El sublime tepuy.

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Abrió sus ojos y se topó con la intensa luz cubriéndole el rostro. Después de recuperar su conciencia se enteró de que estaba al borde de un farallón, cómo se había despertado en aquél lugar, si bien recordaba haberse acostado en una colcha. Qué extraño suceso, pasó de estar en contacto con el mundo a no saber todavía dónde se encontraba. 

Se reiró del precipicio, y, al voltear hacia otro lado se dio cuenta de más. Lo primero que notó fue el cubrecamas, resulta que sí estaba allí, solo que se encontraba en la grama. Lo segundo fue la geografía del lugar en el cual ahora estaba, resultó ser parecido a un tepuy, pero de dimensiones estrechísimas. También se enteró de que debía estar a una altura elevada, ya que se veían nubarrones corriendo por debajo del tepuy. 

Respiró, saltó, abrió y cerró sus ojos, todo con tal de saber si despierto estaba. No encontrando señales que lo contrario le mostrasen profirió un grito altísimo al cielo, como aquel que expresa alguien a quien le han pisado una llaga abierta. -Por qué estoy aquí- inquierió a la nada. Lo único que se escuchó por respuesta del soplo del viento fue su propio eco -íiiiii-. 

Ahora empezaba a hacer frío, ya que al parecer se había levantado muy tarde, aunque no sabía si era tarde o temprano, ya que el Sol no aparecía por ningún lado, aún así la iluminación del éter le sugería que de día debía de ser. Se cubrió con la colcha, y de repente notó una especie de árbol crecer en medio del tepuy. 

Era espectacular observar aquel árbol crecer desde cero, era como si los años del crecer pasaran en cámara rápida frente a sus ojos, y el resto del paisaje inalterado, las nubes seguían su curso como si nada. -Qué diablos sucede aquí, es que acaso voy a morir, o ya estoy muerto- volvió a arrojar a la nada. Nuevamente solo escuchó el eco por respuesta. 

De un momento a otro lo invadió una sensación de hambre, quería yantar cualquier cosa, estaba realmente hambriento. Miró a la parte donde hojeaban las hojas, para su desdicha ningún fruto este árbol tenía aún. Pero de momento comenzó a crecer nuevamente, y se floreó de color verde amarillento. Cuando este cesó su subida y comenzaron a llover bellotas de su copa, era un lindo roble. 

Él comenzó a sospechar del lugar, era como si adivinara sus pensamientos y cumpliera sus deseos, de allí sacó que debía de estar en el paraíso, o en sitio más calmo que este. Por eso, en su mente, deseó salir de allí y volver a su casa, que aunque fuera más ajetreada, en cuanto a los movimientos sonoros se refiere, y lo que el entorno le ofreció se dice ahora. 

Comenzó en él una verdadera transformación, se elevó del piso y comenzó a extrañarse más que nunca, cayó en un profundo sueño, aunque fue como un desmayo, pero este desmayo fue más inducido que nada. Así pasaron varias horas hasta que abrió sus ojos y fue consciente de lo que era. 

No tardó en darse cuentas de las hermosas que ahora estaban en él, que hermosura de aletas. Cuando lo supo geritó -Lo sabía, yo puedo volar, soy libre en verdad- Tomó alas del corazón y se lanzó del tepuy, alegre por fin de poder alejarse de ese sitio de drogodependecia, de ese sueño en el cual estaba sumido. Quien diría que el mismo lugar le daría la salida, resulta que nunca estuvo atado, todo estaba en él


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