Las Habitaciones del Placer [3]

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Hugo había aportado a mi vida felicidad y tristeza al mismo tiempo, lo quise mucho y lo odié a ratos.

Fuimos amigos, aunque con el tiempo yo confundí esa relación, confundí miradas, palabras, gestos. Me encantaba mirarlo sin que se diera cuenta y que nuestras miradas se entrelazaran, añoraba su voz y su sonrisa cuando pasaban los días sin vernos, me aferraba a sus "“Quédate" ” cada vez que tenía que irme, me quemaban las punzadas que sentía en el pecho cuando sus manos me rodeaban y terminó conmigo ver cómo se prometía a otra.

Mis días eran grises, lluviosos; terminé selectividad y decidí ir a estudiar fuera. Sin haberle dicho palabra de ello y ya en el aeropuerto, le mandé un mensaje "“Te deseo lo mejor. Hasta pronto" ”, apagué el móvil y retiré la tarjeta. No quise obtener respuesta. Y ahora, después de 15 años me encontré de cara con ella.

"“Quédate, por favor Lucia, quédate, no te vayas"”, me abrazó, e intentando no hacer salir ninguna lagrima más, siendo fuerte, le respondí “"Es tarde Hugo, ya me fui”", noté como la fuerza de su abrazo disminuía y él, se hizo frágil a mi lado.

Con frialdad, le aparté a un lado y me fui de aquella habitación privada. Cogí mi tarjeta de una mesa que había al entrar en la habitación roja y la abandoné. Decidí proseguir mi visita por la mansión del señor Watt.

No quise pensar y entré en la habitación que quedaba justo enfrente, la habitación amarilla.

En las paredes, varios cuadros de personajes Disney montándose un trío me arrancaron una leve sonrisa, supuse que la temática de esa habitación no era de dos en dos. Me fui adentrando y confirmé lo que había supuesto, dos chicos y una chica habitaban esa zona.

Me quedé mirando como los dos chicos penetraban a esa chica, vi cómo ella se retorcía de placer y quise experimentar lo mismo. Mientras los observaba, comencé a tocarme los senos, a acariciar mi sexo. Uno de ellos me vio y vino en mi busca, me colocó sobre la cama, encima de él y me penetró con brusquedad, no pude hacer otra cosa que gemir, siguió entrando y saliendo con fuerza, mientras sus manos se apoyaban en mis caderas para coger impulso, estaba extasiada mirando hacia abajo y en un momento que levanté la cabeza me encontré con el pene del otro en la cara, de la excitación que llevaba encima lo metí en mi boca y lo saboree, hacia dentro y hacia fuera, cada vez más rápido, lo metí hasta el fondo y dejé que mi saliva lo lubricara entero, se colocó detrás de mí y con el pene totalmente empapado y erecto, me penetró analmente, no sabía si sentía dolor o placer, pero aquello me estaba gustando, estaba siendo penetrada por dos hombres a la vez y después de varios minutos de largo placer, estallé en mil gritos y ellos estallaron dentro de mí.

Después de respirar un poco, me acerqué a la chica y la puse de culo a mí, le abrí las piernas y pasé mi lengua por todo su sexo, de abajo hacia arriba, moviendo la punta de la lengua de un lado a otro y tocándola al mismo tiempo. Le introduje dos dedos dentro y los moví rápidamente dentro de ella unos segundos, después cogí un vibrador y la penetré con él, metiéndolo y sacándolo varias veces, hasta que la vi estallar a ella también.

Quería abandonar aquella habitación también y al salir por la puerta, me encontré con Hugo, un sentimiento de culpabilidad por lo que había pasado hace unos minutos, me invadió, sin saber porqué, no dijo nada, sólo miraba y esperaba, le agarré del brazo y lo llevé a un lugar un poco apartado.

-Me fui Hugo, tu te prometiste y mi alma cayó en picado, me fui y no puedes venir ahora, después de 15 años, con tus “"Quédate"” y volver a poner mi vida patas arriba, porque no quiero quer... 

-No me casé Lucia, cuando te fuiste me di cuenta de lo tonto que había sido durante tanto tiempo y no podía continuar sin ver y escuchar tu risa, sin tus "“buenas noches”"  cuando te ibas a dormir, sin tus ataques de risa por la menor tontería, en definitiva, no podía vivir sin ti. Te fuiste y te tragó la tierra, te volviste ilocalizable y hoy después de 15 años y casi irreconocible, te escuché hablar con la secretaria y supe que eras tú, que por fin te encontré y que jamás te olvidé, no vuelvas a irte por favor, no te alejes de nuevo - me dijo mientras cogía mi mano.

Sin decirle nada, me lo llevé al vestuario y allí, ambos bajo el agua de la ducha, le besé por primera vez, un beso que se hizo esperar 15 años, me abrazó y me dijo “Me gustaría hacerte el amor, aquí, ahora mismo” asentí y me cogió en brazos y apoyó contra la pared, rodee con mis piernas su cintura y su pene entró en mi con lentitud, me embestía mirándome a los ojos y me besaba a cada segundo, me mordisqueaba los pezones y los succionaba, cada gota de agua se hizo testigo de aquel reencuentro, un reencuentro que en ese mismo instante terminó en orgasmo.

Apoyada sobre la pared de la ducha y mirando hacia el infinito, comencé a llorar de nuevo, en silencio, las lágrimas se confundían con el agua templada y en ese instante lo miré y sus ojos me producían ternura, brillaban; “"Quédate esta vez"” me dijo, y yo sonreí y le acaricié el pelo pero no medié palabra.

Y por segunda vez, volví a huir.


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