En la piscina

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Es una de esas tardes de verano. Alicia, viendo pasar las horas, decide bajar a la piscina. Sandalias, crema, toalla y un libro con la intención de salir un rato del tedio. Allí escoge un sitio agradable. Es poco después de comer y no hay mucha gente. Extiende la toalla y decide tumbarse al Sol. Como ocurre cuando uno se tira a la toalla, va caminando por sus historietas hasta que vuelve de repente. Y se incorpora, lentamente. Delante tiene a dos chicos. A unos dos metros. Son un poco más jóvenes que ella y no están mal, piensa Alicia, a la par que intuye el mismo pensamiento en la mirada de ellos. El calor constante en la piel, sabiéndose observada con disimulo, empieza a provocar cierta excitación en ella y Alicia empieza a desear jugar un poco. Se le ocurre echarse crema por el cuerpo. Eso confirma las miradas de ellos. Nota cómo el moverse de sus pechos hace mover sus cabezas hacia su campo de visión. Les tiene casi hipnotizados. Y eso le gusta. Alicia piensa en jugar un poco más. Y decide, con el disimulo que puede entre su propia taquicardia, bajar el bikini para mostrar sus pechos, con la excusa de extender crema sobre ellos. Eso supone recorrerlos con sus suaves y temblorosos dedos. Dibuja círculos y su piel rebota al tacto, los pezones se yerguen en dirección a los chicos. Dejándolos a la vista, hace una pausa para coger las gafas de sol. Quiere ver la cara de ellos mientras disfrutan de sus pechos. Y ve en esas caras una excitación cada vez más difícil de esconder. El chaval de la izquierda aprovecha su propia excitación, su postura y la necesidad de liberar a su miembro para dejar que éste asome por un lado de sus bermudas. Alicia puede verlo, bien duro y muy grande y no puede evitar abrir la boca. No se lo esperaba. Tiene un poco de susto en el cuerpo, pero también un placer que lo recorre al comprobar la excitación que provoca. Quisiera dejarlo ahí pero también quiere seguir. El chico acaricia su miembro discretamente, de arriba abajo y de abajo arriba. Alicia puede sentir las caricias de los dedos del chico en su propio clítoris. No puede evitar media sonrisa y regalar su imagen relamiéndose, como un remate del juego. Excitada en un juego nuevo que la hace sentir algo torpe, piensa que ya ha estado bien. Hoy tendrá una sesión de fantasía nocturna. Y ellos también, seguro. Decide taparse los pechos, ponerse las sandalias y dejarlo ahí. Por ejemplo, ir al baño. Y entra en el baño pensando sin remedio en lo que acaba de pasar cuando cae en la cuenta de que la puerta no se ha cerrado. Los dos chicos la han seguido y entran detrás de ella. Hijos de puta, susurra. Se acercan a ella con tranquilidad y la invitan con un leve gesto que pase con ellos al baño de minusválidos, que es más grande que el resto. Así entran los tres. Alicia está muy nerviosa y no sabe qué hacer. Los chicos así, de pie, parecen más musculados. El chaval al que Alicia le ha visto la polla se lanza a comerle la boca. Le está mordiendo los labios mientras acaricia su costado y baja acariciando su culo. A Alicia le gusta ese recibimiento. Los ojos penetrantes miran a Alicia y su voz grave dice con toda la tranquilidad del mundo ¿sabes que me vas a comer la polla, verdad? Alicia no sabe qué decir. Piensa gritar y salir corriendo, pero el chico, con mucha delicadeza, vuelve a enseñarle su gran polla. Jo-der, dice Alicia. Sabe que esto no se lo puede perder. No quiere irse, o quizás sí. La polla a reventar en la mano del chico que espera a Alicia, que decide acercar su mano para tocarla. Al contacto siente un cálido flashazo y el mundo se vuelve carne caliente en su mano, parece fundirse en ese cuerpo musculado y recorre el miembro con sus dedos con la misma suavidad que recibe de él. Quiere probar cómo sabe. Mientras se arrodilla piensa que le gusta la forma de esa polla, y le gusta cómo está entrando en su boca, llenándola de placer. Con los nervios no controla su lengua, pero siente cómo el chico está disfrutando de todo lo que hace. Le mira a los ojos, desde abajo, y sonríe. Diosss... escucha. El otro chico empieza a pajearse, a su altura. También es una buena polla. Alicia puede verla bien cerca mientras babea sin parar esa polla desconocida y sabrosa. No sabría decir por qué, lleva su mano derecha a pajear al otro chico que exhala de gusto. Tiene un profundo estremecimiento al sentirse tan entregada a esos dos extraños. El chico que ha hablado la pone de pie y le da otro morreo. Ella tiene una polla caliente en cada mano. Ahora él baja para lamerle el clítoris con sabiduría. El otro empieza a acariciarle las tetas desde atrás dibujando círculos. Está disfrutando cómo esa lengua extraña humedece su entrepierna y expone sus placeres. Sus manos a veces acarician la espalda del chico que tiene la cabeza entre sus piernas, a veces van hacia atrás a deslizarse por el culo y el miembro del chico de atrás, que siente rozándose en su espalda todo el tiempo. El chico se levanta y vuelve a darle un morreo, pero ahora las intenciones están claras: acerca su polla a Alicia para entrar en ella. Alicia le abraza, no dejan de morrearse y siente cómo entra poco a poco. Alicia siente partirse en dos y sus límites se funden por todas junto a esos dos cuerpos, con el otro chico acariciándola por detrás. Una gran polla, una gran sonrisa, los ojos medio abiertos mirando extasiada al chico que la mira. Los dedos por su cuerpo se multiplican. Alicia aumenta la velocidad de sus labios mordiendo al chico que la está penetrando. Ahora los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el hombro de él. Estás entrando por el culo, cabrón, eres incorregible jajajaj dice el chico al silencioso, mientras coge con fuerza de las piernas a Alicia para levantarla un poco y permitir que las dos pollas entren a la vez en ella en un dulce vaivén. Una sandalia cae. Alicia desaparece por instantes, se siente ensanchar mientras acaricia la espalda del chico que lleva la voz cantante. Sigue morreándola mientras empuja rítmicamente su polla dentro de ella, acompasando la otra polla que entra por detrás. El de atrás le coge de la cintura y le muerde el cuello, provocando un escalofrío de placer que llega en forma de brisa hasta su pie descalzo. Aprieta su esfínter para sentir esa polla durísima clavada en las paredes de su culo abandonado al chico, su coño está ahogándose en la otra polla y los fluidos que rebosan. Llega al orgasmo un poco antes que él, que sigue sujetándola. El otro chico no tarda en correrse en su placentero agujero. Sigue abrazada porque las piernas le tiemblan y caería. Esta tarde en la piscina ha sido mucho mejor de lo que esperaba. Quizás mañana se repita


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