Maratón sexual de Yadira y Ansberto

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Entre la acalorada plática y el frío pensé en despedirme, mis manos congeladas tomaron el teléfono que estaba en el descanso, seguro lo vio, porque en eso llegó la propuesta. “Vamos a un bar a tomar algo”. No lo dude y dije sí. Continuamos el rumbo, ya estaban cerrando los lugares, uno por fin nos aceptó, tenía frío, así que pedí un tequila, él, Ansberto Cirilo, pidió lo mismo.

El tiempo de cerrar el negocio llegó, así nos pusimos a caminar cuando la fatalidad me llegó, caía a un hoyo y él, -me sujetó al vuelo, me tomó de la cintura y me beso. El busco mis ojos y me dijo, que no me vas a invitar a tu habitación? En ese momento me confundí, reí, Ja, ja, ja, unos rosas, tres tequilas, dos besos, una caminata y 5 horas de charla valían una cogida. Pero lo deje entrar al cuarto.

Al día siguiente antes de salir del cuarto me hizo una invitación a desayunar en el restaurante del hotel, desde que la vi, empecé a planear como podría vengarme de la noche anterior. A ¿Pero cómo? debía pensarlo, yo no cuesto tan barata, me doy a valer.

Llegamos al cuarto, (6:00) se abalanzó sobre mí, los besos, las manos, (-y bueno para eso estaba ahí-), bajo mi pantalón, bajó mi tanga, bajo su pantalón y me penetró, sentí su pene muy grueso muy grueso que me llenaba toda pero le dije que no, sin condón nada y me dolía la cabeza. Salió, mientras tanto me recosté y rocié perfume en la habitación.

Nuevamente estaba sobre mí (6:10), me despojó de la ropa, se despojó él y me penetró con verga, el sobre mí, a cierta distancia, observando con cierta soberbia, yo cerraba los ojos para sentirlo adentro, me preguntaba si me gustaba, si quería más, el olor a condón me despertaba. Terminé emitiendo algunos gritos y así eyaculo.

Paso un tiempo (7:00) ya tenía más control de la situación, lo empecé a seducir e inmediatamente se precipitó, trate de hacer una pausa, le dije que habría que grabarlo, pero me dijo que lo hablábamos en un ratito, todo siguió, movió mi cuerpo con tal sutileza que recostados en la cama y dándole la espalda nuevamente sentí como su verga estaba dentro de mí, no lo podía ver pero disfrutaba mucho. La eyaculación no tardó más, mordía mis labios para evitar que gritara mucho.

(8:00), bajo mi pantalón, bajó el suyo, me cargo y encajó su miembro erecto en mi concha, que se contrajo ante la sorpresa, me subía y bajaba, me dijo -déjate llevar, no tengas miedo–. Cuando volví a ser consiente estaba nuevamente en la cama a la orilla y el me penetraba suave e intenso con su miembro grueso, intercalando ritmos y haciéndome perder la noción del espacio. Eyaculo en mi vagina, pero dentro de su condón.

Despertó (9:00) y me cargo entre sus brazos, me dijo que ya no pensara tanto, y cuestionó sobre el motivo de la grabación, le di mis razones, pero no valieron, cuando menos acorde parada a un lado de la cama un una pierna arriba y entreabierta estaba nuevamente dentro de mí su pene, tocaba mis pechos, acariciaba mi cuerpo y yo sólo recibía su fuerza, lo empezaba a percibir como todo un Don Juan.

Primero subí una pierna, después otra y finalmente eyaculo, solo que ahora se retiró el condón y se vino sobre la piel de mi espalda. Sentí su leche.

(11:00), yo tome la revancha, me abalance sobre él, pero no le gusto, cambio los roles y volvió a asumir el papel de seductor, lo acariciaba, no me resignaba a que las cosas fueran así.

Me cargaba, me pasaba de una cama a otra, y otra vez la seducción, las labios se deslizaban por mis entrepiernas, sin llegar a mi pubis, su lengua jugueteaba con mi clítoris, sus dedos se sumergían en mi concha, mi ano era suavemente acariciado, su verga se metía por momentos dentro de mí y yo excitada a la locura, mi estimulo hasta el cansancio, me rogaba que me viniera y mi cuerpo se desasía por su pene. Se puso el condón, me penetro a la orilla de la cama, sentía como chocaba contra mi cuerpo. Se vino mientras me decía hagámoslo juntos.

(12:20) nos cogimos con rabia, como en una especie de demostración de poder, me tiro a la cama y me la metió otra vez, arriba de mí, observándome con soberbia, controlando la follada. En medio del placer eyaculó dentro de mí en su condón.

(2:00), me desnudé, lo empecé a acariciar, la erección estaba presente, recorría mi cuerpo con su pene grueso, lo pasaba entre mis pechos, lo pasaba cerca de mi boca mientras yo estaba recostada, le pregunte si quería que se lo mamara, calladamente me dijo que sí, lo hice, pero creo que no le gustó que tomara la iniciativa, después empezó a jugar con mi clítoris, su lengua acariciaba mis labios, sus dedos penetraban todo espacio posible, la excitación ahora si estaba presente, le pedí que me dejara montarlo, lo intenté pero su pene se dobló, se quejó, me tire a un lado y todo terminó.

La hombría no lo dejó quebrar, apenas pudo reanudó el ritual, me dijo me voy a venir y le pedí que lo hiciera sobre mí, su rostro se descomponía, se retiró el condón lo más rápido que pudo y dejó fluir su semen.

(8:00), me buscaba, tocaba mi piel, recorría mi piel con su lengua, separó mis piernas, el sueño me vencía, su lengua recorría nuevamente el camino, mi vagina lubricaba, su pene estaba erecto, sin besos, sin caricias de mi parte, su pene se introdujo dentro de mí, mi cuerpo de lado, con una pierna arriba recibía toda su fuerza, el olor a condón invadía el mensaje y la súplica nuevamente -vente conmigo-, -lo voy a hacer-, -vamos-.

Me preguntó (11:20) Ansberto: “¿qué te llevas de mí?”, Yadira: “nada”, le dije nada, “lo que quería no me lo diste”, Ansberto: “¿pero qué te compro, ¿qué quieres?, con que me recordarás”, Yadira: “con nada, esto termina hoy”.

Me miró y me dijo, “sabes si te vas a llevar algo de mí”, mientras me bajaba el pantalón, “te vas a llevar esto”, mientras sentía como su verga erecta llenaba todos mis huecos, sus brazos sujetaban mis nalgas y subían y bajaban al ritmo de su cuerpo, me tiro a la cama, me sujetaba suavemente mientras que su verga entraba y salía con gran fuerza. Se vino en un condón, dentro de mi cuerpo.

Comprendimos que entonces todo había terminado. La hora se acercaba, lo vi triste, no quería que me fuera, cinco minutos para mi salida, Ansberto: “adiós Yadira, recuérdame”, Yadira: “claro te recordaré”, Ansberto: “¿pero me llamarás?”. Subió mis cosas al autobús me beso, no volví la mirada más a él.


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