Un destino caprichoso I

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Durante años, he buscado a mi príncipe azul, ese chico guapo, cariñoso, inteligente... que todas las chicas buscamos desde niñas.

Y la verdad es que se podría decir, que yo lo encontré, pero a los 6 años, en el colegio.

Lo malo que debido a mi edad, no pude aprovechar la oportunidad.

Él se llamaba Tony y desde que lo vi por primera vez, me encantó. De esto hace ya treinta y pico años y en cambio lo recuerdo como si fuera hoy.

Pasé todos los años de la EGB colada por él, pero nunca me atreví a decirle nada. Recuerdo que en séptimo de EGB me preguntó si quería ser su novia y yo le dije que sí, pero a pesar de ello, nuestra inocencia o más bien la mía, hizo que no me atreviera siquiera a darle un beso de pico. Que boba fui... por malo que fuera, por lo menos lo hubiese probado... además el primer beso nunca se olvida.

Por culpa de mi timidez,  pasado un mes y medio, Toni me dijo que quería "cortar" conmigo. Cosa que a mí hoy en día no me extraña, pues era más sosa que un "caldo sin sal".

Pasaron los años y nuestros caminos se dividieron.

Sé que es una gran tontería, pero lo idolatré durante años y cuando ya no nos veíamos se convirtió en mi amor platónico. Me imaginaba situaciones con él, un paseo por el parque, una salida al cine y siempre lo etiquetaba de chico ideal. Yo creo que estaba enamorada de un "ideal imaginario"

Mi adoración por él, se volvió en mi contra... pues cada vez que algún chico se me acercaba, yo inconscientemente  lo rechazaba, le veía fallos donde no los había, pero simplemente no me gustaba porque no era él.

Al cabo de tres años, una amiga me contó que él estaba saliendo con una chica del pueblo y el destino quiso que, casualmente, los viera al día siguiente.

"¡Por Dios! Pero que pareja tan mala formaban. Ella alta y gordita, él bajo (aún no había pegado el último estirón) y delgadito? por favor Toni, cómo sales con ésa? si parecen madre e hijo, si no pegáis nada" - pensé.

Supongo que mi despecho hizo mella en mis pensamiento... pero la verdad es que no me gustó para nada verlos juntos... una deseo interior hizo que sacara las uñas y me lanzara encima de ella para arrancársela de sus brazos... ¡joer! que agresiva me volví de pronto... jejeje. ¿Celos? ¿Eso eran celos?... me da que sí...

Al siguiente año, nos volvimos a ver, pero en esta ocasión era yo la que tenía pareja... "jaja, fastídiate... yo también sé tener novio y pasearme delante de ti, ¿a que no te gusta? ¿O sí? ¿O quizás te da exactamente igual?"

Cada vez que lo veía, mi yo interno parecía transformarse, se volvía cruel y vil. No entendía por qué me ponía así, si realmente era yo la originaria de mis pensamientos y deseos hacia él. Seguro que él no tenía ni idea de mis sentimientos.

Supongo que ahí me di cuenta que debía pasar página, que yo realmente estaba viviendo una ilusión.

A pesar de todo y a lo largo de los años, de vez en cuando, me visita en mis sueños, donde alguna que otra vez me he despertado más húmeda de lo normal. Sueños donde él se mostraba como el Adonis del sexo, de la ternura y de mil maneras más que me hacían sentir la mujer más feliz del mundo.

Cansada de buscar un "sueño imposible" y de querer pasar página, llegué a salir con el primer desesperado que me lo pedía, simplemente para intentar borrarlo definitivamente de mi vida. Pero sin saber cómo, volvía a rechazarlos, ninguno me llenaba.

Una vez llegué a dejar a uno porque tenía una verruga en el cuello. Era perfecto, simpático, agradable, guapo, incluso me hacía reír... pero es que me empecé a obsesionar con la verruga... en los momentos íntimos, dada la cercanía, parecía que era ella quien me hablaba, parecía que incluso le había salido pelo y juraría que tenía ojos y boca. Era realmente repugnante... y no te quiero ni contar, cuando lo estaba besando y le rodeaba el cuello con mis brazos... la magia desaparecía nada más de saber que su protuberancia estaba tocando mis brazos... puuuaaggg!!! ¡¡No podía... no podía!!

 Un día, mi amiga Laura me dijo que acabábamos de quedar para cenar con su nuevo chico y su amigo. ¿Cómo? ¿Qué acabábamos de quedar? ¿Quién, nosotras?... ahhh pues está bien saberlo... ¿Y si no me llega a apetecer? Siempre era la misma, estaba obsesionada con conseguirme un ligue. Ella decía que yo aún vivía anclada al recuerdo de Tony.

Laura nunca lo llegó a conocer, pero estaba "hasta las narices de él" pues durante años yo le contaba sobre él. Así que aunque de mala gana acepté. Realmente no tenía nada que perder, además esa noche no daban nada interesante por la tele.

Mientras me vestía, me imaginaba cómo serían los chicos... la última vez que habíamos hecho algo así, el de Laura resultó ser el típico empollón aburrido al que le preocupaba, en demasía, la crisis en España y él mío era el fan número uno de Capitán América. No me lo podía creer... a mitad de la cena, tuve que fingir una migraña horrorosa (que en cierto modo podía haber sido verdad tras el tostón de conversación del empollón) y nos fuimos de allí. Si me hubiese quedado medio minuto más allí, hubiese hecho una enorme bola con las servilletas y se las hubiese metido al empollón en la boca. 

Así que, volviendo a mi armario, decidí ponerme un vaquero ajustado y una camiseta holgada pero con transparencias... quería ir sencilla pero sin dejar de insinuar, por si el chico realmente valiese la pena, jaja.

Cuando llegamos al restaurante, no me lo podía creer... Tras veinte años soñando con él... allí estaba con unos tejanos desgastados, casi rotos, por el muslo y una camisa blanca de botones por fuera del pantalón

¡Dios pero que bueno estaba!! Había mejorado con el paso de los años.


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