Viajes de la tercera edad 2

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      Apenas han pisado bajo el letrero que indica el nombre de la vía un gesto de contrariedad se dibuja en la cara de la mujer. La famosa calle de su abuelo no es ni mucho menos  como la había imaginado, ningún  establecimiento que indique algo de vida, casas cerradas hace ya mucho tiempo. Una tristeza intangible impregna toda la calle, nadie a quien preguntar si no se había equivocado: si esta era la calle de las tabernas, de las familias numerosas, y los chicos jugando incansables bajo los balcones con la ropa tendida. Ahora  estaba  completamente vacía. Un extraño silencio, solamente roto por lo los pasos de ambos impregnaba el gélido ambiente.  

     -Por Dios que disgusto, que diferencia con la idea que yo tenia

    - Si  Carmen,  tiene que hacer mucho tiempo que esta era una calle importante

    - Dame la mano por favor, dijo, tuteándole  repentinamente con el corazón encogido.

      Con evidente alivio por olvidar el usted, la cogió la mano con fuerza, entrelazo  los dedos con los suyos mientras la miraba a los ojos.

     -Era previsible, la calle de tu abuelo hace  100 años que existió.  Míralo de esta manera: te has sacado una espina, y  le has rendido este pequeño homenaje.

     -Tienes razón de vivir tendría 120 años, las ciudades cambian mucho, tanto como nosotros. Vamos a otro sitio más alegre, ¿te has dado cuenta que parecemos una pareja de novios cogiditos de la mano?

    - Es verdad, confirmo él con una franca carcajada, por aquí se vuelve al centro de la ciudad ver si encontramos un bar, y tomamos una cerveza  me estoy haciendo pis.

    Encontraron  una cafetería  tan vacía como las calles que la circundaban, mientras Alfredo entraba en el aseo el camarero se dirigió a Carmen.

    -Que desea tomar señora               

    Póngame un descafeinado de  maquina

   -¿Y su marido?

    La pregunta puso una sonrisa picara en su rostro, la situación la convertía en adolescente, de repente tiro por la borda sus ya bastantes años, su madurez, su ya larga experiencia, y se sintió joven, empezando algo nuevo No podía sospechar el joven barman el cumulo de  sentimientos que había despertado en ella su pregunta.

   - Una cerveza.  Respondió con naturalidad, y desparramo la  miraba distraída por la ventana,  con la  sonrisa  de complacencia en el  rostro. Cuando salió  Alfredo, rápidamente le abordo:

  -Te he pedido una cerveza, y  en voz baja: ?nos ha confundido con un matrimonio?

  -Favor que me hace, es normal  entramos cogidos  de la mano, solos.  Lo lógico es pensar eso, déjale con la idea, seria mas difícil  explicar que nos hemos conocido esta mañana.

   Mientras, le acercaba el vaso, alzo el  rostro y  beso  en los  labios al  sorprendido   Alfredo, que tras unos segundos de vacilación, correspondió  de la misma manera.

   Salieron en silencio cogidos de la mano, sin mirarse. Felices

4    -Aun queda tiempo, podíamos dar una vuelta. Esta parte de la ciudad es el conjunto monumental, dando un rodeo llegaremos al hotel a la hora.  Rompió el silencio el hombre, aun no repuesto de la sorpresa.

  -Me parece bien, con ese aparato estamos salvados, un paseo nos vendrá bien y otra cervecita tampoco estaría mal. Respondió ella, mientras buscaba su mejilla para depositar otro beso  y  apretaba su mano con fuerza

     Llegaron al hotel  justo  a tiempo para sentarse juntos durante la cena

    Carmen en previsión de ulteriores comentarios, comento con algún que otro viajero que Alfredo y ella habían sido compañeros de  estudio tiempo atrás y que la casualidad los había reunido, pequeña mentira que intentaba explicar su llegada en solitario y su posterior   y estrecha  relación a la vista de todo el mundo.

    Tras los postres, lentamente los comensales se fueron retirando a las habitaciones, deseándose  un feliz descanso. Nuestra protagonista, fue de las primeras en iniciar la retirada   Alfredo permaneció un rato mas presentándose a algunos compañeros, y tras algún comentario intrascendente sobre lo  visto  y  vivido   subió a su habitación.

   15 minutos llevaría nuestro hombre en su interior  cuando unos leves golpes en la puerta, le hicieron volar hacia ella. Carmen vestida con una sencilla bata penetro rápidamente.

   -Aun estas vestido, no te has quitado ni los zapatos

  -Estaba haciendo acopio de valor para ir a tu habitación

   -Es que los  hombres sois mas cobardes. Las camas son iguales: Nos quedamos aquí .Dijo mientras le abrazaba buscando sus labios.

 

     Bajaron a desayunar por separado tampoco era cuestión  de dar pistas a nadie sobre lo acontecido la noche anterior. Desayunaron sentado uno frente al otro, besándose con la mirada, y con una sonrisa  cómplice  permanentemente dibujada en sus  caras.

    La guía apremio:

   - Nos vamos. Ya nos están esperando en  la catedral, después volveremos  a por  los equipajes, y a continuación  saldremos  para  Cáceres  donde dormiremos

     Alfredo  se dirigió a Carmen -La catedral esta cerca de la calle de tu abuelo, ¿Qué te parece si pasamos olímpicamente de la visita damos otro, paseo a ver si por la mañana tiene otro aire?

    -Solo tienes buenas ideas, se lo decimos a la chica nos ponemos una hora y nos vamos

    -Apenas  estuvieron   fuera de la vista de los demás, entrelazaron sus manos

    De  esta manera se dirigieron a la ya conocida calle?para constatar que estaba tan vacía como la tarde anterior.   

       ? Oye, tú ¿estás casado verdad?                 

   -Si, si lo estoy al igual que tu. Esto es la primera vez que me pasa en la vida,  Yo quiero a mi mujer, estoy enamorado de ella, tú eres encantadora, no intento engañar nadie, me has quitado cuarenta años, estoy felicísimo de llevar mi mano entre las tuyas, y de haber hecho el amor contigo. Cuando regresemos, volveré con mi esposa y mis hijas. Te voy a recordar el resto de mi vida. Te quiero de una forma rara, estaba deseándolo decirlo, me estaba quemando el deseo de contártelo de hablarte de mis hijas de mi familia. No he estado, jamás con otra mujer, con la madre de mis hijas y  ahora  contigo nadie más. He sido fiel  hasta hoy,    5     No me siento culpable en absoluto, he venido sin ella por qué se ha ido unos días a Londres, con una de las chicas.

            Tengo la impresión de que te ibas adelantando por segundos, utilizaste  el tuteo, el primer beso. Fuiste tú la que entraste en mi habitación, por que el deseo de hacerlo era mío también, solo que soy  unos segundos  más tímido que tu. Cuando te vi  sentada en el autobús al lado del único sitio libre me felicite por la suerte que había tenido al tenerte de compañera...


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