Nacida para ser muñeca

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Se encontraba en una habitación de paredes vacías y grisáceas, su habitación. No le gustaba pasar mucho tiempo ahí, estaba todo tan vacío... abandonado como ella. Siempre supo que su vida era distinta a la del resto de niños, aunque no sabía por qué. Envidiaba a los niños que iban al parque, jugaban, iban al cole. Ojala ella tuviera juguetes, añoraba una muñeca.

En casa recibía muchas visitas, visitas de hombres extraños y desconocidos, siempre tenía que ir a saludarlos, ellos le obsequiaban con piruletas y halagos, no lo entendía, tan solo eran desconocidos. Pero siempre le decían: --se amable con ellos y sonríe, que vean lo guapa que eres--.

Había tantas cosas que no entendía y tantos sueños por cumplir...sueños que se fueron desvaneciendo con el tiempo, quedando en el olvido.

Su "padre" era una persona fría y distante, lo compensaba con numerosos y bonitos vestidos.

Porque lo más importante es que estuviera siempre guapa.

Nunca conoció el amor de una familia, quizás por eso quería una muñeca, para poder aprender juntas a quererse la una a la otra...

Con el tiempo, acabo creyendo que era normal y justo dar un beso a cualquier hombre desconocido, que la obsequiara con una piruleta o un piropo. Llegó a sentirse hasta bien haciéndolo, al fin y al cabo, esa era la única atención y muestra de cariño que recibía, y haría todo lo posible por conseguir más piruletas y piropos. Le gustaba.

Pasaron los años y esa niña fue creciendo, esos invitados venían cada vez con más frecuencia y las visitas eran más y más largas, las piruletas pasaron a ser joyas, y tras las sonrisas de aquellos hombres comenzó a percibir algo inquietante, perverso.

 

Una mañana como otra cualquiera, la despertaron con fuertes golpes en la puerta, como era de costumbre, pero esta vez le dijeron que se pusiera el vestido más bonito que tuviera, aquel que resaltase sus curvas, ya no de niña. Era un día muy importante en su vida, había llegado, al fin, aquel día para el que llevaba preparándose desde que nació. Debía estar espléndida.

Para su sorpresa, el hombre que la esperaba ya había venido más veces, así que se tranquilizó y pensó que sería como siempre.

Todo empezó como era habitual, con una palabra, una bonita pulsera, un beso, una caricia...pero entonces...en el semblante del hombre, en la vibración de su excitada voz percibió, con terror, que ese día lo recordaría el resto de su vida, quedaría grabado a fuego en su alma de niña.

Se sorprendió cuando sintió que aún respiraba, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí tirada, así, pero por unos minutos creyó convertirse en polvo, y es que algo dentro de ella había muerto. Entonces le vinieron como un fogonazo brusco y violento unas imágenes, no entendía qué había ocurrido, qué significaban, solo sentía un dolor y vacío incomprensible en su interior.

La familia le explicó que lo que había ocurrido era totalmente normal, que ya era mayor y debía corresponder a los hombres amables como lo hacía una mujer, los besos solo eran para los niños, y ella...ya no era una niña. Ese día era su cumple, la niña cumplía 14 años.

 

Los años transcurrieron, acabo acostumbrándose a la rutina de su vida, tampoco conocía otra. Con el tiempo aprendió a dejar de sentir, no sentía, no pensaba, tan solo actuaba. Sabía lo que querían y esperaban de ella y lo daba todo, absolutamente todo, aunque hacía ya tiempo que no tenía nada...tan solo un cuerpo que nunca le perteneció. Hombres solitarios buscaban su compañía, pero a ella nadie le acompañaba, nunca nadie le acompañó.

Las joyas pasaron a ser billetes, billetes que entregaba a su familia, sabía que cuidarían de ella como venían haciendo desde que nació, al menos eso creía.

Siempre fue una niña en un mundo de adultos, nunca tuvo amigos de su edad. ¿Su nombre? no lo recordaba, siempre la llamaron "la muñeca", le hacía sentir confusa, y es que ¿no sería ella misma una muñeca?, de esas con las que juegan las niñas. Era una muñeca, sí, pero con ella jugaban los hombres.

Siempre había sentido curiosidad por cómo sería ser una persona, la niña sabía que las personas sentían y las muñecas no, ella hacia tanto tiempo que había dejado de sentir...que se preguntaba si seria capaz de volver a sentir o sería una muñeca por siempre.

 

Durante varios años aceptó ser una muñeca, pero por las noches en su soledad fantaseaba con tener una vida como los demás, ser una persona. Pronto acabo convirtiéndose en una obsesión,  no soportaba la idea de poder ser una persona y estar viviendo como  una muñeca. Quería sentir como las personas, entonces una idea pasó por su mente y supo que debía hacerlo, solo así saldría de dudas. Sabría quién era.

"Y entonces, la noche venía a mí, la oscuridad me asfixiaba, ya no me quedaba nada...tan sólo mi débil respiración entrecortada...supe en ese instante que nunca deje de ser persona y una débil sonrisa se dibujó en mi rostro. Un sabor dulce embriagó mi boca, al fin era feliz."


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