Un, dos, tres, me tocó. 2ª y última parte

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¡Toc!, ¡Toc! dos secos golpes resuenan en la puerta.

.- ¡Si , pase!.- Invito a entrar a quién a golpeado la hoja de roble sin conseguir herirla.

Tampoco es que me asombre  ver a la persona que acaba de entrar en la estancia, al fin y al cabo era un posible candidato.

Se acerca hacia mi al tiempo que introduce una mano bajo su americana y me suelta algo así como una escusa. 

.-Lo siento amigo, podría haber mandado a alguien pero creo que tu te mereces que sea yo en persona.

Algunas semanas antes una lista llegó hasta mis manos, Silvia Gonzalez Abarizketa  era uno de los nombres que figuraban en ella y algo muy extraño ocurrió con mis tripas que comenzaron a dar saltos dentro de mi cuerpo. Esa mujer con apellido vasco era ella. Creí que podría hacer el trabajo asignado pero algo dentro de mi me lo impidió, hice algunas llamadas intentando que esa orden fuera revocada pero fue inútil.

Me limite a no cumplir con el encargo , era consciente que desde ese momento yo mismo iba a ser pasto de las fieras, aunque solamente una sonrisa irónica consiguió arrancar de mi aquella situación. En realidad ya no quería seguir viviendo a costa del destino de otras gentes, ni ser su espada de Damocles.

.- Solo quiero saber si también te han encargado que te ocupes de Abarizketa.- Mi mano se desliza lentamente hacia el interior del cajón de mi mesa.

El tipo deja caer sobre mi escritorio el sobre que ha sacado del bolsillo interior de su americana. De sobras se lo que contiene, he repartido muchos como ese, se trata de la notificación de mi cese en la empresa , donde se me avisa con quince días de antelación que se prescindirá de mis servicios.

No importa, es casi un alivio. Durante mis años en la empresa he ahorrado lo suficiente para afrontar esta situación sin que me inquiete.

.-Acabo de mandarle a ella la notificación con mi secretaria.- Me corrobora el ahora recién ascendido ejecutivo.

Saco de mi cajón las llaves de mi automóvil y me levanto veloz de mi asiento, rodeo la mesa y paso junto al encargado desde ahora de la limpieza de personal.

.- Que te vaya bien David.-

Salgo de mi despacho y voy en busca de Silvya. ¡Que le den morcillas a los quince días de tiempo!.

Las palmeras se mecen al capricho de la suave brisa de aire caliente y húmedo que sopla desde el interior del océano, mientras el sol, ya en declive y perdiéndose por el horizonte acaricia nuestros cuerpos casi desnudos y tirados sobre la arena en los últimos momentos de este casi acabado día.. No, no estamos en una isla desierta, aunque su escasa población si de esa apariencia.

Durante mis años en aquella  corporación y gracias a mi situación en la delegación en la que yo desempeñaba mi trabajo, había conseguido camuflar pequeñas cantidades de dinero indetectables, que unidas, formaban el suficiente capital para vivir el resto de nuestras vidas sin privarnos de algunos lujos.

Vuelvo  mi cabeza y miro el rostro de la mujer que ha decidido vivir conmigo el resto de nuestros días, ella también me esta mirando.

¡Joder lo que me estaba perdiendo!


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