Pasiones de andar por casa (I)

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María se incorporó en la cama al oír aquellos sonidos tan característicos. Se levantó y descalza salió de la habitación sin hacer mucho ruido. De la misma manera recorrió el pasillo hasta llegar al otro extremo. Empujó la puerta con sumo cuidado y por una minúscula rendija observó toda la escena. Su madre, la famosa y escultural decoradora, Fátima Saldaña cabalgaba sin ningún remilgo sobre la polla de su esposo, y padre de María, el gran broker Miguel Ferreira.

Completamente desnudos eran dos humanos más. Entregados a la pasión su mayor o menor capacidad para hacer dinero quedaba en nada. Seguramente si él hubiera podido poner algún tipo de medio, hubiera empleado gran parte de su esfuerzo en alargar aquellas relaciones que, sospechaba, no satisfacía plenamente a su mujer. Con su preciosa melena rubia y su espectacular figura, Fátima movía con brío su pelvis sobre la verga de Miguel, quien parecía contener sus pensamientos para así atrasar el orgasmo. Pasados algunos minutos ella decidió introducir una variación y sin dejar de llevar todo el peso del ritmo se colocó en cuclillas, procediendo a introducirse la polla de Miguel lenta y delicadamente. Éste olvido entonces su contención y cerrando los ojos comenzó a resoplar. La humedad del coño de Fátima hacía más fácil y agradable la penetración, lo que fue aprovechado por ella para meter una nueva velocidad.

Mientras sus senos turgentes se movían con desenfreno, de su boca comenzaron a salir toda clase de obscenidades:

- ¿Te gusta como te follo? ¿Eh? Te gusta mi coño ¿verdad cabrón?- repetía de manera acelerada

María se sintió humedad y en más de una ocasión estuvo tentada de introducir su mano bajo el pantalón del pijama y palpar la rajita dulce y delicada que ofrecía su cuerpo de diecinueve años. Pero entonces sintió pudor. Aquellos que hacían el amor eran sus padres. No se sentiría bien masturbándose a su costa. Mientras pensaba en ello, Miguel preso por el placer agarró a su mujer por los glúteos y la atrajo hacia sí. Ella aumentó aún más el ritmo y la polla de su marido entraba y salía a toda velocidad en el coño de Fátima.

-Córrete dentro- pedía ella sin cesar- Vamos cariño, lléname de ti.

Pero su marido, lejos de obedecerla sacó hábilmente su miembro y en tan sólo dos sacudidas se corrió en el culo de su mujer. María se retiró con la misma cautela con la que había llegado y al entrar en la habitación se desnudó por completo y se metió en la cama. Se llevó la mano izquierda a las tetas mientras que la derecha la empleo para tocarse su más que mojado coño. Los dedos se empaparon rápidamente y entonces empezó a fantasear con Santi, su novio, intentando obtener un placer que de otro modo no obtenía.


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