CARTA A MI HIJO JAVIER

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“No siempre podemos agradar a todo el mundo”--- me dijo, una vez, una psicóloga, y tenía razón. No siempre podemos agradar a todo el mundo y no debemos sentirnos culpables por eso.

                       Javi, tengo ganas de decirte esto, ahora: Es pesada la carga que los demás nos echan encima, con sus expectativas de sobre como debemos ser. Los padres solemos hacerlo, pero es irremediable. Lo remediable es como lo encaran los hijos.

                     Creo que, en general y en todos los niveles de relación, al ser humano le resulta más fácil vivir a la expectativa de los demás, acechándole sus buenos y malos tragos. Cargando con la responsabilidad de sus éxitos y fracasos, en vez de actuar él mismo, sobre la base de la esperanza en su propia vida.

                   Tener la ilusión, el anhelo de que otro ser, aún nuestro propio hijo, sea médico, Ingeniero, triunfador o generoso, es más fácil que ponerse a estudiar medicina, o participar en competencias, o comportarse como un verdadero altruista. Y eso daña al otro.

                   La mayoría de las grandes o pequeñas frustraciones, que arrastramos a lo largo de nuestras vidas, se producen cuando, inconscientemente, nos culpamos de no ser lo suficientemente inteligentes, constantes, buenos o malos, como para colmar las esperanzas ajenas. Y así estar en paz con los demás.

                   Creo que ahí está la clave de todo proceso… Pero no importa como seamos o lo que resulte de ello. LA PAZ QUE DEBEMOS BUSCAR NO ES CON LOS DEMÁS SINO CON NOSOTROS MISMOS.

                    Sabiendo diferenciar las márgenes del camino, nos sentiremos mejor con nosotros mismo, y, de ese modo, con los demás, si estamos siempre seguros que todo lo que hacemos, lo hacemos sabiendo lo que hacemos y totalmente convencidos de que es lo que queremos hacer.

                   Cada uno tiene su forma de ser y de pensar. Ese es nuestro DERECHO DIVINO… “el libre albedrío”...”el derecho a la opción.

                     Sobre lo pasado no debemos pensar que no hicimos todo lo que debíamos hacer. Sé que hicimos todo lo que queríamos hacer y eso es bueno. Estoy tranquila por eso… y es la mayor fortuna que puedo desear. No la única, pero sí la mayor.. Sé que., poco a poco, estas encontrando tu camino y me alegro por vos.

                 Javier, debemos vivir siempre haciendo lo que nos dicta nuestro pensamiento. Tenemos buenos instintos y ellos nos guiarán. Lo importante es que cada uno está en paz consigo mismo.

                                                 MAMA


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