El circo de los hermanos Sierpinski (3 de 5)

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III  LA MISTERIOSA MUJER SERPIENTE

 

El sol se ocultó y el circo se llenó de luces y sonido; el anunciante salió entonces con el mismo traje a rayas para seguir atrayendo gente. Otra vez se movió con intentos de elegancia, agachándose y separando las piernas para luego pararse de repente, sacando pecho y levantando su sombrero de copa. Los curiosos se seguían sumando a las filas mientras él gritaba con entusiasmo:

 

Pasen a ver, pasen a ver.

El circo de los hermanos Sierpinski llegó a la ciudad.

 

Tenemos a la mujer fuerte y al hombre de pies gigantes.

Vean a nuestros leones, a nuestros tigres y elefantes.

 

Pasen a ver, pasen a ver.

Para la dama llegaron: perros poodle malabaristas.

Y para el señor: Frida, la contorsionista.

 

Pasen a ver, pasen a ver.

El circo de los hermanos Sierpinski llegó a la ciudad.

 

Esa noche ingresaron más de dos mil personas al circo; las gradas estaban llenas. Mientras la gente se acomodaba, los payasos fueron abriendo el espectáculo. Los comediantes se turnaban para andar en el monociclo, y esa vez le tocó a Bongo. El hombre de los ojos de las mil despedidas estaba aún dando vueltas alrededor del escenario cuando el anunciador pidió silencio para presentar a la primera estrella de la noche:

 

Damas, caballeros, niños y payasos...

Hagan silencio, por favor.

 

Luego de decirlo, se dio la vuelta para mirar a Bongo mostrándole su amarillenta sonrisa de dientes largos, entonces otros cuatro payasos ingresaron y golpearon con sus enormes zapatos al desdichado comediante. Se suponía que los golpes serían ficticios, pero tras años de hacer esa rutina, no perdían oportunidad de repartir algún puñetazo o puntapié doloroso en respuesta a otro anterior.

Una vez que los comediantes desaparecieron de la vista del público, ingresó la misteriosa mujer serpiente, no sin su introducción a cargo del presentador:

 

De la jungla africana llegó el reptil más mortífero del continente.

Déjense ustedes seducir por... ¡la mujer serpiente!

 

Apenas salió a escena, el público quedó hechizado por el tamaño y la belleza de aquella dama. Al pasar junto al anunciador pudo observarse que le llevaba más de una cabeza de altura, incluso con su galera puesta. Su piel de ónix negro absorbía toda la luz de los reflectores; tenía rasgos agresivos y un maquillaje de sombras plateadas que marcaba aún más sus facciones. Era delgada, pero aun así voluptuosa, llevaba una malla de látex pintado como la piel de un reptil, y recorrer sus piernas desnudas con la vista era un placer interminable.

Las luces se apagaron con excepción de un tenue reflector que la apuntaba. Una melodía hipnótica sonó y la mujer danzó en el lugar meneando sus caderas y acariciando su cuerpo. El volumen de la música iba aumentando a la vez que ella ejercía más presión en cada una de sus curvas.

Las damas en las gradas empezaron a sentirse incómodas, pues no era eso lo que ellas fueron a ver, y más de un hombre debió pedirle paciencia a los codazos de su esposa.

Unas serpientes comenzaron a moverse por las piernas de la misteriosa mujer como si hubiesen surgido de su cuerpo, como si vivieran en ella. Eran dos mambas negras, la especie más mortífera del continente africano. Recorrieron su cintura y abdomen, luego le pasaron por la espalda acariciándola mientras ella cerraba los ojos disfrutando del contacto. Ascendieron para rodearle el cuello y luego descendieron ajustadas entre sus senos con dirección a su vientre. Al final desaparecieron entre sus piernas como si las hubiese absorbido otra vez su piel de ónix.

La música se detuvo y el hombre de los pies gigantes salió al escenario con una caja, la dejó en el suelo se retiró habiendo pasado desapercibido por la mayoría de la gente a pesar de que lo hizo lentamente. Suena irónico, pero el hombre de los pies gigantes caminaba muy despacio debido a su deformidad. La mujer serpiente abrió la caja y sacó un pequeño ratón blanco sujetándolo de la cola. Luego de pronunciar un balbuceo incomprensible, se introdujo al animal en la boca. Sus labios se movieron en señal de satisfacción, como si estuviera saboreando una exquisitez; ante la mirada de todos, succionó la cola mostrando que había devorado su cuerpo entero. La gente aplaudió y la artista saludo a las gradas mientras una gota de sangre del roedor caía por la comisura de su boca.

La artista volvió a abrir la caja y sacó esa vez una enorme rata gris que chillaba con desesperación, la sujetó del cuello y la miró a los ojos. El animal se quedó quieto, hipnotizado, entonces ella le arrancó la cabeza de un mordisco. Los aplausos se hicieron más intensos esa vez; la dama se había ganado el honorable título de mujer serpiente.

Esa noche le tocó hacer el acto de apertura, por lo que no mostró lo mejor de su repertorio. Al igual que sus compañeros, la artista hacía sus trucos más impactantes solo en las noches en que le tocaba realizar el acto de cierre. Cada velada la agenda cambiaba porque el circo de los hermanos Sierpinski jamás brindaba dos funciones iguales. En ciertas ocasiones, el espectáculo era cerrado por el mago Rajesh; otras veces Frida la contorsionista brindaba una función indescriptible, pero los dueños del circo pensaron que aquella noche no era la indicada para ninguna de esas figuras.

Los siguientes en salir al escenario fueron la mujer barbuda y el niño lobo. El muchacho también hacía el truco de comer pequeños animales, pero mientras que para la mujer serpiente hacerlo era un placer, él solo lo hacía por dinero, y entonces dejó de hacerlo. La realidad era que el joven había nacido con hipertricosis, un síndrome congénito destacado por la existencia de un excesivo vello facial y corporal, más allá de eso, no tenía nada que llamara la atención, por lo que debió aprender a hacer malabares y trucos de magia para que su fama no decayera como la del payaso Bongo o la del hombre de los pies gigantes.

Una salida que encontró el niño fue unir su acto al de la mujer barbuda, inventando que se trataba de su madre. Ellos dos, con ayuda del presentador, crearon una historia perfecta para conmocionar al público.

 

 

Continúa en la cuarta parte:

http://www.cortorelatos.com/relato/18278/el-circo-de-los-hermanos-sierpinski-4-de-5/ 

 


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