AMOR ROBADO

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Llegaste nuevo a la ciudad, paseas por calles y plazas totalmente desconocidas, ves a gente que no conoces, te sientes sólo entre la multitud.

Sin darte cuenta se hace de noche y la ciudad cambia su buzo de trabajo por un elegante vestido de noche lleno de embriagadoras luces de mil colores y formas.

Esa noche te dejas emborrachar los sentidos, esa noche te dejas llevar por el instinto, no por la cabeza.

Grupos de gente joven pasan a tu lado derrochando alegría y ganas de pasarlo bien, pero en tu corazón no están esos planes de esparcimiento. Sonríes y con un gesto de aprobación continúas con tu paseo nocturno.

Sin saber cómo ni por qué llegas ante las puertas de un garito con un letrero luminoso enorme anunciando el show de esa noche. Gente entrando y saliendo, risas y un olor en el aire mezcla de alcohol y gasolina. Sin saber que te empuja a hacerlo, te adentras en él cruzando los grandes cortinajes rojos que separan la entrada del interior.

El gentío se retuerce con movimientos de baile al ritmo de la música y el olor se torna más fuerte, esta vez mezcla de sudor y feromonas, seducción y locura.

Observas la cara de la gente desde el círculo exterior de la pista, nadie te llama la atención, nada es importante, ¿Por qué entraste?

Enfilas el camino de salida apartando de tu paso a todo aquel con el que te cruzas, no estás para borrachos ni colocados. De repente una voz femenina frena tus pasos en seco y hace que gires tu cabeza hacia el lugar de donde proviene.

Una mujer increíblemente bella es la dueña de ese sonido cautivador. Piernas largas y bien esculpidas, cintura de avispa y cabello color trigo.

Discute con el que crees es su pareja, parece que a él le gustan todas. Buscas encontrar sus ojos pero te es imposible por el humo y la oscuridad reinante y decides abandonar el local. No es tu problema.

Un pitillo a las puertas y un poco de rock & roll proveniente de un coche aparcado es suficiente para hacer que te olvides de todo.

De repente, un empujón hace que tu cigarrillo se caiga al suelo y se pierda como el humo que hasta hace unos momentos manaba de él.

La seducción en persona te acaba de llamar,  nerviosa y temblorosa se disculpa por el golpe y tú sin soltarle el brazo te ofreces para ayudarla al notar su desamparo.

Su respuesta te sorprende tanto como sus infinitos ojos azules en los que por un instante te has perdido. Sus labios dejan escapar la palabra más dulce que jamás habías escuchad; “Bésame”

Dudas un instante, pero al momento juntas sus labios con los tuyos y en ese corto espacio de tiempo desaparece el mundo.

Ella sale corriendo, no te da tiempo a reaccionar y la pierdes en la oscuridad de un callejón. La buscas pero no la hayas, se la ha comido la tierra. La promesa de algo más se desvanece en el viciado aire de la noche.

Otro pitillo en el mismo sitio, otra canción en el coche y una voz que te aconseja mirar por si te falta algo después de ese pequeño encuentro con la mujer misteriosa.

No parece que te falte nada y continúas andando bajo los neones hasta tu casa. Medio paquete de cigarrillos más tarde aterrizas delante de las puertas de tu nuevo hogar, cansado y confuso buscas las llaves y subes a tu cuarto.

Por tu cabeza no cesa de pasar la imagen de esa mujer una y otra vez, no la puedes apartar de tus pensamientos y mucho menos de tus sueños. Se ha fusionado contigo, es parte de ti, estáis unidos en una mística simbiosis de sentimientos.

Por última vez revisas tus bolsillos pero todo está en su sitio ¿Todo? No.

Te falta una cosa, quizás la más importante, algo que de momento no echas en falta, pero esa mujer………te ha robado el corazón.


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