. De pronto, Sofía sintió su lengua, la lengua de este extraño, su vecino, pasando lentamente por su clítoris, adorándolo, acariciándolo en cada lamida; él, disfrutando ese sabor tan delicioso, sintiendo como su vecina se estremecía, como sus piernas temblaban y se cerraban apretando ligeramente su cabeza y como las manos de su vecina jugaban frenéticamente con su cabello..
Sofía no sabía si gritar, si reir, simplemente lo estaba disfrutando como nunca, como con nadie. Esa lengua sabía exactamente a donde ir, como moverse, lentamente justo debajo de su clítoris que había despertado, que estaba firme y que con cada contacto le provocaba las contracciones tan propias de un orgasmo, ese calor que recorría desde su frente, hasta su espalda, pasando por su rostro entero, sus pechos (haciendo que sus pezones tomaran la firmeza usual de un inminente orgasmo), su abdomen, llegando a su espalda baja y muriendo en una explosión de placer en su clítoris, ese que le roba el aire y detiene su respiración por unos segundos, provocando que terminara mojándolo todo, su rostro, su pecho y él, sonriendo, disfrutando la que en ese momento era su mujer, su dama, su hembra.
- ¿Te ha gustado? él le preguntó.
Sofía, aún incapaz de hablar, sonreía sintiendo como el hormigueo de su cara se desvanecía.
- ¡Me ha encantado!, pero es mi turno de saborearte.
Ella, se levantó, quedando frente a él, de pie, cuerpo a cuerpo. Ambos sintieron ese contacto eléctrico, el sintió los senos firmes aplastarse contra él, ella sintió la hermosa erección que él tenía. Lo tomó de los brazos, y lo hizo girar, para tomar su posición.
- Siéntate cariño, siéntate y disfruta besando así sus labios, bajando hacia su pecho, acariciando con sus manos sus hombros, sus brazos y dirigiéndose a su masculinidad, ahí donde todo empieza y todo termina.
Sus besos hacían que se le erizaba todos los poros de su piel, su lengua jugueteaba en su ingle, provocándole cosquillas y placer a la vez. Su pene, completamente erecto, le dio una leve bofetada, que ambos disfrutaron. Sofía disfrutaba verlo apretar las manos, tensar sus músculos por lo que decidió no hacerlo sufrir más... Empezó a darle besitos en su pene, desde la punta (completamente mojada), hasta el tronco; ayudándose con sus manos, lo besó, completito, jugueteando esta vez con su lengua Él, simplemente decidió dejarse consentir por esta mujer que lo estaba matando dejándolo vivo
Continuará.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales