Al final se cumplió la profecía maya... (Parte final)

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Quería salvarme a toda costa, así que solo me quedaba aferrarme a las ideas del grupo de Facebook que, por otro lado, eran bastante claras y sencillas de cumplir.

En cada ciudad, debíamos subir durante la madrugada del21 auna zona alta, solitaria, y que estuviese poco iluminada. Si era posible debíamos elegir una montaña.

Una vez allí debíamos quitarnos toda la ropa, arrodillarnos, abrir nuestros brazos y empezar a gritar: -¡¡Venid a buscarme…os estoy esperando!!

Según los expertos del grupo, pocos minutos antes del cataclismo final…unos pequeños seres verdes nos recogerían y nos pondrían a salvo para, de este modo, evitar el final de toda la humanidad.

Era de esperar que, posteriormente, estos seres nos llevasen junto con otros grupos de humanos a un lugar seguro y nuestra misión principal sería la de perpetuar la raza humana.

He de confesar que nunca había pensado en mí como un ejemplar de semental pero, por otro lado, no me desagradaba la idea. ¡Que coño, me iba a poner las botas!.

 

Reconozco que el día anterior me invadió un cierto temor a estar haciendo el “gilipichi”, de hecho casi estaba decidido a no hacer nada y esperar el fin del mundo en mi casa, jugando a la “play”. Entonces decidí poner las noticias en la tv, serían las 21.10, y recuerdo haber sintonizado Antena 3. Justamente estaban hablando de un pueblecito francés que se iba a salvar del desastre y de las personas que estaban llegando allí para ser recogidas por los hombrecillos verdes. ¡Por Dios que ejemplares!. Un tío vestido de Papa Noel con un teléfono antiguo atado a la cintura para poder comunicarse con los seres de otras galaxias, un iluminado, varios hombres y mujeres disfrazados con mascaras y con linternas en la frente…Pensé: -¿Y estos van a ser los encargados de recuperar la raza humana?. ¡Nos dejan morir fijo!.

Estas imágenes me convencieron de que mi salvación era más necesaria que nunca.

Ya era bastante tarde, así que lo preparé todo en una mochila. Básicamente algo de chocolate para comer, una botella de agua, una linterna y un megáfono. Ya que había que gritar, pensé que con el megáfono me oirían mejor.

 

Mi destino ya lo tenía claro desde hacía tiempo. Subir la cuesta hasta el monte Naranco, en bicicleta, me llevó más de dos horas. ¡Definitivamente el fin del mundo no me pillaba en buena forma!

Una vez en la cima, no perdí mucho tiempo porque ya eran casi las 24.00 h. y yo entendía que para un tema tan importante se exigiría un mínimo de puntualidad. Todo estaba muy oscuro, no se veía nada a un metro de distancia. Me quité toda la ropa, me arrodillé y abrí los brazos…Bueno, abrí uno porque con el otro tenía que sujetar el megáfono cerca de mi boca, y empecé a gritar la consigna del grupo:

-“¡Venid a buscarme…os estoy esperando!. ¡Venid a buscarme…os estoy esperando!

 

-¡Joeee…como suena el megáfono!, pensaba yo.

También pensaba que ya podían haber elegido una fecha de verano porque me estaba quedando helado.

 

De repente suena un motor, como de coche, y veo unas luces blancas a unos cinco metros de mí, en línea recta.

 

-        ¡Qué rapidez!, pensé lleno de excitación. - ¡Venid a buscarme, venid a buscarme!

Las luces hicieron un giro brusco hacia la carretera, un acelerón…un pitido y pasaron muy cerca de mi.

-¡Degenerado, mirón, exhibicionista…hijo de…!.

Falsa alarma, eran unos chicos que estaban disfrutando de la intimidad del Naranco.

 

Tranquilo, no pasa nada…no pasa nada, pensé para mis adentros. La verdad, es que bien mirado, ¡vaya imagen se van a llevar los hombrecillos verdes!. Bueno, mejor así, que vean que no tengo nada que esconder.

 

-“ ¡Venid a buscarme…os estoy esperando!”

 

A ratos escuchaba a ver si alguien más estaba intentando salvarse, pero no, parecía que el resto de ovetenses había delegado en mí la perpetuación de la “asturianía”. Por un momento me sentí igual que Pelayo en la batalla de Covadonga.

 

No recuerdo el tiempo que estuve haciendo la llamada a los hombrecillos, quizá un par de horas. Mis fuerzas ya empezaban a flaquear…creo que tenía hipotermia.

De pronto un ruido me hizo volverme, dos luces potentes y oscilantes se acercaban a mi. Busqué mi linterna por el suelo y enfoqué en su dirección…

Pude ver con claridad el color verde de los dos seres que se acercaban ala carrera. Elcorazón se me salía del pecho…

 

-“¡Aquí, aquí…venid a buscarme!”

 

No pude aguantar más, presa de la emoción me puse en pié y eché a correr hacia ellos con mis brazos abiertos…

Recuerdo haber tropezado con algo, quizás una piedra o un arbusto, pero ya no recuerdo nada más…por mucho que lo intento no logro acordarme de nada.

 

Tengo varias heridas en las piernas y en los brazos y una venda en la cabeza…

Por Dios..¿Que me habrán hecho?. Seguro que me han estado estudiando para ver si estoy listo para perpetuar la raza.

 

No aguanto más…¡quiero verles, quiero salir de dudas, quiero respuestas!.

 

-        Ehhh..¿hay alguien ahí?.¡ Hombrecillos, soy yo, quiero hablar con vosotros!. ¡Eeeehhhh…que venga alguien!

 

Por fin, oigo unos pasos…La puerta se abre y entra…¿una enfermera?. ¡Si, una enfermera del Hospital de Asturias!

 

-        ¡Oiga!. ¿quiere tranquilizarse por favor?. ¿Qué le pasa?.

 

-        ¿Qué…?. ¿Estoy en el hospital?, ¿qué hago aquí?.

 

 -        ¿No se acuerda de nada?. No me extraña con ese golpe. Poco le ha faltado para matarse…Un poco más arriba y ese golpe habría sido el fin del mundo para usted.

 

-        Perooo…¿cómo…?

 

-        Si, si…ya lo se.La Guardia Civille trajo anoche. Estaba usted hipotérmico y herido. Por lo visto una pareja de jóvenes avisó de que había una persona desnuda por el monte Naranco…¡ mirando a las parejitas!.

 

-        ¿La Guardia Civil?...¡O, nooo…al final si que vinieron los hombres de verde!

 

-        ¿Qué dice?

 

-        Nada…nada…cosas mías….!!!

 

 FIN…del relato (que no del mundo…)


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