madre!

–Dejare que tu hermano, el viento, mesa tu cuna. Mientras tanto, habla con el silencio, el te enseñara.

 –¿De verdad, que solo ha sido un sueño?

–Eso hijo mío, solo lo sabrás cuando sea mayor. –le respondió su madre– Cuando llegue tu tiempo.

–Si algún día creó un mundo, será como el que he soñado.

–Sí. Lo sé... Lo sé, hijo mío.

FIN


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