DOLOR DE MUJER (TOMADO DE: A PULSO DE MUJER)

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DOLOR DE MUJER

 

Me duele la mujer que vive en mi vientre

a lo ancho de mi cintura

cuando desde adentro se retuerce.

 

Ese color fuerte

que inunda mi presente, mi pasado

en ese, mi centro adolorido

me ha hecho madre

 

Esa forma de mujer que me atraviesa

me persigue

me inunda

me recuerda Esa

que llevo plasmada entre las piernas.

Cálido escarlata que matiza mi piel,

Vino tinto, marrón, rojo como la carne viva

quemando mis esquinas,

inundando mis pasadizos

se hace diferente cada mañana

más brillante

espesa, insistente,

decadente,

delirante y aberrante

como algunos días,

como la muerte misma.

 

 

Aquella bella costumbre de regarse eterna

de partir y regresar

aún cuando no se le espera.

 

En las manos

dos magnolias erguidas

a veces tan tempranas

lúcidas y esclavas,

otras veces tan distantes

lejos de la caricia

se hacen anchas,

se duelen al ser tocadas.

 

Eso de ser mujer duele

como duele el alma

como duele el cuerpo

cuando el grito de la vida hecho hijo

rompe las membranas

abriendo caminos.

Pareciera que de la mar brotaran

huracanes

la furia, el lamento

y se rompe el paso

cada vez más fuerte

mientras las aguas

se encuentran sobre la sábana.

 

Acunar una vida

ver ensanchar las curvas

minuto a minuto

vientre trémulo

dando forma a la forma

buscando la horma de los zapatos

para unos pies que ya no caben

que ya no andan

que ya no pisan.

 

Los días pasan

sintiendo cómo la vida desde adentro

se va esponjando,

nuevo paraíso entrañas adentro.

 

Revestirse de útero enaltece,

fortalece el espíritu, pero duele.

 

En medio de hechizos y cantos

se eleva alucinante el cuerpo

cada vez más eterno

irreducible

presto al alumbramiento,

dueña de una joya protegida

hasta que aflore como un flor de luna

lista para ser descubierta.

 

 

Ellos, femeninos

redondos

abultados

caminados

que se abren como girasoles,

finos senos dispuestos como despensas

agrandados gracias al respiro que se lleva adentro,

al alimento que se acuna en ellos

dolientes pechos esperando para amamantar una nueva existencia.

 

Después de todo

mujer te aclamo

con dolores y nuevas esperanzas cada día

arrebatando al mundo un poco de semillas

sembrando en su campo un tanto de amor

para servir y ser servida

a veces olvidada

dueña de su vientre y los molinos que allí se mueven.

 

Esta mujer siente

otra pide

otra aclama

cambia el sueño

por la caminata nocturna

atendiendo al llamado del pequeño

que habita en la cuna.

 

Es hora de la cena

estrecha contra su pecho

a veces resquebrajado

al dueño de su alimento

al ser que se hace ancho como su aliento.

 

Una y otra vez

a un paso del corazón

está la mujer atesorando la vida

deshojando canciones

dueña del abrazo que sana

fatigada

buscando el impulso perdido

para comenzar de nuevo

arrullando el futuro al compás de una canción

inventando la fuerza

mientras mece la esperanza entre sus manos.

 

Niñez volcada en su cuerpo

a veces cesta

a veces sol y cielo

allí está aunque duela

dulce mujer

atada a la esperanza con vehemencia

ánfora mágica

lactando, nutriendo, curando y amando.

CLAUDIA PATRICIA AREBLÁEZ HENAO

 


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