Inquietud (III)

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Oscar disfruta de la escena, tocando sin reparo su entrepierna sobre los vaqueros. Cada poco tiempo, Víctor mira hacia él para comprobar que no se sale del guión pactado.

Víctor vuelve a centrarse en el trasero de Sonia, que ya de alguna forma no se inmuta ante las caricias de esas manos abriendo sus nalgas

- Creo que estarías más cómoda si nos deshiciésemos de esto...- dice metiendo las manos bajo las gomas de las bragas y empujándolas suavemente hacia abajo liberando la parte superior de su trasero por completo

Instintivamente... Sonia echa su mano atrás y agarra las bragas para evitar que Víctor continúe.

- No.. así está bien.. dice casi gimiendo

-Como quieras... faltaría más... es tu masaje.... - contesta Víctor

Oscar no quita ojo, y puede ver como asoma una ligera erección de Víctor bajo el pijama, que sin embargo, ha rebajado la temperatura del masaje tras la negativa de Sonia, y se centra de nuevo ahora en los gemelos y pies.

Sin decir nada se levanta y se coloca en el cabecero de la camilla, se agacha y le susurra a Sonia...

- Todo bien cielo?

Ella gira la cabeza para verlo... esta colorada, y con cara de satisfacción...

-Si... muy bien....

Oscar se incorpora, y acaricia el pelo de su mujer mientras hace una seña a Víctor que él entiende a la primera..... Vuelva a subir al trasero de Sonia, y ahora sin decir nada... empieza a bajar sus bragas poco a poco. Sonia intenta de nuevo impedirlo, pero Oscar coloca su mano en el antebrazo y le dice...

- Relájate anda.... y deja que el masaje continúe...

Sonia lo intenta de nuevo pero sus bragas han escapado ya de su alcance y corren muslos abajo hacia los tobillos.... Incorpora ligeramente su cabeza para mirar a su marido, y negar con la cabeza, intenta cerrar sus piernas tras notas como resbalan por sus talones y caen al suelo, pero de nuevo esas manos, esos dedos que ahora presionan los gemelos por la cara interna, venciendo la poca resistencia que es capaz de ofrecer y corren pierna arriba, con los pulgares acercándose a su sexo húmedo, y ligeramente abierto en esa postura

-Relájate cielo- sonríe Oscar como respuesta mientras ella vuelve a hundir la cara en la camilla, resignada a lo que su marido, su dueño y esas manos quieran hacer de ella.

Oscar besa la cabeza de su mujer, y vuelve a su sitio, expectante, mientras las manos de Víctor continúan su trabajo, ahora con Sonia completamente desnuda en la camilla.

Sonia respira hondo al notar como las manos se aproximan a su trasero de nuevo, lo rodean de fuera a dentro y separan sus nalgas con decisión, haciendo aparecer su ano y los rosados labios brillantes de su sexo, para desaparecer de nuevo.

- Sonia, querida, te recuerdo que este sigue siendo tu masaje, tu mandas.. y puedes en cualquier momento pedir lo que quieras, parar lo que no te guste, o dejarlo si quieres..., vale?, es importante que estés a gusto, es lo único importante, entendido?- pregunta Víctor con voz dulce.

-Aha, se limita a asentir Sonia visiblemente excitada, pero aterrada en el fondo por lo que pueda pasar.

Víctor sigue masajeando las nalgas de Sonia, rozando ahora sin reparo su coño afeitado y rosado, mirándola y participando de la belleza de los pequeños defectos del delicioso cuerpo desnudo que tiene a su merced.

No es habitual que haga masajes a una mujer, y menos en una situación como esta, el morbo se puede palpar en la habitación. Gira su cabeza de nuevo, buscando la aprobación de su marido, del verdadero instigador de aquello. Hace un gesto mirándolo y señalando el nudo de su kimono.

La respuesta de Oscar no puede ser más clara, asiente sonriendo mientras se apoya en el respaldo de la butaca, echando mano a su entrepierna.

Víctor aprovecha entonces una pausa en el masaje para deshacerse de la parte de arriba de su kimono y girarse. Oscar asiste incrédulo al espectáculo del cuerpo de Víctor, sus pectorales perfectos, sin un solo pelo, sus abdominales, seguro de que no podría haber elegido mejor para regalar a su chica, que permanece desnuda boca abajo, ajena al último movimiento de su masajista.

Víctor mira de nuevo a Oscar antes de seguir, mostrando una evidente erección bajo los pantalones blancos. Oscar entonces decide jugárselo todo y hace un gesto a Víctor para que de un paso más... y se desnude por completo.

El sonríe y baja los pantalones que caen suave al suelo quedando completamente desnudo, a un lado de la camilla. La parte que faltaba por ver no es menos, piernas torneadas, depiladas, bronceadas, y una polla en proceso de erección que todavía no ha llegado a su cima.

Víctor regresa a la espalda de Sonia, se pone delante de ella, en la cabeza de la camilla para centrarse en su cuello. Sonia puede ver así por el hueco las piernas desnudas de Víctor, pero no se atreve a tomar ningún tipo de iniciativa. Sin embargo, los leves movimientos de sus caderas, las piernas ligeramente abiertas, buscando un mínimo roce con la camilla, denotan lo que Oscar reconoce inequívocamente como una señal de que no hay marcha atrás.

- Quizás quieras darte la vuelta Sonia, y continuar el masaje de frente ahora....

- Si... claro.. dice ella temerosa de lo que se va a encontrar al girarse....

Se incorpora sin pararse mucho, pero no puede evitar la visión directa, cercana, a escasos centímetros del cuerpo desnudo de Víctor, que espera paciente a que se coloque de nuevo. Instintivamente, gira la cabeza con un doble motivo, huir de alguna forma, y buscar a su marido.

Oscar sonríe y la mira con deseo, una mirada tranquilizadora que permite que ella se tumbe boca arriba, completamente desnuda ante aquel extraño, aquel sutil y delicioso regalo que su marido le estaba haciendo.

- Sonia, insisto, si quieres podemos dejarlo, o puedo vestirme si lo deseas.... dice Víctor acercándose con las manos untadas en aceite y poniendo su miembro muy cerca de la mano derecha de Sonia...

Ella no contesta, simplemente cierra los ojos y gime al notar como las manos empiezan a sobar sus pechos, juntándolos al centro del pecho y volviéndolos a separar, rozando los pezones duros con sus dedos. Instintivamente, Sonia abre las piernas poco a poco, ofreciéndose a esas manos, a ese cuerpo, a ese hombre.

Los dedos juegan ya sin reparo alguno con el sexo empapado, entran y salen, presionan su clítoris, se deslizan de nuevo mientras Sonia, con los ojos cerrados todavía, se deja llevar entre gemidos que no puede ni quiere reprimir.

Oscar observa la escena tranquilo, tocándose suavemente la entrepierna sobre los vaqueros, reprimiendo el impulso de levantarse, acercarse a su chica y participar en el juego.... puesto que al fin y al cabo, es lo que quería, lo que buscaba... en el fondo, su regalo es disfrutar viendo como ella goza... en manos de otro hombre.


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