Lo que ellos no saben

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Todo es más bonito cerrando los ojos, relax como dirían. Tus sensores de sensibilidad somática, esos que ahora parecen relegados, se aletargan solo para que tu anatomía dé prioridad a los que realmente importan en tal extático momento, entre ellos al más importante: la telaraña erógena que encierra el clítoris, amo y señor de tus más desaforados gemidos.

"Déjate llevar" es lo que suelen decir, lo que ellos no saben es que ese beso atrevido y a quemarropa en tu sensible cuellito, y, tus pezones tiesos y erguidos en monótono roce con su pecho viril, favorecidos por el sudorcito lubricante que inunda ambos cuerpos y el ruborcito aquél, nunca más oportuno como ahora, que todo lo hace cálido y más placentero, son los que realmente hacen más llevadero el momento.

Eres delicada y discreta, y, por más desleal y traicionero que sea el momento, nunca dejarás de serlo, aunque eso no quiere decir que por un reflejo natural o por una conducta inconsciente, que indisponga tu órgano fonador contra un déspota cerebro, no emitas, intermitentemente y a acompasado solfeo, gemidillos que brotan de lo más profundo y excitado de tu ser. Pero si de los más inimaginables desmadres es capaz una sociedad anárquica o una ciudad amotinada, con mucha más razón un órgano fonador desbocado y sin freno; por eso ahora tú, imaginando su orejita tan cerca cual micrófono, ¡imposible no escuchar, ¿no es verdad?!, le lanzas esos fragmentos que si algo apenas guardan es el sentido completo, interjecciones que solo tu subconsciente sería capaz de elaborar: "Aayy...sííí....más rapidito mi amor....aay si riquito...te amo...aay cómo me escarbas...aay cómo me exploras...soy tuya...."

Pero el amor no acaba ahí, claro que no, tiene su momento culminante con el proverbial orgasmo. Sin embargo, lo que muchos hombres ignoran es que el orgasmo 'per se' no sería nada, en nosotras, claro, sin la sensación de repleción y turgencia que proporcionan las paredes vaginales presionadas por el rebosante esperma. Sin duda alguna, un trago de leche exquisito que esta otra boca, que no besa ni degusta pero que muy bien recepciona, también sabe apreciar.


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