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Levántate de la cama… para seguir soñando

Mariano Rupérez Pérez (Poeta)

            Y los tímpanos le sangran, el ano, la nariz, los poros, un cuerpo sometido a la fuerza centrífuga de la lavadora, tratando de expirar el pensamiento, escurriendo el alma con su potencia electrónica igual que a un paño amarillo babeando aceite negra, mugre, saliva de los vasos inyectados por las cuatro bocas que corren, duermen y defecan en una casa a la que le restan varios años para poder llamarla suya.

            Al menos eso desearía mientras los ve, la fantasía del gordo que se tragó al niño ilusionado con un “Scalextric” navidad por navidad, abriendo montañas marrones de cartón llenas de calcetines, calzoncillos y mucho amor, muchísimo esfuerzo de unos padres que compartían latas de tomate, atún, berberechos… le dejaban a los críos el pescado o la carne que entraban una o dos veces por semana, el pescado O la carne: esa “i griega” fue siempre tan utópica, se resistía tanto como la puta pista de “Scalextric” que jamás llegó que siempre se perdió por el camino cayéndose desde los camellos… cajas de ropa interior, amor, muchísimo amor… el mismo amor incapaz hoy igual a entonces de pagar sus cuentas clónicas de aquellas facturas de su infancia: pareciera que las deudas se descojonan desde debajo del árbol de Diciembre cargado de arañas rodeado con los tan histriónicos como cínicos bombillitos de Saturnalia de entre los cuales uno siempre se compincha con Murphy para negarse a dar luz, un bombillo oculto en la sombra microscópica de la nada, una sola lucecita fundida que viola la electricidad continua del cable alrededor del pino sintético encharcando aún más si cabe la frustrante Navidad, divirtiéndose mientras juega al pilla-pilla, al escondite con el padre que se niega a comprar una ristra nueva, ya es tradición de las fiestas: a tomar por culo las luces, se quitan y ponemos una guirnalda plateada de los chinos para que refleje bien la lámpara del salón-comedor-cocina.

Las facturas no se pagan con amor, los regalos no se compran con los mejores deseos y cuando la barriga no deja ver ni la punta del cipote aquella ilusión del “Scalectrix” se conforma con el sucedáneo televisivo de la Fórmula-1, con la cara roja de ira igual que un niño impúber viendo su primera teta, rabioso cuando tu corredor preferido va a minutoymedio por atrás del pódium, el tío que conduce sobre cuadro ruedas verdes y que ni siquiera sabe que tú existes… tal vez este deporte no prolongue la frustración de su pista de carreras de juguete, sino es más bien una analogía de su vida siempre húmeda de tiempo podrido en el moho de la monotonía girando alrededor de unas calles predefinidas, pulcras, insulsas… idénticas curvas, idénticos túneles, idénticos carriles… hace tiempo leyó en un poema “Levántate de la cama… para seguir soñando”… nene, seguro que jamás te has paseado por mi puesto de empleo que nunca has mecido a mi hijo el pequeño en un ambulatorio con vómito hasta el culo ni te has reventado el coxis martilleando bloques de hormigón a los 50… cuando llega el lunes mi única esperanza que dura apenas dos minutos, los justos para decidirme a detener el despertador y bajar al planeta que gira tan deprisa como esos cochitos atrapados en la pantalla de mi televisor es justamente haber pillado una gripe, una fiebre, un cólico durante la madrugada, cagalera aguda, poder llamar al jefe desde el centro de salud con un parte que justifique mis próximos seis días de no asistencia al curro… y no tener que levantarme de la cama, de ese colchón del cual veo a mi esposa… la amo, lo tengo muy claro, incluso con sus nalgas confundiéndose con la corva, los pezones con chispitas velludas en su aureola que no me desagradan en absoluto, de hecho me excitan: hacen cosquillitas cuando los chupo… pero ya hace tanto de eso… en concreto desde el segundo parto: el asunto fue menguando y apenas puedo follarla dos o tres veces al mes, porque nunca tiene ganas, porque siempre está cansada… cansada para follar, pero no para discutir, eso por su puesto… y la quiero tanto que soy incapaz de pillarme una puta o una amante… o quizás sea por el dinero que se yo, al menos cumplo: no le he puesto cuernos ni lo haré jamás… a día de hoy estoy absolutamente convencido de que follar duro y con frecuencia se reserva para quienes sí tuvieron un “Scalectrix” de pequeños.

            La parienta termina de fregar los vasos para que yo acabe de ver la carrera a gusto… los niños están peleando por no se que mierda de peluche del monstruo de las galletas o algo así, un pedazo de felpa sin párpados ni alma que apesta a perro mojado… ¿a qué clase de gilipollas estoy educando? Pero siendo franco, espero que por siempre conserven un poco de esa infantil estupidez, aunque los colmillos metálicos del mundo muerdan su carne de ternera, aunque no siempre consigan la mejor casa, el mejor coche, la mejor nómina… el mundo suele ser más bonito si de vez en cuando nosotros le damos alma a esos trozos de trapo, sentido a lo ilógico, demencia a tanto exceso de cordura…

-Cariño, el fregadero está roto: todo huele a mierda y no para de salir agua de váter.

-Voy.

            Seguramente tarde un par de horas en arreglarlo, igual que la última vez, total: ha habido un accidente con tres coches, humo y fuego, los corredores salen en ambulancia, se detiene la carrera, paran de dar vueltas… los hay con suerte…


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