El poder de una historia Segunda Parte

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             “Corría en medio de un desierto, llamas negras lamian mi cuerpo que sangraba por cada poro y él, no, definitivamente no era un él…. El Caos se acercaba, murmuraba al infinito palabras impías que amenazaban con destruir mi cordura… sabia que dejaría de correr y que El Caos me atrapara en la infinidad de garras y colmillos y que me devoraría durante la eternidad”

 

            Gilberto Ramírez era el profesor de Literatura del turno vespertino y ya había alcanzado la edad para jubilarse, pero al igual que yo Ramírez era soltero así que poca ilusión le hacía pasar el resto de su vida vegetando en espera de una pensión. Era increíblemente enérgico y poseía la habilidad para hacerse escuchar por sus alumnos que sinceramente le envidiaba, además poseía un delicioso carácter alegre que atrapaba a cualquiera y le obligaba a girar en torno a él, se entiende la razón por la cual todos los que le conocimos estábamos realmente impactados.

            Ahora bien, quizá quien esto lea ya haya hecho alguna relación entre mis experiencias previas y la muerte de mi querido amigo, pero mi mente estaba ocupada en tantas otras cosas que añadir lo inexplicable de la situación que el destino había puesto en mi camino hubiese sido imposible. Precisamente a raíz del fallecimiento de Ramírez el tiempo del cual disponía resultaba escaso, pues no había quien le supliera y se acercaba la fecha para los exámenes de lapso del liceo y debía encargarme de ambos turnos. Mi cansancio era tal que caía rendido en la casa luego de revisar las calificaciones de los casi ochocientos alumnos a los que impartía clases. Pero mi sueño distaba de ser reparador. Cada mañana despertaba con recuerdos borrosos que me perseguía a veces durante el día.

            En no pocas ocasiones me había quedado mudo en medio de una explicación y si bien es cierto que se atribuía a mi cansancio en mi fuero interno sabia que todo era a causa de mis pesadillas… podía ver trozos inconexos en cualquier momento y “regresar” para seguir entre nieblas, o en ocasiones revivir algún momento sin saber el porqué de mi terror.

            Sin embargo un hecho ocurrido una semana después, hizo que empezara a ver las conexiones, cual pequeñas fibras, solo visibles cuando se les busca concienzudamente entre los miles de eventos que descartamos en nuestro día a día.

            Rara vez paso asistencia durante mis clases, siempre me ha parecido que es una práctica que se debe dejar de realizar en primaria, pero el día jueves había sido feriado y se me pedía la asistencia en busca de quien quisiera hacer puente con el sábado. Efectivamente faltaban varios, pero cuando mencione el nombre de Velazco Luis y no recibí respuesta, me extraño no recibir el coro de “no vino, profe” en el mismo tono cansón de toda la vida. De hecho la clase entera estaba sumida en un silencio incomodo que poco se relajó cuando uno de ellos dijo, simplemente, “se mato anteayer, profe”.

            Pedí a todos que se retiraran pues me sentí indispuesto… de hecho fui a vaciar mi estomago en el baño de los profesores, decidí evidentemente tomarme el día pues no sabía el porqué de mi temor.

            Estaba aterrado pues en mi fuero interno sabia que de alguna manera todo estaba conectado y yo guardaba la información sin poder acceder a ella.

            Otra noticia desagradable me hizo sentirme aun mas abatido; esperando oír los ladridos de mi perro al llegar a casa, antes bien le encontré muerto en el porche, al parecer algún sádico vecino, molesto por sus nocturnos ladridos había arrojado carne envenenado sobre la cerca.

            Esa noche al dormir lo hice a sabiendas que sus protectores ladridos no me despertarían en medio de mis pesadillas, por esa razón, y quizá parezca infantil, coloque mi despertador para que se activara en la madrugada, y sí que me despertó, cuando me encontraba tirado en medio del pasillo por lo que asumí en principio que se trataba de una suerte de sonambulismo.

 Quizá la presión en el liceo y los hechos que me rodeaban estaban afectando mi sueño, pensé, Decidí tomar un baño para poder conciliar el sueño de nuevo pues quizá por el calor mi piel ardía terriblemente… esa sería la última noche que durmiera hasta hoy… he sufrido de un terrible caso de insomnio debido a lo que pude ver, tanto que me robó el sueño estos últimos cuatro meses. Desnudo, en el espejo de pie del baño una imagen de mismo mostraba un terror imposible, pues cada centímetro de mi piel estaba cubierta las inconfundibles huellas de decenas de garras que perforaban mi piel… solo entonces pude ver la sangre que manchaba mi ropa y que mostraba un claro recorrido que iba desde mi cama hasta el pasillo, no había caminado dormido, algo me había arrastrado.

 

            


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