Mi mejor amigo y mi marido

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Mi relación matrimonial estaba en las últimas y se notaba más cada vez que Enrique venía a casa, de visita. Con él me sentía feliz, contenida, nos reíamos y mi marido nos dejaba solos y se iba a dormir, dejándonos solos. Como Enrique sólo nos visitaba de noche y más o menos una vez por semana, esa noche era fiesta en casa y hacíamos pizzas, bromeábamos y después de acostar a mis hijas nos quedábamos conversando en el living, hasta que se iba. Él siempre salía por la puerta del lavadero y por un instante, en la oscuridad, nos dábamos un beso en la boca muy suave, pero con lengua. Era mi felicidad, ese beso a escondidas. Naturalmente, yo esperaba ansiosa ese momento y me daba cuenta de que él también, por eso no me sorprendió que una noche me acariciara los pechos mientras me besaba. Enrique había sido nuestro testigo de bodas, era el padrino de mi hija menor y el mejor amigo de mi esposo, además de mío. Mi marido no desconfiaba de él, por eso nos dejaba a solas yéndose a dormir, o yéndose de la casa hasta el día siguiente. Un viernes, con las chicas mías durmiendo, Enrique y yo nos besamos mucho y me dejé besar los pechos. No sólo eso. En la oscuridad del estrecho lavadero, acaricié su pene por vez primera y la mano que lo acariciaba se empapó de su semen, lo que me dejó sexualmente muy excitada, pero también asustada, confusa... Haber tenido su pene en la mano me emocionó y me llenó de fantasías, pero también de dudas. Un mes más tarde, con mi marido durmiendo en el cuarto, Enrique se puso a mi espalda en el lavadero a oscuras, me levantó el vestido, bajó mi bombacha y así parados como estábamos me hizo sexo anal y aunque no alcanzó a penetrarme bien, esa noche me convirtió en su amante. Tuvimos relaciones sexuales durante un año, sólo de parados y por atrás, para que yo no me embarazara. Algunas veces fue sublime, en especial cuando lograba penetrarme bien. Otras veces, era todo muy rápido, por el temor a que mi marido nos descubriera. Después de ese año me divorcié y Enrique se casó con su novia, así que ya casi no volvimos a vernos. Ahora, de vez en cuando le pido a mi nuevo esposo que me haga sexo anal de parados y me acuerdo de Enrique, mi mejor amigo, haciéndome la cola mientras mi marido dormía a pocos metros.


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