Un trío de cuatro

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Los hombres mayores me gustan, no se por qué. Todos así de traje, elegantes, finos. Así que cuando me separé del indeseable de mi marido tenía el campo libre para verme con hombres de verdad.

No solo eso, también tiempo para otra fantasía: ¿quién no ha querido un trío? Ahora solo debía ponerme lista y ver como lo consigo. Nada de nada pasó hasta que conocí a 2 que eran buena onda: simpáticos y atentos… Creo que hasta gozan más que yo cuando nos vemos porque parezco su juguete, no importa: los adoro. Pero siempre hay un “pero”… cuando tengo a Martín o Rodrigo encima de mi o yo entre ellos suena el celular y es siempre la esposa preguntando donde andan ¿no es un fastidio?

La cosa es que Martín, el más guapo, me llama para decirme que su esposa y chicos se van de vaca y que podíamos vernos con Rodrigo en su casa de playa. La idea me pegaba! y por días solo pensaba que mi fantasía se estaba recargando.

Ese sábado, ya en el auto Martín me calentaba: apretándome las piernas una y otra vez en la autopista que a él lo iba poniendo muy duro. Yo me reía adivinando la envidia y deseo de los que iban en bus y podían vernos. Nunca fui exhibicionista pero que 20 caras vean una mano que se pone debajo de mi minifalda me calentaba más y más.

Tan pronto cruzamos en el portón de la casa el jardín y piscina eran bellos aunque había algo que no cuadraba: Rodrigo estaba con otro hombre más. No serían 2 sino 3 hombres!!! Sonrientes y muy duros debajo de sus bañadores.

Me quedé en shock! No sabía que hacer más que llorar. Martín se me acercó al toque para tranquilizarme, entre besos y sonrisas, para decirme que esta “sorpresa” no tenía que ser mala del todo y que no me preocupara.

Necesitaba un respiro, y aprisa... con un coctel que me pusieron en las manos me quedé pensando… ya que estoy aquí. ¿Por qué no? ¡esto podía no repetirse en toda mi vida! Ya puesta en mi me paré y sonreí a mis chicos para tranquilizarlos. Les pedí que se sentaran juntos en el lounge frente a la piscina. Me saqué la blusa y la mini para quedarme solo en bikini blanco y mis zapatos de taco… y a bailar…

Lentamente, un bailecito suave y ondulante, como la música que encontré en la radio, y al bailar me ponía el aceite en mi vientre, mis piernas y en los pechos debajo del sujetador… Nunca hice un strip pero me sentía bien. Me acercaba un poco a ellos para que me rozaran mi piel, mi bikini y entre las piernas… parecía que estaba logrando que se pudieran más duros y más bestias.

Bailaba y bailaba… por 2 o 3 canciones más, lo hacía ahora con los ojos cerrados que todavía me avergonzaba un poquito lo que hacía. No me di cuenta que los 3 se levantaron, me rodearon metiéndome la mano en las bragas del bikini y me besaban la boca con rudeza y desorden. No sentí cuando me sacaron el sujetador pero me puse en cuclillas para sacar sus miembros y chupárselos: duros y palpitantes que ya lubricaban con su sabor salado y pegajoso. Mordía la cabeza suavemente para que se endureciera un poco más mientras acariciaba con las manos los miembros de los otros dos y chupándome mis manos llenas de aceite y de sus líquidos para que supieran que iba en serio. Ellos se juntaban y se juntaban, y sentía las piernas y bolas sobre mis hombros. Más de una vez me atoré con tanto miembro en mi boca que ni respiraba pero no parecía que eso los detenía.

Les hice oral por un rato… larguísimo, hasta que Rodrigo casi se cae de placer porque iba a terminar. Les dije que ahora lo hicieran conmigo mientras se enfriaban un poco. Me quitaron las bragas y los zapatos y me llevaron directamente a la habitación. Me recostaron de espaldas y me masajeaban los pies, lamían entre las piernas o chupaban los pechos, mientras me arrullaba entre las sábanas y almohadas.

Rodrigo se puso a mi lado y me monté sobre él mientras me miraban como me tomaba de frente. Y también me incliné para quedar en pose de perrita para que Martín me tomara por la cola. Había algo más: su amigo se puso de rodillas para quedar su vergota a la altura de mi cara y que se la siguiera mamando. Los tres se cruzaban bromas guarras entre ellos y sin dejar de moverse querían mamarme el pecho, ponerme el dedo en las orejas, la nariz o cualquier otro orificio que me quedara libre. Aunque dolía un poco tener a 3 hombres dentro… ¡era increíble!

Entraban y salían de mí rápidamente y nadie quería cambiar de pose… solo que Martín salió de mí para darle mi cola a su amigo. Ya no hacían bromas ni nada… solo gemidos y una carrera para ver quien acababa primero.

Cuando ya no pudieron más me dejaron para que me recostara de espaldas y cada uno se masturbaba con mis manos y pechos. Querían acabar juntos pero mejor que no… Rodrigo acabó primero salpicándome el cabello, la cara, los senos y solo pude tragarme un poquito de su semen. El señor que nos acompañaba se puso tan rojo porque aguantaba la respiración y lo vertió todo sobre mi vientre y lo frotaba como si fuera crema espumosa un poco en mi ombligo y otro poco más abajo…

Mi Martín querido iba a ser el tercero: me montó encima de mis pechos, con una mano acercó mi cabeza a su verga y con la otra se la seguía agitando hasta que terminó en mi boca y como no la sacaba de mis labios me lo fui tomando casi todo.

Acabé entre risas y aliviada, acurrucándome para dormir un poquito antes de volver a empezar con ellos. Dos cosas no les contaré, lo que hicimos más tarde y como se llamaba ese tercer hombre, que no volví a ver y me parecía descortés preguntar… ¿no?.


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