Aquel frío anochecer

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Era una tarde fría y oscura de invierno, más precisamente una tarde de martes cerca de llegar la Navidad. Estábamos en su auto en aquella calle cubierta de niebla a la altura 1500. Cada palabra que salía de su boca robaba de mí una sonrisa ancha e infinita, casi forzosa para que él no descubriera que dentro de mí habitaba una tristeza. No queríamos recordar las peleas con su familia, no, no lo haríamos, para qué? Para qué recordar que yo no era del agrado de su madre? Que yo "nunca estaría a la altura de ser novia de un codiciado médico". Hasta yo pienso tantas veces como tan gran persona se fijo en mí, una simple amante del ballet y el arte, sin futuro fijo.

Mi sonrisa forzosa se rompió en un llanto desconsolado por no ser lo que aquella señora de buen vestir espera para su hijo. Él secó mis lágrimas con su dedo pulgar y partió su boca contra la mía en un beso húmedo y largo, mientras acariciaba mi largo cabello. Sin una sola palabra arranco el auto y fuimos a mi reciente nuevo departamento. Acababa de mudarme ese día, nada estaba en su lugar.

Entramos algo mojados por la lluvia, encendí la chimenea y preparamos café, todavía recuerdo aquel olor a café mezclado con el aroma a ropa mojada y la pequeña brisa que entraba desde la ventana. Sentados en una alfombra cerca de la chimenea recuerdo su cabello dorado secándose con el cálido fuego, y sus ojos color caramelo brilloso mezclándose con el brillo de aquellas llamas hacían cambiar de color sus ojos a verde. Las miradas bailaban al compás de la brisa que provenía de afuera, sus ojos brillaban al igual que su pelo, su piel blanca leche se veía color caramelo por el fuego. Cada vez nuestras cabezas estaban más cerca, ambos hipnotizados por la mirada del otro, de repente una sonrisa proveniente de sus finos labios rompió el baile de nuestras miradas y con esa sonrisa vino el beso, un beso húmedo lento y extenso que sabía a café, aquel beso sacó de mi todo el frío que hubiera en mi cuerpo. Poco a poco ese beso se intensificaba, volviéndose cada segundo mas rápido, y más, y más. Mis manos abrazaban su cuello y las suyas mi cintura, sigilosa mente colocó una de sus manos por de bajo de mi suéter tocando mi espalda, frotándola hasta llegar a mi cuello para luego volver a bajar su mano. Todavía con su mano tocando mi espalda levanta toda mi ropa superior dejándome en sostén. Deja de besarme la boca para besar mi cuello, intento quitarle su camisa pero de repente escucho "solo abrázame y no me sueltes jamás" quise contestar pero de tanto placer no podía, poco a poco, abrazados y besándome el cuello, me inclina hacia atrás dejándome bajo su cuerpo, se arrodilla y se quita la camisa. Sigue besándome pero ya continúa con mi pecho por arriba del sostén, siguiendo por mi abdomen...

# escribiré la segunda parte si ésta tiene éxito


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