Relato a la Musa Incompleta

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Por aquel extenso y largo valle, semejante a un largo manto verdoso. Con el sol, rojo cual sangre derramada por inocentes baña todo el lugar con su tan fuerte luz, poco a poco parece ocultarse herido a muerte tras aquel manto, de pronto, tal y como un ángel baja pronto al cielo a socorrer al necesitado, la observe, con sus cabellos flotando en el aire tan semejante a un hermoso ángel, he de narraros que al principio su cara me fue muy difícil de divisar puesto que su posición en contraluz al sol la volvía no más que una oscura silueta que pronto se fue internando en la noche perdiéndose por completo en el extenso firmamento que parecía ser infinito.

Oh terrible tormento atroz, ¿Por qué habéis de alejarme de ella? ¿Por qué la noche ha de robármela cuando su rostro aún desconocía? Pero de pronto, su aroma, tal como el de una flor en el campo roba el suspiro del que gusta de su aroma, la pude detectar, he de confesaros que la vista era innecesaria para esta situación, de mi bolsillo saque entonces una pequeñísima linterna, con la luz semejante a la de una luciérnaga, fue tan pronto la sorpresa. Se encontraba situada justo frente a mí, con sus ojos de una café claro tan grandes como el de un búho observando por la profunda noche y dejadme deciros que hasta ahora siento como su mirada me erizaba la piel, su tez pálida parecía tener el brillo de un diamante, sus cabellos caían sobre sus hombros y eran lisos y danzaban con el viento como la hierba danza cuando lo desea. Su nariz redonda y blanquecina y sus labios parecían brillar sin tener que necesariamente ser alimentados por una luz ajena.

Oh mis queridos lectores, sus rasgos parecían haber sido trazados con tal precisión y pureza que narrarlo me es deleitante.

Oh mis queridos lectores, el corazón oscuro e impuro de un viejo y lúgubre corazón, oculto tras las sombras del desamor, fue iluminado por su radiante apariencia, su cuerpo era delgado y tan bien formado como esculpido con el mayor apego que se puede tener a la belleza.

Oh mis amigos y queridos lectores, El corazón de su narrador, encontró por fin, lo que se llamaría, “La Musa Eterna”


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