(2/2) Así acaba una noche más

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La mujer les complicaba el caminar entre pasos erráticos y bruscos; cargaban con ella con los brazos sobre sus hombros como quien acompaña a un amigo borracho a casa. Uno de ellos le dió un cachete en el culo y entonces Andrés se fijó en como le quedaba el ceñido traje carmesí a la joven. Era casi tan alta como ellos y ahora que la veía de pié se fijó en su cuerpo; voluptuoso y sexy con unas caderas anchas y un trasero firme... ?increíble que haya acabado así?.

Los dos hombres hablaban entre ellos mientras caminaban. Andrés no podía escuchar lo que decían pero no le pareció prudente acercarse más; sabía que debía esperar a pillarlos desprevenidos si quería, de alguna manera, ayudar a la joven... ?la navaja, tendré que tenerla a mano?.

Unos minutos después doblaron la esquina hacia la plaza. Andrés se detuvo en el último portal de la calle y se apoyó en la pared. No sabía como acabaría aquello, pero por si acaso, sacó el  medio cigarro que había guardado.

 

Consumió la chusta con un par de caladas y se dirigió hacia la plaza.

 

Todo estaba en silencio. Desde la esquina observó el lugar y vió que no había nadie más que a quienes esperaba encontrar allí; sentados sobre un banco, aquellos hombres besaban y tocaban con frenesí a la joven que parecía seguir ausente. Sacó la mano que agarraba la navaja y paso a paso se dirigió hacia ellos mientra observaba la situación.

 

El hombre de pelo largo se arrodilló ante ella, le subió la falda y metió la cabeza entre sus piernas mientras su compañero besaba su cuello y le manoseaba un pecho. Andrés no pudo evitar exitarse.

De repente la actitud de la chavala cambió. Puso una mano sobre la cabeza del hombre frente a ella y suavemente le empujó hasta sentarlo en el suelo, con la otra separó al hombre de la derecha; ambos se quedaron mirándola. Se levantó y con una mano bajó un poco la cremallera de su vestido. El hombre del banco se sentó tras ella y terminó de quitarle la ropa mientras el otro se desabrochaba y bajaba el pantalón, luego hizo lo mismo el hombre tras ella y agarrándola por la cintura, suavemente, la sentó sobre él. Su compañero se apoyó en el respaldo del banco con las manos y también la penetró. Poco a poco, los tres sincronizaron sus movimientos.

 

Andrés se había detenido en medio de la plaza ante tal escena y ninguno de ellos cayó en la presencia de aquél que ahora se sentía voyeur. "¿Qué ocurre aquí?".. ella, que parecía ser una victima, ahora había tomado el control de la situación y de la voluntad de aquellos hombres... "Ella, tan perfecta, tan bella". Guardó su navaja y caminó hacia ellos: se sentía atraído por aquella mujer.

 

Se situó a un par de metros a un lado del trío, mirando embelesado a la joven; sus grandes labios, sus duros senos, su sinuosa silueta... todo lo que a un hombre hace perder la cabeza y dejarse llevar por sus instintos. La mujer, en un gesto de placer, gimió y miró hacia el cielo, sonrió y bajó su dulce mirada hasta dar con 

Andrés y le tendió la mano con un gesto de invitación. "

Únete a nosotros"

 

La joven ni siquiera había movido los labios, pero su voz, dulce y seductora, penetró en su mente... y se apoderó de su voluntad... tal y como parecía ocurrirles a los hombres que creyó verdugos en vez de víctimas.

 

Andrés tomó la mano de la mujer y la sintió humeda, la soltó y se miró la suya: "¡Sangre!". Dió un paso atras asustado y miró con detenimiento más allá de la sexualidad de aquella joven; en el cuello y en los brazos tenía extrañas marcas de las que brotaba la sangre. Observó como esta recorría su cuerpo y por un momento volvió a sentirse tentado por su belleza. 

 

"¡No!"

 

El hombre sentado en el banco llegó al éxtasis y gritó. Andres le miró y entendió, o casi, de donde provenían las heridas de la joven. Aterrado y confundido, se dispuso a huir, pero un tercer hombre le cortó el paso. Firme y en silencio, observó a Andrés y esa siniestra mirada lo dejó clavado. De repente le cogió por el chaquetón y sin mediar palabra lo lanzó con gran fuerza por los aires golpeando bruscamente contra el suelo y haciéndole gritar de dolor.

 

La joven empujó al hombre sobre ella asustada e intentó huir. El tercer hombre le abofeteó en la cara y esta cayó al suelo, acto seguido pisó con fuerza la cabeza del hombre caído y esta se deshizo bajo su bota. Luego todo su ser se convirtió en polvo en un abrir y cerrar de ojos.

 

-¡Estúpida insensata! -gritó el violento ser acercando su cara a la de la joven -no puedes ofrecerme la vida de quién no posée alma. Estoy cansado de tus juegos de sucia ramera. 

 

El segundo vampiro se lanzó sobre el ser agarrándole por detrás y amenazando su cuello con los colmillos. Este le golpeó con el codo en la cara y se lo quitó de encima con facilidad y volvió a dirigirse a la joven que seguía en el suelo.

 

-Debería abandonarte aquí por siempre, así podrías vivir como una fulana cualquiera -se giró y lanzó un puñetazo al hombre que volvía a atacarle tirándolo de espaldas, saltó sobre él y cayó propinándole un fuerte rodillazo en el tórax que convirtió en polvo a su adversario. Se levantó y dirigió hacia la sucubo alzándola con una mano en su garganta.

 -Aún pue...do arreglar esta... noche, mi señor -dijo como pudo mientras se le cortaba la respiración y señaló hacia Andrés.

 -Él.

-Él morirá de todas formas esta noche -respondió el ser haciendo más fuerza sobre la garganta de la joven. 

-Tras... él.

 

Volvió el hombre a mirar a Andrés y alzó la vista. Tras unos arbustos un hombre les observaba confuso y atemorizado. El demonio soltó a la jovén y esta se llevó la manos al cuello dolorida.

 

-Ahora haz bien tu trabajo.

 

La joven se reincorporó e hizo un gesto de invitación al joven hombre.

 

"Ven a mí"

 

Andaron el uno hacia el otro y se encontraron cerca del lugar donde estaba Andrés y se fundieron en un apasionado beso. En su último aliento, Andrés tiró con fuerza de la pernera de Julián, pero ya era demasiado tarde para ambos.


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