Alfred y Jenny II

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Mientras Jenny cabalgaba, Alfred sentía que toda su verga era un fuego, el roce de los bordes de su glande en las suaves paredes de la intimidad de Jenny le provocaban un placer narcótico. Se incorporaba para chupar sus tetas, luego ella se inclinaba para besarlo en la boca, para seguir después con sus saltos encima de él, haciendo que sus tetas se sacudieran, que sus cabellos se desordenaran. Y el miembro cada vez más grande y más duro aparecía y desaparecía en el cuerpo exaltado de ella. Las manos de Alfred aferraban los glúteos de su reciente amiga, y los cuerpos de ambos sudaban, desbordando energía y placer. Entonces él le dijo: quiero que te pongas en cuatro.

Jenny se colocó en cuatro a orilla de la cama, expuesta y vulnerable, esperando con ansias lo que venia. Alfred se agachó y comenzó a besar y masajear sus nalgas y comenzó a pasar su lengua por toda la zona húmeda y tibia de Jenny haciéndola gemir y gritar de placer. Alfred llevaba su lengua a su clítoris, lo chupaba, lo succionaba, la penetraba saboreando todos sus fluidos sintiendo como cada vez salían más y más, así que decidió hacerla explotar de placer, llevando un par de dedos dentro de ella, lamiendo su estrecho ano y entonces comenzó a dilatarla con un dedo, adentro, afuera, adentro, afuera.... Jenny no supo más de ella, una ola de intenso placer la devoró completamente concentrándose todo en sus partes más íntimas y desbordándose al resto de su cuerpo.

Cuando Alfred percibió que el ano de Jenny estaba suficientemente relajado supo que era el momento. Comenzó a lamerle y besarle su pequeño orificio de piel oscura, se lo untó con su saliva, se lo besó mientras con sus pulgares mantenía bien separados los glúteos. Ella gemía apoyada sobre los codos, haciendo que sus pezones rozaran la cama. El siguió un rato más con los besos íntimos, muy íntimos. Entonces se incorporó, tomó su verga con la mano derecha y llevó la punta al culo de Jenny, apoyó el glande y comenzó a empujar, en un principio el orificio parecía cerrado, pero de pronto se abrió y entró la cabeza. Jenny gritó en medio de un suspiro. Alfred fue metiendo poco a poco su miembro en el culo de Jenny mientras ella aferraba las sábanas con las uñas. La tomó de las caderas y empezó a cogerla con ritmo cadencioso, a trepanarle el culo con energía masculina.

Ella gemía y gritaba, sentía algo de dolor pero sobre todo era el placer arrollador dentro de ella. Recibía cada embestida cada vez más llena de excitación, sentía como entraba, como salía, como los huevos de Alfred golpeaban su nalgas, su vagina.... las manos de Alfred aferraban sus caderas y la llevaba una a sus senos que rebotaban con cada movimiento, a su clítoris con suave masaje, todo era placer y nada más que placer.

El deseo enloqueció a Alfred y comenzó a dársela con ferocidad, su falo se clavaba a fondo una y otra vez, sintiendo como el ajustado ano de Jenny lo apretaba excitándolo hasta el delirio. La cogía por el culo mientras le daba alguna nalgada de tanto en tanto. La hizo incorporarse y mientras la penetraba con la furia de un salvaje le aferró las tetas con ambas manos. Entonces le susurró al oído: ¿dónde querés que te dé la leche?"Dámela ahí, en mi culo" alcanzó a decir Jenny con la respiración entrecortada Entonces Alfred se tomó un respiro para recobrar energías para el embate final. Retiró su miembro del culo de Jenny y observó como su ano permanecía dilatado, abierto, esperando más, mientras ella se quedaba obediente, en cuatro, sudada y temblorosa. Jugó un poco con la cabecita del pene en la entrada del orificio, lo acarició, lo penetró mínimamente, pero de pronto la volvió a clavar hasta el fondo y recomenzó su bombeo. Si antes lo había hecho con fuerza ahora era el doble, se movía a un ritmo enloquecido, sus caderas se sacudían a toda velocidad, su verga era un pistón que entraba una y otra vez en el cuerpo de Jenny, y ella gritaba, aullaba, pedía leche a gritos: "Lléname con tu leche, papito, inúndame el culo con tu leche". Los golpes de la pelvis de Alfred contra los glúteos de Jenny resonaban en el cuarto. Entonces él sintió el inconfundible hormigueo que nace en los testículos y anuncia la explosión. Aumentó todavía más sus arremetidas, la tomó de los cabellos con fuerza y estalló en un aullido mientras su verga latía y lanzaba chorros de esperma en el culo de Jenny, que estaba en pleno orgasmo al mismo tiempo que él.

Por un instante quedaron inmóviles, solo disfrutando ese momento de sentir sus cuerpos como uno solo, entonces cayeron rendidos sobre la cama extasiados al máximo, se fundieron en un abrazo con una gran sonrisa en los labios recobrando poco a poco la respiracion. Estuvieron ahi platicando y conociéndose más sin terminar de creer lo que acababa de pasar. Después juntos fueron a la ducha a lavarse, no pudiendo ni queriendo evitar otra sesión de fantástico sexo ahora bajo el agua.


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