Se escuchan campanas- Cap. 1

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Las gotas de lluvia se deslizaban por su rostro y le empañaban la vista. Las gotas caían rítmicamente, se escurrían por el tejado y caían por el canalón. Casi quince años llevaba viviendo en Melville's House. Dio un largo suspiro y sacó la lengua para saborear las gotas de lluvia. Tras todos esos años, había llegado a la conclusión de que no valía la pena esperar a que la adoptaran, era demasiado fea. Además, las parejas que querían tener hijos y no podían recurrían a los vientres de alquier o a la inseminación. 

- ¡Babú! ¿¡Donde cojones te metes!?- dijo un chico pelirrojo asomándose por una ventana.- Vamos entra, puedes resfriarte.- dijo cariñosamente. Babú entró por la misma ventana. El chico la envolvió en una toalla y la acompañó hasta su habitación. 

- Voy a pasarme el Outlast.- dijo él saliendo.

- ¿No te lo pasaste hace dos meses?- dijo ella secándose el pelo. 

- Es que me cansé del GTA.- dijo encogiéndose de hombros. Cerró la puerta y Babú se cambió de ropa y empezó a repasar sus apuntes. La lluvia repiqueteaba en la ventana, cuando escuchó que tocaban a su puerta. Se levantó y la abrió. 

- ¿Me dejas los apuntes de hoy?- dijo un chico de cabello moreno y piel pálida. Abría los ojos como si estuviera sorprendido pero no trasmitían ninguna emoción. A Babú le daba mala espina. Nill y Mello tampoco parecían fiarse de él. Ella se escogió de hombros y se los dio. 

- Muchas gracias, Vainilla- le dedicó una sonrisa escalofriante según Babú.

- No tardes, que yo también debo repasarlos.- Él la miró directamente a los ojos y ella apartó la mirada rápidamente.

- ¿Por qué Roger te llamó Vainilla?- 

- Cuando llegué, la matrona dijo que olía a vainilla.- dijo esperando a que se fuera ya de una vez.

- No lo dudo... seguro que aún lo hueles.- en la segunda frase se acercó hasta su oreja. A Babú le invadió terror. Él se fue y ella cerró rápidamente la puerta. Su corazón latía a mil. 

- Mello, despierta. ¡Mello!.- le dijo al chico rubio zarandeandolo.

- Parece que no reacciona.- dijo el pelirrojo. Los dos amigos se miraron maliciosamente.

- ¡Rubia! ¡Guapa! ¡ Que es de día!- dijeron entre risas.

- ¡Joder! ¡ Que soy un tío macho! ¡ Es que no tengo derecho a tener un hermoso pelo!- dijo Mello terriblemente enojado. Babú y Nill se partieron de risa y despues de que Mello se cambiara fueron al comedor.


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