Llueven colores.

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Otoño, caminas por la acera, el aire es seco y frío, todos llevan bufanda y gabardina. Perdón, todos no, otros llevan chaquetones largos, esos van algo distintos, siempre hay alguien que tiene que destacar más, --no puedo evitar fijarme en ellos--.Las botas se van hundiendo en los pequeños charcos causados por la lluvia del día anterior, forman una sonora melodía escuchada solo por unos pocos oídos lo suficientemente atentos a los detalles ocultos entre el estresante ruido de la cuidad. Mientras esta melodía está presente, bajas la mirada para ver cómo caminas, una pequeña excusa para poder observar el color de los adoquines que vas pisando mientras avanzas. Cada uno de un tono distinto, debido al desgaste, aunque del mismo color. Reflejan el paso del tiempo, antiguos pero resistentes, lo bastante para vernos pasar a todos por encima de ellos, creyéndonos indestructibles.

Por un instante levantas la mirada, escapando de tu nube de pensamientos. El aire sigue siendo igual de frío y seco, nada fuera de lo normal. Sin darte cuenta te has vuelto a hundir en tu mente. Chocas, no contra un adoquín, sino contra un cuerpo. Te sobresaltas, tu bufanda es llevada por el viento, pisas un charco al intentar enderezarte, vuelves a levantar la mirada,-- verdes, tienen pinta de ser verdes,-- te sonríe, se disculpa y se aleja junto con su chaquetón largo, nunca has podido evitar fijarte en ellos. Te paras y caes en la cuenta de tu bufanda, al cogerla la notas húmeda debido al agua del charco en el que ha caído, se te escapa una pequeña sonrisa al pensar que el aire de ese día ya no resultará tan seco. Cuando consigues escapar de ese leve pensamiento, sin saber por qué, te vuelves hacia el hombre de ojos verdes --bueno, verdes. Tienen pinta de ello-- que se aleja. Justo en ese instante él hace lo mismo y vuestras miradas se encuentran, --desde luego son verdes--, rápidamente agachas la cabeza, y él sigue su camino.

Te cae una hoja en el hombro, el aire es frio, pero ya no tan seco, la hoja es amarilla, y en los adoquines las hay de varios colores, vuelves a sonreír, ninguna es verde. Es otoño y llueven colores.


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