Los 5 Revolver: El Jinete Maldito (Parte 6)

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Victoria se sorprendió al escuchar una voz muy calmada y serena, hasta se le hizo conocida.

-Si, estamos bien –respondió Galante-.  Te tardaste un poco en aparecer, el tipo ese casi nos dispara.

-Ah –respondió el Jinete con una sonrisa-.  Lo bueno fue que llegue a tiempo, y créeme, esos tipos no volverán por estos rumbos nunca mas.

Victoria no podía creer lo que estaba escuchando.  Galante platicaba normalmente con un Jinete con armadura de Hierro el cual tenía ojos rojos.  ¿Como podía ser posible?

-Je –rio el jinete-.  Mira a Victoria, esta tan asustada y confundida.  ¿Qué no reconoces mi voz muchacha?

Victoria no entendía nada, ¿de que estaba hablando?

Entonces el Jinete agacho su cabeza y se quito el casco, subió la cara y miró a la muchacha.

-¡Ramón! –Exclamó Victoria.

-Ese mismo pequeña Vicky, soy yo.

-¿Como puede ser posible? –dijo sorprendida-.  ¿Tú eres el Jinete?

-Si, yo soy el jinete Maldito.  El cual dicen es el alma de John Smith.

-Es verdad –dijo Galante riendo-.  La gente tiene mucha imaginación.

-Pero. ¿Qué haces tu vestido así?  ¿Quiere decir que es todo una farsa?

-Bueno –respondió Ramón-.  Depende de cómo lo veas.

Victoria seguía sin entender del todo, estaba confundida.

-¡Creí que eras un fantasma de verdad!  ¿De donde sacaste esa armadura?  

-Mira –respondió Ramón orgulloso-.  Esta armadura era de mi abuelo.  Fue un regalo que le hicieron en un viaje que tuvo a Europa, y al morir me la dejo a mí.

-Pero, ¿porque haces creer a la gente que eres un Jinete Maldito que vaga por el Cementerio?

-Yo te respondo eso –dijo Galante-.  Hace poco había mucha violencia aquí en COBRA.  Bandas de rateros y asesinos como los que nos atacaron hoy venían a cada rato a robar y aterrorizar a la gente.  Hace no mucho vimos como una banda de rateros atacaban a una familia indefensa.  Eran muchos así que nosotros dos no podíamos hacer nada.  Fue ahí cuando se me ocurrió la idea de que quizá Ramón podría asustar a esos bandidos si se mostraba con la armadura y su caballo.  Y así lo hizo, se puso la armadura y galopó hasta donde estaban los bandidos.  Sin embargo no solo asusto a estos sino también a la pobre familia –Galante sacó una carcajada-.  Un día después  fuimos a la cantina como siempre y escuchamos rumores de que un “Jinete Maldito” se aparecía cerca del Pueblo y del Cementerio.

Después se nos ocurrió la idea de hacer esto de vez en cuando, así los rateros no se acercarían como antes por el susto.  Y ha funcionado, ha bajado mucho la delincuencia en el pueblo.

Victoria seguía un poco sorprendida.  No podía creer que se hubiera creído que en verdad había un jinete de Hierro.

-¡Pero casi matas al vaquero! –Grito ella.

-No –dijo ramón sonriendo-.  Mi puntería es impecable, se adonde apuntar y luego disparar.

La muchacha se quedó muy seria.  Sin embargo rápidamente soltó una sonrisa y los dos hombres la siguieron.

-Si supiera el pueblo –dijo ella.

-No –respondió Galante-.  El pueblo prefiere creer en mitos.  Mientras el Jinete de Hierro no les haga daño, prefieren ser sorprendidos que averiguar una aburrida realidad. 

-Está bien –interrumpió Ramón-.  Es ya muy noche, mejor llévala a su hotel para que descanse, Galante.

Ramón se puso el casco de nuevo y se perdió por el Cementerio.

Galante le sonrió a la muchacha y se dirigió hacia el hotel del pueblo.  Victoria sabía que esto era una farsa, pero si era por una buena causa estaba bien.  Además Ramón los salvo, eso era de agradecer.  Ha cuantas más personas no habrá salvado.

La lluvia había cesado, pero el frio cada vez era más intenso.  El camino a casa fue más tranquilo que el de ida.  Ni Galante y Victoria hablaron, pero esta noche habían descubierto una muy buena amistad entre ellos dos que valía mas que mil palabras.

-Aquí me bajo –dijo Victoria bajándose del Caballo en la entrada del Hotel.

-¿Qué piensas hacer mañana Victoria?

La chica se quedó pensativa por un momento.

-Creo que prefiero ser un ama de casa que una pistolera.  Es mucho menos peligroso.  Además ansió tener hijos.

-Es una muy buena decisión –dijo Galante sonriendo.

-De verdad admiro lo que ustedes dos hacen por la gente del pueblo, es muy noble.  He aprendido mucho en este pueblo, todo lo llevare en el corazón. 

Victoria miró hacia el cielo y dio un suspiro de felicidad.

-Muchas gracias por defenderme de esos malvados Galante.  Te lo agradezco de verdad.

-No es nada Victoria.  Jamás volveré a dejar que alguien sufra por culpa de unos barbaros.

-Es hora de volver a mi pueblo –dijo Victoria-.  Mañana me levantare muy temprano para partir.  Mis padres deben de estar algo preocupados.

-Aquí estaré esperándote, para ver que te vallas con bien.

-Muchas gracias Galante.  Buenas noches.

 

 

 

                                                                                                                    FIN


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