Una historia de tres (3era parte)

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Estaba en cuatro y el detrás de mi preparando su arma para atacarme, me hará sudar la gota gorda, me hará gemir hasta volverme una fiera salvaje, pensaba; pero antes se dio un banquete con mis nalgas, las beso, acarició y mordió a su antojo. Se deslizó entre mis piernas hasta llegar a mi ano, me beso, chupó y mordisqueo ese lugar tan secreto. Sentí como trato de penetrarme con su lengua en ese orificio tan pequeño y no pudo porque era muy cerrado, entonces sin dudarlo mojó su dedo y cuando estuvo muy humedecido haciendo movimientos circulares lo hizo entrar, fue una situación que no había experimentado nunca. Mientras metía su dedo me besaba la nuca, me acariciaba los senos con la otra mano y frotaba mis nalgas como pidiendo permiso para entrar con su miembro tan duro y fuerte.

-Nunca lo hice por ahí- le dije.

-Siempre hay una primera vez para todo preciosa- me dijo con una voz que dejaba sentir su respiración y agitación.

No pude negarme, ya no podía hacer nada el estaba decidido a darme lo que él quería darme, bajo nuevamente entre mis piernas y busco mi vulva, buscó mi clítoris y beso con ímpetu desmesurado, movía su lengua con mucha destreza haciéndome subir al cielo y cada vez que estaba a punto de tener un orgasmo, él se apartaba, me miraba y después seguía, me mantenía así a punto de explotar. -Vamos, dime lo que quieres que haga?- dijo sin dejar de acariciarme.

-Quiero tenerte dentro de mi, quiero sentirte, que me llenes de leche- dije jadeando y casi a punto de la desesperación.

Él levantó el rostro y sonrió, me ayudo a levantarme, entonces pude ver a Karen igual que yo a punto de explotar por un orgasmo con el sólo placer de vernos como dos animales dispuestos a todo. Entonces él me levantó el trasero y mientras me hacia agua la boca, anticipándome a lo que vendría después, puso su pene duro y palpitante entre mis piernas para introducirlo en mi vagina. -Oh Eduard hazlo, ya por favor!- grité levantando aun mas mi trasero para que su pene tan duro como una roca me perforara la vulva mojada, Entonces, su rostro cambió y con fuerza de animal embravecido me penetro, yo no podía recuperarme del fuerte impacto en las paredes de mi vagina, tenia su miembro dentro de mi por fin. En ese momento oímos un gemido como de un animal salvaje, era Karen que había logrado un orgasmo con lluvia dorada, un enorme chorro de agua transparente y tibia había salido de su vagina y su rostro era de complacencia y satisfacción. Entonces Eduard se volvió loco viendo a su mujer tan excitada y satisfecha y sus penetraciones eran profundas y muy fuertes, estaba demente totalmente con esa escena, lo tuve dentro por largos minutos haciéndome gemir de placer de pronto Karen se acercó y le levantó el trasero como una perra en celo, el entendió y salió de mi sin decir una sola palabra. Inmediatamente se acercó a ella y le dio lo que quería, le clavó su pene erecto y la penetro sin compasión, le dio mucho placer y yo miraba la escena un poco celosa pero muy excitada, me acerqué y lo bese en la boca, dejaba mi lengua jugar con el mientras penetraba a su mujer, sostuvo mi cabeza mientras continuaba con su trabajo y me acercó hacia su sexo y el de ella, me agache y me hizo besarlos mientras se volvían uno solo. Ella gritaba de dolor y placer al sentir ese pene tan duro como un misil, entonces me ayudó a levantarme y también me puso las manos contra la pared igual q su mujer, éramos las dos en al misma posición y el detrás de nosotras, la penetraba a ella y luego a mi, después a ella y luego a mi, así nos tuvo por largos minutos hasta que me vino un fuerte orgasmo q me hizo gritar de placer y morderle la boca a Karen que me besaba en ese momento. Entonces sólo faltaba él... con un mirada nos hizo entender que debíamos ayudarle entonces, nos pusimos en cuclillas y besamos a ese hermoso pene que nos había dado tanto placer, una momento ella y un momento yo. El nos tomaba de los cabellos y nos atraía hacia si. Le besábamos, acariciábamos y chupábamos hasta q se hinchó de tanto placer viendo nuestros rostros con la boca abierta esperando su delicioso jugo, su néctar de vida y placer. Un gran chorro se disparó primero donde Karen y luego se movió un poco para darme a mi el otro tanto, los demás fueron dentro de la boca de Karen, su mujer y compañera, yo amaba la complicidad de ambos y sueño desde ese momento en encontrar un hombre así.

Fuimos a la ducha todos mirándonos y sonriendo, había entrado a su mundo de complicidad también.

-Te quedas a dormir con nosotros cariño?- preguntó Eduard. -No- dije muy resuelta, -mañana tengo una reunión muy importante y debo descansar- añadí.

-Dormirás como un ángel mi querida Brenda- dijo Karen, -Después de esto, todos soñaremos con mas...- dijo mirando a su marido.

-Si, claro- respondí. -Entonces hasta otro momento bellos!- me despedí de ambos con un beso en los labios.

El despertador parecía que había sonado a penas me acosté a dormir, pero cuando vi la hora, salté de la cama pues tenia que prepararme para esa reunión con los accionistas mayoritarios del consorcio. Tomé una ducha fría para despertar bien y me puse un sastre que había elegido semanas antes para esta ocasión. En mi memoria me asaltaron recuerdos de la noche anterior y en mi cuerpo aun sentía los jadeos y penetraciones de Eduard.

Bajé a la recepción del hotel donde pude abordar un taxi, en 20 minutos estaba ahí, lista para sustentar un presupuesto y una continuidad laboral muy importante en mi sede de Lima. Me recibió una hermosa rubia de ojos verdes, la miré por segundos y era como si hubiera aprendido a admirar la belleza de otra mujer sin envidiarlas. Me pidió que espere en un hermoso salón muy lujoso y donde todo brillaba.

Fueron quince largos minutos de tensión, nerviosismo y espera, cuando la rubia nuevamente apareció y me condujo a la sala de gerencia para presentarme ante aquellas personalidades. Entramos y cual fue mi sorpresa mayor al ver sentado a Eduar y Karen frente a mi.

-La señorita Brenda Falcón- dijo la rubia secretaria cuando ellos levantaron la mirada y no menos impresionados sonrieron mirándose.

-Los señores Eduard y Karen Leonardi- me dijo mientras me miraba. - Presidentes y principales accionistas de nuestra empresa.

No podía creerlo, quedé fría y no sabia si sonreír, correr y escapar de aquella embarazosa escena o sentarme y hablarles con la misma confianza de la noche anterior en la que habíamos hecho el amor.........


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